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advertencias: escenas ligeramente subidas de tono.
nota importante : capitulo largo centrado en la relación de Sylvee y Jesse. Aunque no perjudica a la trama, en capitulos siguientes a éste se hacen referencias y se mencionan sucesos de éste, por lo que queda a criterio propio si leer o no.


















Jesse aparcó el coche frente al portal de Sylvee, y le mandó un mensaje para avisarle de que ya estaba allí. Al momento ella le contestó que subiera, lo cual le extrañó.

Supuso que habría salido más tarde de lo que había esperado y no le había dado tiempo a cambiarse para ir a cenar con él, así que se bajó del coche y llamó al timbre. Cuando sonó el zumbido de apertura, empujó la puerta y subió hasta el primer piso. Ella le esperaba en la entrada a su apartamento.

—¿He llegado demasiado pronto? —preguntó Jesse.

—No, es que he pensado que mejor cenamos aquí, ¿te apetece?

Él levantó una ceja, no muy seguro de qué interpretar de aquella invitación. Pero iba vestida de manera informal, no había nada que le indicara que aquello no fuera a ser una cena más de las muchas que ya habían tenido, aunque en esa ocasión cenaran en su casa. Supuso que estaría cansada después de haber estado trabajando todo el día en la pastelería, y que no le apetecería salir.

—Claro —contestó—, lo que tú prefieras.

Sylvee se hizo a un lado para dejarle entrar, y él se quedó parado en medio del salón, que estaba unido a la cocina por medio de una península. El apartamento era muy parecido al suyo, pequeño pero funcional. La chica lo había decorado con cuadros alegres y alguna foto familiar, logrando que el lugar pareciera acogedor. Junto a una ventana estaba puesta la mesa para dos personas, y Jesse se acercó para mirar. Desde allí se podía ver un parque, y detrás el río.

—¿Qué te parece? —preguntó la joven.

—Muy bonito. Desde el mío, lo más que llego a ver es un callejón.

—Siéntate, la lasaña ya está lista.

—¿Te ayudo con algo?

—Puedes abrir el vino, si quieres.

Abrió un cajón para coger un sacacorchos y entregárselo. Jesse cogió la botella que había sobre la mesa; la abrió con destreza y sirvió vino en las dos copas. En el centro había un bol con una ensalada, y Sylvee colocó junto a ella la bandeja de lasaña.

—Huele muy bien —comentó él con sinceridad.

—Gracias. Mi abuela siempre decía que a los hombres se les conquista por el estómago.

—Pues en mi caso tenía razón.

Le guiñó un ojo, mientras ella le servía la lasaña con las mejillas un poco encendidas. Después Sylvee se sentó frente a él, y mientras comían le contó la tarde de compras que había pasado con Karl. Obviando, por supuesto, lo que había escogido para sí misma.

De postre había preparado una crema ligera de limón, de la que Jesse tampoco dejó ningún resto. Menos mal que entrenaba y corría todos los días, o acabaría como un tonel en unos meses. Frunció el ceño. ¿Unos meses? De nuevo estaba pensando en Sylvee a largo plazo, algo que nunca le había ocurrido.

—¿Quieres café? —preguntó ella, sacándole de sus pensamientos.

—Sí, gracias—. Sylvee se levantó, y él la imitó—. Te ayudaré a recoger.

Entre los dos llevaron todo a la cocina, y después Jesse se sentó en el sofá mientras Sylvee preparaba una cafetera. Le llevó una taza como a él le gustaba, con poca leche y azúcar, pero se quedó de pie.

maldita kate: karlnap.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora