𝟶𝟻 ➻ 𝙾𝚕𝚘𝚛

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— ¡No es justo Sergio! Están buscando un alfa para Abril

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¡No es justo Sergio! Están buscando un alfa para Abril...

¿Y qué piensas que van a estar buscando, estúpido? ¿Una tortuga para que se aparee?

— ¡No Sergio! Pero me- ¡Auch!

No me pegues, sabes que te lo devolveré.

— ¿Tengo que mandarlos a la mierda todos los días por está puta máquina?

De nuevo ambos chicos la miraron, Germán con un poco de miedo y Sergio con fastidio, sin decir nada, se fueron, dejando que Samantha sacara su lata de refresco para ir hacia la biblioteca.

— Buenos días, Rivera — dijo la bibliotecaria.

Samantha se acercó al escritorio para ver el nombre en la placa por primera vez en todo lo que llevaba en esa universidad.

Ana Victoria Palacios — dijo, más lento de lo normal, haciendo que la chica la mirara con el ceño algo fruncido.

Samantha Treviño Rivera — dijo, de la misma forma que la rubia había hecho con su nombre.

— Un gusto — Samantha sonrió, irónica, mientras extendía la mano hacia la bibliotecaria, pero la corrió rápidamente en cuanto ella fue a tomarla.

Samantha rió, divertida, pero la alfa gruñó, acomodándose los anteojos con una expresión molesta en el rostro.

La rubia dió media vuelta para dirigirse hacia su sillón, dispuesta a dormir un poco, pero la voz de Vicky la hizo frenar.

— Veo que estás de buen humor hoy, Samantha —dijo—, ¿Ese olor que llevas tiene algo que ver?

Confundida, Samantha se giró para caminar de regreso hacia donde la chica estaba sentada.

— ¿De qué olor hablas?

Vicky la miró como si estuviera bromeando, pero por la expresión en el rostro de la rubia se dió cuenta que no era así.

— Hueles como a caramelo —dijo—, es algo leve, pero puedo sentirlo igual, no sé, ¿Tuviste una noche interesante? —preguntó con una sonrisa.

Samantha no dijo nada por unos segundos, cayendo en cuenta que había dormido abrazando a Abril y que el olor de la omega se había quedado consigo.

Pensó que quizás, si Samantha tuviera su olor propio no se notaría tanto.

— Corrígeme si me equivoco —dijo Vicky al ver que Samantha no iba a hablar— ¿Una omega interesante en la noche?

Samantha comenzó a sentir el nerviosismo en su interior, y un calor la abrumó.

— ¿Tengo razón? —preguntó Vicky, alzando una ceja, sonriendo de forma victoriosa.

Samantha reaccionó de golpe, encogiéndose de hombros.

— ¿Y qué si fue así? —dijo, en tono defensivo, lo que hizo reír a la bibliotecaria—, tú tampoco hueles mucho como tú —dijo, inclinándose hacia ella de forma desafiante.

𝗗𝗲𝗹𝘁𝗮 ☕︎︎ 𝚁𝚒𝚟𝚊𝚛𝚒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora