Capítulo 7: Lucas

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No me gustaba la idea de ir a esa fiesta, últimamente había empeorado bastante en cuanto a la ansiedad. Esa tarde tenía psicóloga, a lo mejor eso me ayudaba a animarme un poco.
Entré en casa y tiré la mochila al suelo de cualquier manera. La tía Lily me miró extrañada.

-¿Cómo te encuentras hoy tesoro?-

Odiaba que la tía Lily me preguntase eso, que cómo estaba, cada día que entraba por la puerta hacía lo mismo. Sabía que lo hacía porque se preocupaba por mí , y lo agradezco, pero odiaba que lo hiciera.
Nunca me ha gustado hablar sobre mis sentimientos, nunca. Soy una persona a la que le gusta guardarse los problemas para mí mismo, como mucho se lo cuento a Dylan, pero hay algunas cosas que no sabe de mí, aunque sea mi mejor amigo. Y no lo hago con mala intención, es solo que no quiero que la gente se preocupe tanto por mi. Y más si cuento eso. Ni siquiera lo sabe mi psicóloga.
Ni siquiera comí ese día. No tenía hambre. Subí directamente a mi habitación a escribir en mi cuaderno. La psicóloga me dijo que era una buena manera de desahogarme, aunque fuera simplemente contando mi día, le bastaba con tal de que escribiera en el maldito cuaderno.

Al mirar el reloj vi cómo la aguja más grande se acercaba al número seis. Las cuatro y media, iba a llegar tarde. Cogí mi moto y fui corriendo a la consulta.
Era un edificio construido de ladrillos que se les sobresalía el cemento entre unos y otros. Era un bloque de pisos con unas tres o cuatro plantas. Mi psicóloga vivía en el primero b.
Llamé como de costumbre, y, al abrirme, subí por las escaleras hasta detenerme en la puerta del piso esperando a que me abriese. Solo iba acompañado de mis cascos inalámbricos y mi cuaderno.
De repente, abrieron la puerta y me la encontré de frente.
Era una mujer mayor, rondaría sobre los sesenta años. Muy alta y delgada, con unas gafas de pasta marrón y las patas plateadas. Tenía algunas arrugas y la mirada amable. Charlotte. Se llamaba Charlotte.

-Hola Luck, venga pasa cariño.-

Me llamaba Luck, ella siempre abreviaba los nombres de todos sus pacientes siempre que se pudiera. Así que yo era Luck.
Charlotte tenía un pequeño despacho en su casa. Olía desde la puerta de entrada el cigarro que se estaba terminando de fumar. Tenía varias estanterías, un escritorio enorme y dos sillas bastante cómodas.

-Cuéntame Luck ¿Cómo te encuentras hoy?-

Charlotte era la única persona que podía preguntarme eso y ser respondida sinceramente por mí. La única. Me retorcí los dedos y suspiré profundamente.

-La verdad, hoy he estado un poco mal.-
-¿Cuál crees que es el motivo de que hoy estés así?- preguntó ella

Volví a respirar muy profundo.

-Es una mezcla de sensaciones. Ya no es solo por lo de mis padres. Es simplemente que, no sé, no me siento completo del todo.-
-Bueno, has avanzado.-

Le miré extrañado. ¿A qué venía eso?

-Lucas llevas sin nombrar a tus padres cerca de 8 meses.-

¿8 meses? No sabía que hubiera pasado tanto tiempo. Obviamente no me gustaba hablar del tema. Pocas veces lo hablaba con la gente, y la gente solía ser Jackson y Dylan.

-Estoy empezando a superarlo, pero, es que...-
-¿Qué te preocupa?- insistió.
-Hoy he ido a casa de un amigo porque su hermana me tenía que devolver una cosa. Cuando entré al salón, vi las fotos familiares de los cuatro y, no sé, me acordé de ellos.-
-Es normal que te pasen esas cosas. El accidente de tus padres fue un hecho que nunca se te va a olvidar y, aunque pienses que lo has superado, no lo has hecho, simplemente es que se te ha ido algo del dolor que provoca ese suceso.-

Lo que decía era cierto. Había avanzado algo. Al menos ahora ya podía hablar de mis padres sin llorar.
Le enseñé el cuaderno y nos pusimos a hablar de lo que ponía. Hablamos sobre Freya, sobre la fiesta, y sobre el trabajo que tenía que hacer en ciencias. Cuando me di cuenta ya había pasado la hora entera, así que me despedí y me fui.
Vi mi moto estacionada, estaba en el parking que había en el instituto, así que decidí volverme andando con mi música. Los Ramones. El mejor grupo del mundo. Siempre los escuchaba mi padre, pero una vez, viendo la película de spiderman, sonó una de sus canciones más famosas y ahí empecé a escuchar todos sus discos.
Al llegar a la puerta de mi casa, escuché una voz reconocida, y, al girarme, vi que era Kim.
Iba con una sudadera azul marino, la del equipo del instituto, unos culotes negros cortos y una coleta alta. Llevaba también la bolsa de deporte. Iba hablando por teléfono, así que no se dio cuenta de que le estaba mirando hasta que giró la cabeza para observar mi casa.
Al darse cuenta de que le miraba, hizo un gesto de despedirse de la persona con la que hablaba y colgó la llamada.
Se acercó a mi lentamente, como si estuviera nerviosa. Mis amigos me decían que yo le gustaba, pero nunca había terminado de creérmelo.

-Ey Kim ¿qué tal?- saludé.
-Hola Lucas. Nada aquí que vengo del entreno. ¿Y tú qué?- la seguía notando algo nerviosa.

Nadie sabía lo de la psicóloga, así que me inventé una excusa.

-Fui a dar una vuelta con la moto, pero al ver un espacio libre en el parking del instituto decidí dejarla allí y volverme andando.-

Seguimos andando un poco más. La verdad es que cuando seguí hablando con ella volvían a mí los recuerdos de haber estado en su casa antes y haber visto esas fotos tan bonitas. Me apagué un poco y ella lo notó.

-Bueno, te dejo ya que entres en casa. Ya hablaremos del trabajo cuando se acerque la fecha.-
-Si quieres después de la fiesta empezamos a documentarnos.- añadí yo.

Se le iluminaron los ojos.

-Claro, me parece una buena idea. Y oye...-

Le miré con interés.

-...que si necesitas cualquier cosa, aunque sea la hermana de tu amigo, puedes contar conmigo. Sé que no es nada fácil.-

Le sonreí tristemente. Iba a marcharse, pero le paré.

-¿Te ha pasado algo parecido?-
-Más o menos, algo así.-

Me quedé con la duda, porque se despidió de mí agitando la mano y se fue. He de decir que me entró curiosidad. Jackson nunca había hablado de nada parecido a lo que le pasó a mis padres. A lo mejor sería la muerte de un familiar muy cercano. Pero bueno, me terminaría enterando. Igualmente, me gustó que se preocupara por mí. Siempre la he visto como una niña pequeña y, ahora que ha crecido, me ha alegrado que se preocupase por mi bienestar, esas cosas las suelo valorar mucho.
Entré en casa y estaba solo, no sabía dónde estaría mi tía, supuse que estaría en el supermercado. Así que me di una ducha y me vestí con unos pantalones de chándal negros y una camiseta de manga corta blanca.
Estaba viendo una serie cuando, de repente, me llega un mensaje. Era Freya.
Entorné los ojos al ver que me había escrito. Me había puesto que en dos minutos llegaba a mi casa, quería hablar conmigo.
A mi casa. Freya. La verdad es que no me apetecía absolutamente nada.
A la nada, sonó el timbre ¿No había dicho dos minutos? Con mucha pereza me levanté del sofá y abrí la puerta.
Ella siempre ha sido una pija, así que iba vestida con unos vaqueros blancos y un jersey rosa. Llevaba su nuevo pelo corto y rubio suelto.

-Hola precioso.- dijo ella sonriendo.
-¿A qué has venido Freya? No tengo todo el día.- añadí muy borde.
-¿No vas a invitarme a pasar?-
-¿Para qué? No vas a estar mucho tiempo.-

Puso cara de víctima. Odiaba cuando se ponía así.

-¿Me he recorrido media ciudad para venir a verte y ni siquiera me vas a dejar entrar?-
-Yo no te he pedido que vinieras. Y ahora ¿me puedes decir qué es lo que quieres?-

Se puso a mirar al suelo. Se tramaba algo.

-Quiero que volvamos a intentarlo.-

No. Ni de coña. No volvería con Freya Smith ni aunque me pagaran.

-Freya yo...-
-Sé perfectamente que estás mal con lo del accidente y todo eso Lucas, pero llevo preocupada por ti desde entonces.-
-Y por eso no me mandaste ni un mensaje ¿no?- dije.

Se quedó en silencio. Le había dejado sin palabras.

-Pero es que...-
-Es que nada, Freya. Durante toda nuestra relación te centrabas en ti. No sabias absolutamente nada sobre mí, ni lo que me pasaba. Por muchas cosas que hayamos pasado no quiero volver a estar contigo. Bueno, ni contigo ni con nadie.-

Se quedó seria y sus ojos azules empezaron a acristalarse.

-Hay otra ¿es eso?-
-No es eso Freya, es que no quiero estar contigo.-

Sonaba un poco borde, bueno, bastante. Pero no quería estar con ella, era la verdad. Pero, conociéndola, solo lloraba para hacerme sentir mal pero en dos días estaría liándose con otro tío diferente.
Siguió suplicándome un poco mas, hasta que conseguí que se fuera.

Suspiros infinitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora