Capítulo 2

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Ese mismo día por la tarde, cuando menos me lo esperaba pasó algo extremadamente inesperado, Mateo me cogió de la mano y con un suave giro hizo que su cara coincidiese con la mía, cogí mi cara con sus grandes manos y dirigió mi boca sobre aquella suave explanada que rozaba mis labios, como una gran ola de fuego el calor atravesó mi cuerpo de los pies a la cabeza haciendo que besase con mas fuerza a aquel chico del cual no sabía que sentía, fue en ese momento cuando me miró a los ojos y con aquella voz suave que me volvía loca me dijo aquel te quiero que me puso la piel de gallina, haciendo que el vello de los brazos se me pusiese de punta, ahora ya sabía lo que sentía por él, lo quería, creo que lo sabía desde el primer momento pero necesitaba algo que me lo confirmase, entonces volví a besarle con fuerza deseando que aquel momento no acabase nunca, que fuese eterno, fue cuando todo desapareció, comencé a ver todo negro, entonces me caí al suelo repentinamente.

-¡Daniella! ¡Daniella! ¿¡Daniella me escuchas!?

-Si Mateo no grites tanto.

-Que susto me has dado princesa.

Fue en ese momento cuando supe que todo era real, sentía todo desordenado en mi cabeza, pero sabía que lo que quería era estar con Mateo, y no quería separarme de él ni un solo segundo porque quería disfrutar de su calor.

Mateo me miró con un gesto de felicidad que nunca había visto en su cara y suavemente me ayudó a incorporarme, fue entonces cuando todo volvió a su sitio, eran las 8:36, llevábamos toda la tarde dando vueltas por el centro comercial y no habíamos comprado ningún mueble para el estudio pero no me importaba, había conseguido mi sueño de tener mi propio estudio y había descubierto que el amor de mi vida estaba a mi lado en todo momento.

-¿Te apetece que vallamos a casa para que descanses?

-De acuerdo pero...¿te apetece quedarte conmigo?-Dije con algo de timidez.

-Por supuesto que si mi amor.

En ese momento me sentí la mujer más feliz de toda la Tierra y lo besé, lo besé como si no hubiese un mañana y el calor comenzó a correr por mi cuerpo ala par que la sangre llevándolo a cada esquina de mi ser hasta llegar a mi alma que sentía el amor que me transmitía Mateo.

El camino fue bastante largo ya que no dejábamos de besarnos, estaba tan feliz, era como si todo fuese un sueño del que jamás querría despertarme por nada del mundo.

Cuando llegamos Mateo abrió la puerta con delicadeza para no hacer ruido y me ayudó a adentrarme en aquel antro.

-Tendremos que comprar algún mueble para este viejo piso eh-dijo con una gran sonrisa de oreja a oreja.

-Para eso tendríamos que estrenarlo juntos.

-Cuando quieras mi amor.

En ese momento Mateo me agarró por la cintura suavemente y comenzó a besarme con una pasión imposible de describir por el gran calor que transmitía, fue entonces cuando su mano comenzó a caer por mi cuerpo hasta llegar a mi cadera y bajando mas. Yo le saqué la camiseta y su cuerpo esbelto y bien formado con sus músculos salió a la luz, cada uno de sus músculos estaba en su sitio perfectamente definidos y que cada vez que tocaba hacían que el calor que sentía fuese aumentando sus grados, yo ya sentía unas ganas tremendas de sentirlo dentro de mi, de sentir su calor junto con el mío para hacer que nada ni nadie nos separase, para poder vivir el cuento de hadas que siempre quise vivir, sin canallas que se aprovechen de ti o de tu ingenuidad, para poder tener la fortaleza suficiente para poder luchar contra todo y todos.

Una vida tatuadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora