𝟷𝟹 ➻ 𝚂𝚘𝚕𝚘 𝚏𝚊𝚕𝚝𝚊 𝚚𝚞𝚎 𝚝𝚞 𝚐𝚞𝚜𝚝𝚎𝚜 𝚍𝚎 𝚖í

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Abril veía el cielo nublado por la ventana del dormitorio

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Abril veía el cielo nublado por la ventana del dormitorio.

Las nubes, de un gris oscuro, anunciaban que pronto estallarían.

Eran nubes de nieve, Abril lo sabía.

Una sonrisa se grabó en sus labios, ella amaba la nieve.

Samantha vió a la omega sonreír junto a la ventana, y no pudo evitar hacerlo también.

Su corazón se encogió un poco al pensar que le quedaban pocos días para estar junto a Abril.

Cómo si lo hubiera sentido, Abril bajó la vista para mirar su pecho con el ceño fruncido, luego la volvió a alzar para encontrar a Samantha, quien estaba bastante sorprendida por eso.

— ¿Qué pasa, Samy?

Samantha no dijo nada unos segundos, hasta negar con la cabeza.

— Nada, nada...

Samantha fue hacia la cama, sentándose en esta, le dolían bastante los músculos y algo la cabeza, pensó que debía ser por toda la tensión de ese día. Entre las noticias, Abril y su celo, se sentía bastante estresada.

Miró a Abril de nuevo, y sintió los párpados pesados.

El sábado era (junto al domingo), los únicos días que no hacía nada más que trabajar su turno en el supermercado, casi siempre los usaba para descansar o hacer tarea de la universidad, pero ese sábado parecía más especial, ya que era el último que tendría a Abril acompañándola, y quería pasar el día junto a ella y conocerla un poco, ya que, por más que sus lobas se quisieran y ya estuvieran a gusto entre ellas, ellas mismas, cómo personas, eran prácticamente desconocidas.

Un bostezo hizo que mirara la almohada con deseo.

— Abril —la llamó, captando la atención de la chica al instante—, voy a dormir un rato, despiértame si necesitas algo.

Abril asintió, Samantha se quitó algo de ropa para quedar solo con ropa interior y la remera, dándole la espalda a todo, mirando a la pared para que no le llegara tanta luz, intentó concentrarse en el olor de Abril de las sábanas para tranquilizarse y dormir más rápido.

A punto de caer dormida, escuchó pasos, sintió las sábanas levantarse un momento y el peso sobre está a sus espaldas.

Se volteó instantáneamente, recibiendo a Abril, quién se acurrucó en su pecho.

Las manos de Samantha rodearon la cintura de Abril instantáneamente, y sin querer, pasaron por debajo de la remera de la omega, acariciando su piel en círculos lentos y tranquilos, mientras la omega hundía el rostro en el pecho de la rubia.

Samantha pudo escuchar como la respiración de Abril se hace un poco más rápida y errante, llegando a creer escuchar jadeos, cada vez un poco más fuertes, y acallados por la omega, mordiéndose el labio.

𝗗𝗲𝗹𝘁𝗮 ☕︎︎ 𝚁𝚒𝚟𝚊𝚛𝚒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora