𝟶𝟶 ➻ 𝙴𝚖𝚞𝚜 𝙼𝚊𝚡𝚒𝚖𝚞𝚜

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— ¿Escuchaste de la última hija de los Garza? ¿Abril?

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¿Escuchaste de la última hija de los Garza? ¿Abril?

Germán, obviamente que lo escuché, ¿Crees que vivo en una cueva?

Ohhh, Sergio, siempre tan mala onda. Pero, enserio, esa Abril me trae fascinado.

No eres él único.

Digo, una linda y adorable omega, que además, es una cambiaformas, ¿No es la cosa más linda y especial que has escuchado?

— A ver si mueves tu culo de la máquina, peliblanco estúpido.

Ambos jóvenes miraron a la muchacha pálida, algunos cabellos de su pelo casi amarillo tapaba parcialmente sus ojos.

Los dos chicos hicieron una mueca de confusión, no habían sentido un mínimo olor de la presencia de aquella chica.

Germán rodó los ojos, separándose de la máquina expendedora donde estaba apoyado, tomando la mano de Sergio, los dos betas se fueron, caminando apresuradamente por el pasillo del edificio de la universidad.

Samantha por fin pudo pedir su gaseosa a la máquina, disfrutando el silencio que había provocado la ausencia de los dos chicos.

En verdad, ella había escuchado acerca de ese caso tan especial llamado Abril Garza; siendo una joven omega, ya era bastante especial, pero no fue conocida hasta hacía unos días, cuando el mundo se enteró que la chica de diecisiete años era una cambiaformas; pasando de ser una muchacha enana a una loba blanca.

Por muchos años, se creían a los cambiaformas como un mito, algo propio de las películas de Hollywood.

Claro que Samantha tenía tanto interés en ese tema como lo que le importaba hablarle bien a el estúpido de Germán.

Un menos diez porciento, para ser más exactos.

Con su refresco en la mano, volvió a la biblioteca, lugar donde se dedicaba a hacer las únicas dos cosas que hacía en la universidad: estudiar y dormir. Aunque siempre tuvo la costumbre de terminar haciendo la segunda cosa.

Dejando a sus pies la lata media vacía, se acostó en el sillón del fondo de la biblioteca.

La bibliotecaria era una joven alfa de poco más de dieciocho años que sabía de las siestas de Samantha, pero no la molestaba en lo absoluto, por otro lado, despertaba a la chica sólo cuando un profesor o el mismo director entraba para corroborar el buen uso de la biblioteca; por esa razón, la rubia dormía con un libro entre las manos, así que cuando se despertara, sólo fingirá leer.

— Buenas tardes —saludó Samantha a la pelinegra tras el largo escritorio.

Ella podía considerar a la joven alfa como la persona que más apreciaba de toda su universidad, y la única que elegiría cómo amiga si tuviera algún interés en hacer una.

𝗗𝗲𝗹𝘁𝗮 ☕︎︎ 𝚁𝚒𝚟𝚊𝚛𝚒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora