Capítulo 2: Kim

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Amanecía como un día normal. No tenía nada importante ese día. Era viernes, por lo que mis amigos se vendrían a mi casa a ver una película en Netflix. Al llegar al instituto, tenía educación física, así que fuimos al vestuario a ponerme el chándal. Estuvimos corriendo por la pista de atletismo. Me despejaba bastante correr, aunque prefería voleibol mil veces. Llevo jugando a ese deporte desde los 9 años, y pensar que iba a cumplir 18 en cuatro meses.
En el vestuario estuve hablando con Lía mientras nos cambiábamos.

-Bueno qué ¿alguna novedad con tu hombre?- preguntó mi mejor amiga alzando una ceja.

-Ni hombre ni nada Lía, Lucas Taylor nunca será mi novio nunca.- espeté mientras bajaba la cabeza.

-Ay no digas eso Kim, es amigo de tu hermano, al menos sabe de tu existencia.-

Subí y bajé los hombros intentando señalar que me rendía, algo que no le hizo mucha gracia.

-A ver Kim, no hay que pensar en chicos, esta tarde nos vamos a ir a tu casa y vamos a ver la película que más miedo dé ¿vale?-

No se lo pude negar. Me encanta ver películas de miedo, y si es con mis amigos mejor. Al salir de las duchas dejamos nuestros libros en la taquilla y nos fuimos cada uno a nuestra casa.

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Habíamos quedado sobre las siete y media, así que aproveché para lavarme el pelo y leer un poco. Con el instituto no había leído. Seguía con Harry Potter, obviamente. Al lavarme el pelo, puse música de fondo mientras me lo cepillaba y lo secaba un poco con la toalla. Al estar en mi casa, me puse un chándal gris de Nike básico, solo se veía el logo en la parte izquierda del pecho. Mientras sonaba la canción de "perfect", de Ed Sheeran, me puse a leer. Hasta que el sonido del timbre invadió mis tímpanos. Al abrir la puerta vi a mi mejor amigo delante de mí con un montón de comida: patatas fritas, palomitas, tres pizzas congeladas, dos botellas de refrescos...

-Mi madre se ha empeñado en que lo traiga, dice que saludos a tus padres de su parte.-

Le dediqué una sonrisa divertida mientras le ayudaba a transportar todo a la cocina. Eso no nos lo íbamos a acabar ni de broma. A la media hora llegó Lía, pero como Jay y yo ya habíamos preparado los platos con la infinidad de comida que había traído, con la ayuda de mi hermano, nos pusimos directamente a ver la peli: "El exorcista".
Cuando llevábamos apenas cinco minutos, sonó el timbre. Nos miramos entre los tres, y de repente vi a mi hermano salir corriendo de la cocina para abrir. Me di cuenta de que se había puesto el bañador, por lo que caí en que a lo mejor iría a la piscina, y si iba a estar en la piscina y había sonado el timbre, significaba que no iba a estar solo. Al abrir la puerta pude ver a todos sus amigos con los bañadores puestos y una sudadera encima.
Yo tenía una piscina climatizada, daba igual en que época del año estuvieses, porque podías bañarte en ella. Mi hermano fue saludándolos de uno en uno y empezaron a entrar, nos saludaron a los chicos y a mi y tuvimos que parar la película para hablar con ellos. Cuando mi hermano cerró la puerta, vi como Lucas Taylor entraba en el salón. Sus ojos castaños eran radiantes, tenía esa mirada intimidante que tanto me gustaba, y llevaba un bañador hawaiano con un degradado de rosas y amarillos y con unas palmeras negras. Su sudadera era gris con el logo de su grupo favorito, Kiss.

-Hola chicos.- dijo con su voz tan ronca.

Yo me quedé mirándole sin saber como reaccionar, hasta que Lía me dio un codazo sin que se diera cuenta y proseguí.

-¿Vais a la piscina?-
- Han venido a pasar la tarde hasta que nos cansemos, si os aburrís veniros.- saltó mi hermano sonriendo.

Una de las cosas que más me gustan de Jackson es que cuando vienen sus amigos no le importa que yo esté con él. Nunca me ha echado de donde él esté con sus amigos.
Al darme cuenta de que me había quedado embobada viendo cómo Lucas se iba hacia mi piscina, pude volver a la realidad. Mis amigos me miraban sonriendo, y lo único que supe hacer fue tirarles un cojín a cada uno. Me daba mucha rabia las miradas que me echaban cada vez que entablábamos una conversación, por muy estúpida que fuera.

Al terminar la película, encendimos la luz y vimos cómo Jayden abrazaba a un almohadón enorme que había en mi sofá de color ocre. Nos miró con los ojos algo abiertos y mirada de preocupación. Lía estaba aguantándose la risa para no reírse en su cara, pero de repente yo rompí a carcajadas y, posteriormente, ella me siguió.

-No os reiréis tanto cuando un espíritu os posea.- defendió mi mejor amigo.

Cuando paramos de reírnos, sentí que hacía algo de frío, por lo que les dije a mis amigos que metieran las pizzas en el horno mientras yo subía a mi habitación a por una manta. Al salir de mi cuarto, escuché un ruido en el baño. Pensé que sería una alucinación mía suponiendo que acababa de ver una película que había dado bastante miedo, por lo que decidí pasar de ello. Pero de repente, se volvió a escuchar exactamente el mismo ruido, algo que hizo que sintiera un escalofrío y despertara mi curiosidad. Anduve cuidadosamente y sin hacer ningún ruido me aproximé a la puerta del baño. Justo cuando iba a abrirla, una presencia de ojos color café invadió mi espacio personal, haciendo que, inconscientemente, estuviese a pocos centímetros de mi cara. Al ser tan alto, tuve que mirar hacia arriba mientras me alejaba un poco de él como consecuencia del susto que me había pegado. Pude observarlo bien. Tenía el pelo mojado y, por alguna extraña razón, los ojos algo hinchados, como si hubiera estado llorando. Se había peinado con su significativa raya en medio, su bañador e iba sin camiseta. Sus abdominales bastante marcados hicieron que se me desviara la vista hacia ellos.

-Ay, lo siento Kim. No sabía que estabas esperando.- dijo él haciendo que mi mente volviera e centrarse en lo que acababa de pasar.

No me salían las palabras. Mi corazón bombeaba a mil por hora, pensaba que se me iba a salir del pecho. Hasta que, entonces, me di cuenta de que me miraba algo extrañado. Mierda. La estaba cagando. Me había quedado embobada. Reaccioné lo más rápido que pude y le di una respuesta muy coherente a pesar de que no paraba de mirarle aquellos ojos hinchados.

-No te preocupes, estaba cogiendo las mantas de mi cuarto. Escuché un ruido e iba a ver qué era.-

Él sólo asintió con una sonrisa ladeada, y pude notar su mirada algo triste. ¿Había estado llorando de verdad? Sea lo que fuera, a mí sería la última persona a la que me lo diría, pero me preocupaba bastante ya que, por lo que todo el instituto sabía, yo incluida, Lucas Taylor nunca ha tenido casi ningún tipo de problemas, sólo el accidente de sus padres. Después de un mes sin asistir al instituto no ha tenido ningún problema más: ni familiar, ni personal, ni con sus amigos o alguna relación. Era feliz, por muy extraño que pareciera.

Suspiros infinitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora