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—¿Seguro que estás bien?

Era la quinta vez que Karl le preguntaba por su estado, y Sylvee estaba a punto de tener un ataque. Entendía que el joven se preocupaba por ella, pero al parecer no se daba cuenta de que lo que intentaba era olvidarse del tema para poder pasar página.

Okey sí, quizá el hecho de que se le hubiera escapado alguna lágrima le quitaba credibilidad, pero aun así quería centrarse en él para que estuviese perfecto: era más fácil si tenía la mente ocupada.

George estaba tirado sobre la cama de Karl, observando el traje que aguardaba en la percha colgado de la puerta del armario.

—Espero que te pongas ropa interior bonita, una tanga tal vez—aconsejó, mientras chupaba una piruleta—. Es uno de esos trajes que en cuanto te mueves se te marca todo...

—Bueno —comentó Sylvee girándose—. Ahí dentro tampoco es que tenga mucho espacio...

—Sí, sí —afirmó Karl—. Tranquila, no me va el estilo de ir sin ropa interior.

Sylvee se encogió de hombros; si el castaño no quería, pues no podía hacer mucho. Lo observó con aspecto crítico; el maquillador acababa de marcharse y podía decirse que había hecho un trabajo impoluto: si ya era guapo sin maquillar, después de pasar por las manos de Tony (manos que la misma Sylvee había usado en multitud de ocasiones) estaba espectacular. Le había marcado tanto los ojos que podría competir con su propio hermano, pensó, y al momento recordó otros ojos que habían sido especiales, aunque fueran verdes... meneó de nuevo la cabeza y examinó el pelo con igual rigor. También estaba perfecto. Claire había hecho magia, su cabello fue peinado hacia delante de forma que parecía que se había hecho un corte y algunos de sus rizos fueron definidos con las tenazas. Le había colocado unas cuantas piedras para darle brillos, sin exagerar el efecto. Karl no había puesto quejas a ninguna de aquellas cosas hasta que llegó el momento de subirse a los zapatos con tacón, que empezó a protestar.

—¿Es que no te los has puesto un poco para practicar? —quiso saber Sylvee, al ver su reticencia.

—No —confesó él avergonzado—. Verás, es que pateé la caja debajo de la cama y olvidé por completo que estaban ahí. No he practicado nada.

—Estupendo. Esperemos que no te resbales entonces.

—Oye, ¿y no puedo llevar deportivas? Total, con el traje no se nota...

—No digas estupideces —George acudió al rescate de Sylvee mientras Karl lo miraba resentido—. ¿Cómo vas a llevar zapatos deportivos? Eso solo se hace en las bodas. Solo tienes que llevarlos unas horas, hijo, no te quejes tanto.

—Gracias—.Sylvee le tendió los zapatos al chico—. Póntelos.

Karl obedeció sin rechistar.

—¿Qué le pasa a la hermanita? —George bajó la voz para dirigirse a su amigo mientras señalaba a Sylvee con la cabeza.

—Se peleó con su novio, el bombero guapo.

—Estoy delante —repuso Sylvee, con una mueca.

—¿Qué hizo? —volvió a preguntar George, sin hacerle caso.

—Por lo visto, él tenía una lista de amiguitas bastante larga, y una se presentó en su casa cuando Sylvee aún estaba allí. Creo que se acostó con ella cuando estaban empezando a salir.

maldita kate: karlnap.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora