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George llamó con suavidad a la puerta de la habitación de Karl. No oyó nada, así que volvió a llamar, esta vez con más fuerza, hasta que escuchó un gruñido enviándolo a un lugar poco agradable. Pero el pelinegro ignoró totalmente la poco sutil amenaza y entró decidido a la habitación. Levantó las persianas para que entrara luz, y vio como Karl se cubría la cabeza con la almohada.

— ¿No me oíste o qué? —resopló la castaño.

—Sí, pero son casi las dos de la tarde. Tengo hambre, quiero comer, y ya no me quedan uñas que morder, ¡que me estoy muriendo de ganas de que me cuentes qué pasó anoche!

—Gogy...

—He pedido pizzas, llegarán en cinco minutos. Es el tiempo que tienes para vestirte y venir a la cocina, te espero allí, ¿Okey? Okey.

Y sin esperar respuesta, se dirigió a la puerta. Por el camino tiró de las mantas para destaparlo, y se las llevó con él para evitar que el de rulos volviera a taparse, de paso tomando su bolso para sacar el dinero de la comida que había encargado.

Tal y como había dicho, cinco minutos después llegó un repartidor con un par de pizzas. No le dejó propina, pero el chico no protestó porque ya se había preparado para esa eventualidad. Preparó la mesa, y un par de minutos después Karl apareció con cara de sueño.

—Menos mal —dijo George—, ya estaba pensando en ir a tirarte un vaso de agua.

Karl le creyó: tampoco hubiera sido la primera vez. Se sentó con un bostezo, y cogió un trozo de pizza.

—Desembucha —exigió George.

—¿No puedo ni comer?

—No, guapito, que Brand me ha enseñado los videos y...

—¿Qué videos?

—¡El del ascensor! —Se echó a reír—. Creí que me iba a dar algo de la risa, te lo juro.

—¿Pero eso no se supone que es privado? Lo que me falta es aparecer en Youtube o algo así—.El pelinegro lo miró fijamente—. ¡¿Estoy en Youtube?!

—No, no, bueno, creo que no... Casi que mejor luego te pasas por portería... —carraspeó—. En fin, ¿qué tal la gala? Porque el final de fiesta ya vi que fue como para echar cohetes.

Karl suspiró, dando un mordisco a la pizza, y se encogió de hombros.

—Nada reseñable —contestó, por fin—. Una panda de ricos, y ya está. La ex novia es la típica estirada, tiene hasta dos ami-guardaespaldas que se llaman igual.

—¡Ah! Ami-guardaespaldas —asintió George, entendiéndola a la primera.

—Sí, Kirsten y Kristen. El que es agradable es el nuevo novio, mira tú. El pobre se pensaba que venía aquí a hacer surf y se ha encontrado con que no hay playas cerca.

—¿No conoce los mapas o qué?

—Supongo que se fiaría de su palabra.

—Ya. Bueno, ¿y el estirado?

—Está chiflado, ¿tú te crees que soltó ahí delante de su jefe que salimos juntos? ¡Y el señor encantado de la vida! No te digo más que me ofreció un trabajo... que no pienso presentarme, vamos, no quiero volver a verle el pelo a Sapnap en mi vida.

Siguió contándole atropelladamente cómo fue la fiesta, mientras George lo escuchaba dejando que se desahogara. Pero cuando por fin se calló, George lo miraba con el ceño fruncido. Conocía a su amigo, y había algo que se le escapaba... no estaba seguro de qué, pero sí de que no se lo había contado todo.

maldita kate: karlnap.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora