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Sylvee terminó de adornar unos cupcakes de vainilla y manzana caramelizada y los colocó en una bandeja para llevarlos al expositor. La pastelería estaba casi llena, y Lucas se estaba encargando de atender las mesas. El local estaba teniendo mucho más éxito del que habían esperado, lo cual se traducía en más horas de trabajo para los dos; pero a Sylvee no le importaba. Así tenía su mente distraída y no pensaba tanto en Jesse...

Frunció el ceño. Maldita sea, ya estaba otra vez. Agarró la bandeja y salió a la tienda para colocar los cupcakes y atender a un par de niños que estaban mirando el expositor como si quisieran comérselos todos a la vez.

Les regaló un par de cake pops con forma de oso panda con su compra, y miró el reloj.

Había quedado con Karl en una hora, esperaba que la cosa se tranquilizara un poco o a Lucas le daría un ataque al quedarse solo. Menos mal que al final habían acordado contratar un becario, para poder estar más desahogados. La escuela de hostelería les iba a enviar unos cuantos para entrevistar, y mañana tendrían el primero.

Sylvee ayudó a Lucas con las mesas, y poco a poco el local empezó a despejarse hasta que solo quedaron un par de ellas ocupadas. Estaba preparando unos cafés en la máquina cuando oyó la campanilla de la puerta, y a Lucas dar palmas entusiasmado. Se giró para mirar, y se quedó parada al ver a Jesse y a Max. Se recompuso con rapidez, fulminando a Lucas con la mirada. Como les hubiera llamado él... aunque no, en ese caso hubieran llevado su uniforme, pero al mirarles de nuevo se dio cuenta de que estaban vestidos de calle.

Max se quedó hablando con Lucas, o más bien, acaparado por Lucas, mientras Jesse se escabullía hacia el mostrador. Se quedó de pie frente a ella, con las manos en los bolsillos, y una expresión que solo podía describirse como arrepentida. Pero Sylvee no se dejó impresionar.

—¿Qué quieres? —preguntó.

—¿Podríamos hablar?

—Si no vas a comprar nada, no tenemos nada de lo que hablar.

—Te echo de menos.

Y la miró directamente a los ojos. Por un segundo, Sylvee le devolvió la mirada. Maldito fuera, sonaba tan sincero... por suerte la campanilla la salvó de dejarse hipnotizar por aquellos seductores ojos verdes, y suspiró aliviada al ver que era Karl. Se metió en la parte trasera para dejar el delantal y tomar su bolso y su chaqueta, y pasó junto a Jesse ignorándolo. Karl se había acercado a saludarle, pero antes de que pudiera decir nada, se vio arrastrado al exterior por Sylvee.

Jesse regresó junto a su amigo, con los hombros hundidos.

—No ha sido buena idea —dijo—. Vámonos.

Había esperado que tras unos días Sylvee se hubiera calmado y le dejaría al menos hablar con ella, pero estaba claro que aún le guardaba rencor. Y probablemente, lo haría durante mucho tiempo.

Lucas miró a los dos bomberos de forma alternativa, sin entender nada.

—¿Qué ha pasado? —preguntó—. ¡Si hacían muy buena pareja!

—¿Sylvee no te lo ha contado? —preguntó Max.

—No. Ha estado muy callada estos días.

—Este de aquí se acostó con otra.

Lucas se llevó una mano a la boca, moviendo la cabeza con incredulidad.

—¡No me puedo creer que le haya hecho eso! —exclamó.

—Ya sabes, algunos no piensan con el cerebro, sino con otras partes de su cuerpo.

—¿Les importa? —replicó Jesse—. Estoy aquí.

maldita kate: karlnap.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora