It's a surprise, Niddie

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Estoy frente a la casa de Enid, y en mi mente no sé si referirme a ella como mi "novia".

¿Es muy apresurado?

Considerando que Enid no tiene mucho tiempo, podría dejar el factor de los días a un lado.

Hace poco más de dos semanas le pedí de una forma algo particular comenzar a salir.

¿Es salir como novias o salir como pre-novias?

Pre-novias, así como cuando te estás conociendo con alguien para saber si funciona y tal, están saliendo pero no son novias.

Pero puedo admitir que ya conozco a Enid, y ella ya me conoce a mí también, ya pasamos esa fase, deberíamos avanzar a la otra.

No por el miedo a estancarnos en como estamos, porque estamos perfectamente, sólo necesitamos ponerle un nombre a esta relación que tenemos ahora.

Sé que salir con ella es hermoso, se siente correcto y su compañía vale más que otras miles de millones.

Creo que lo merece, creo que yo también lo merezco, ser novias es algo que ambas nos merecemos.

¿Debería pedirle ser mi novia?

Creo que sí.

Al tocar la puerta escucho sus pasos apresurados, creo escuchar como tropieza porque es muy torpe y no puedo evitar reír. Me recibe con una sonrisa, su cabello está húmedo y sus mejillas rojas, indicando que se se había bañado con agua bastante caliente.

—Hola, Wends —dice y mi corazón florece cuando escucho ese apodo.

—Hola, Niddie —respondo, me acerco a ella para tomar una de sus mejillas y acercar mis labios a los suyos, corresponde el beso en seguida.

Escucho los maullidos de un gato y al separarme bajo la vista hacia el otro Wends. Me mira y maulla fuerte para que le dé atención.

—Hola, Wends —río y lo cargo en brazos para acariciarlo, Enid también le da mimos y comienza a ronronear.

—¿Quieres pasar un rato? —ofrece, quién no tiene ni idea de por qué estoy allí.

—En realidad, vengo para pedirte una cita —digo, sonriendo.

—¿En dónde?

—¿Ya no recuerdas? Lo hablamos ayer... Ir al parque de diversiones.

Su rostro se paraliza un momento, antes de reír y negar.

—No, no... No es necesario.

—Tengo todo planeado, Nid. Vamos para allá en un taxi, pasamos una hora en esos juegos hasta que pueda ganar un peluche para ti y después nos vamos a esa noria, podemos comprar un algodón de azúcar si quieres o esas cosas, y al final, te llevo a cenar y te doy una sorpresa. ¿Qué dices?

—¿Qué sorpresa? —pregunta ruborizada.

—Es una sorpresa, idiota. ¿Qué crees? No te la puedo decir.

Ríe con algo de vergüenza, hasta que al final asiente.

—Suena como un gran gasto, Merlina, llevaré dinero —quiere apartarse para buscar su billetera o ahorros, pero tomo su muñeca y niego.

—No es necesario, bebé.

—Merlina, no-

—Niddie, vamos, que llegamos tarde —insisto, tirando de ella hacia la puerta, aunque es bastante fuerte y no puedo moverla, hasta que suspira y se deja arrastrar hacia mí, dejo que Wends se baje de mis brazos y abrazo a mi castaña favorita con una sonrisa.

Los siguientes diez minutos que pasamos en esa casa se pueden resumir en ella arreglandose, mientras yo le insisto en que se apure en tono quejoso como si fuera una niña pequeña, hasta que finalmente la puerta se cierra a nuestras espaldas y caminamos a la parada de taxi más cercana.

Son unos veinte minutos hasta llegar al parque, en la entrada ya se escucha la música y los gritos de niños. Tomo la mano de Enid antes de ir hacia ello.

confession; wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora