Enid's conffession

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—Tienes el Síndrome de Framinghan.

No podría esperar algo bueno, aunque esto no ayuda nada.

—Tu corazón puede detenerse en cualquier momento —dice el médico—. Si no hay nadie que sepa maniobras de reanimación... estás muy jodida si sufres un paro.

Sé positiva Sinclair, siempre positiva.

Quiero vivir todo lo que me quede. Si mi tiempo en este mundo se agota y el reloj que lo cuenta no puedo verlo, a vivir ahora.

Tampoco quiero arriesgarme a morir antes, así que hago caso a las precauciones.

—No te sometas a actividades físicas que te aceleren el pulso.

Clases de baile, adiós.

—Nada de sustos, ni sorpresas, nada que te altere.

Salto en paracaídas y hacer bungee jumping quedan borrados de mi lista de "Cosas que hacer antes de morir".

—Evita comer cosas picantes, come más verduras, frutas y cosas fáciles de digerir, como pastas, evita grasas y cosas fritas.

Probar todo el menú de McDonald's, descartado.

—No estés mucho al sol, y no te expongas al calor.

Mi último verano sin ir a la playa, genial.

—¿Cuánto fue lo que más duró una persona con esto? —pregunto, mirando al hombre de bata frente a mí.

—Pues... La enfermedad es genética, la tienes de toda la vida, así que puedo decirte de personas de setenta años que vivieron con ella todo ese tiempo... Pero si hablamos desde la aparición de los síntomas, tres meses.

—¿Me quedan tres meses?

—Podrías poner un nuevo récord, Enid —dijo el hombre con una ligera sonrisa—. Eres joven, con veintidós años, podrías cambiar el destino de esto.

Decidí no contestar.

Mi lista de "Cosas que hacer antes de morir" se veía recortada por todas esas cosas que debía cumplir para poder irme con la sensación de que al menos hice algo.

Cumplí con el punto de teñirme el cabello, el rubio me queda mejor de lo que creía, y fui con ese nuevo look a la universidad, donde la gente se quedaba mirando y sonriendo por lo linda que era, cosa que hacía mis mejillas ruborizar y sonreír sin poder evitarlo.

También cumplí otro de los puntos de mi lista: ir maquillada como me gusta.

Una ligera sombra de ojos, rellené un poco mis cejas y mis labios eran de un color ligeramente violeta y matte.

No podía sentirme más bonita.

Y con esa sensación fui hasta la biblioteca, donde trabaja la persona que aparece en mi lista.

Merlina Addams es la sexy bibliotecaria que mi radar gay detecta a kilómetros como la lesbiana de armario.

Esas gafas la hacen sexy, su cabello azabache la hacen ver como una vándala, también su camisa negra, sus pantalones oscuros que hacen su culo aparecer, y sus zapatos lustrados que se oponen, junto con su temperamento serio.

—Merlina.

Sus ojos se encuentran conmigo, me inspecciona el rostro, nota todo mi cambio, mira mi cabello y sonríe.

—Hola, Enid, estás linda hoy —dice y alzo mis cejas con sorpresa—. D-Digo, si-siempre estás linda... P-Pero, digo del c-cambio, sí, te queda lindo.

Yo río y sus ojos me miran de nuevo cuando lo hago, noto su rubor y su pequeña sonrisa.

Esa otra cosa que amo de Merlina y que me hace ilusión; es seria con todos, pero cuando le hablo se pone muy nerviosa y tímida.

—Sólo venía a decirte algo importante antes de que muera —sus ojos me miran con preocupación—. Me gustas.

Juego con mis manos con nervios, noto que ella aprieta más el libro que estaba por acomodar.

—E-Enid, y-yo... No soy lesbiana, lo siento —dice.

Me acerco un paso más, quedando a pocos centímetros, y noto que se pone aún más nerviosa y que quiere salir corriendo en cualquier momento.

Ladeo mi cabeza, sus ojos van de mis ojos a mis labios y sonrío de lado, ella se aparta de golpe.

—No estoy pidiendo que seas lesbiana, Merlina. Aunque mi radar dice otra cosa... Sólo quería decírtelo, es todo, no te molestaré más.

Retrocedo para marcharme, pero su voz me detiene.

—¿C-Cómo es eso de que vas a morir?

La miro con pocas ganas de hablar de eso.

—Estoy enferma —mi voz suena muy suave—. Puedo sufrir un paro y morir en cualquier momento... No es una enfermedad muy común pero... —me encojo de hombros—, me tocó a mí. Por eso hago todo lo que pueda ahora... No sé cuándo ya no podré hacerlo. Hasta tengo una lista.

Ella parece romperse un poco, sus ojos me miran con tristeza.

—Lo siento, Enid.

—No hay nada que hacer —respondo sin darle importancia.

—¿Declararte a mí era una de las cosas de la lista? —asiento—. ¿Algo más que me involucre? —me pregunta—. Podría ayudarte si quieres...

—Oh, hay algunas, pero no se van a cumplir —digo, moviendo mi mano para restarle importancia.

—¿No quieres hablarlo? —cuestiona con suavidad—. Ahora estoy un poco ocupada. ¿Qué te parece si después de mi turno vamos a una cafetería y veo en qué puedo ayudarte a cumplir?

Mis mejillas se tiñen de rojo y sonrío tan ampliamente que no veo su rostro, asiento con algo de vergüenza.

Tener una cita con Merlina Addams, algo más para cumplir de la lista.

***

¿Me extrañaron? Hace un tiempo que no subía algo WenClair y creo que era momento. En fin, pienso actualizarles bien rápido este fic y tal vez luego suba otro.

Se despide, Lippie.

confession; wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora