Capítulo 5

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Cuando entré de la mano de Mateo por la puerta de mi estudio no me lo podía creer, todo el mundo aplaudía y me felicitaba y me daba besos alagándome, era como estar andando sobre las nubes.

Me preparé para leer mi discurso, lo había hecho en los últimos cinco minutos mientras esperaba a Mateo y esperaba que agradase ala gente.

-Buenas noches a todos y espero que os lo esteis pasando bien, voy a leer mi discurso de inauguración, espero que sea de vuestro agrado-con la última palabra comenzaron a sonar los silbidos y los alagos de la gente que más quería y mi cara comenzaba a elevar su temperatura hasta que llegué a parecer un tomate frito.

-Cuando era pequeña el mundo del tatuaje era un mundo que yo no conocía, un mundo que me fascinaba, pensaba que sería un camino fácil, pero resultó ser un camino con baches en el cual por el simple hecho de ser mujer no solo te encuentras baches sino que puedes llegar a encontrarte acantilados por los cuales tienes que cambiar de dirección sin culminar tu sueño. Yo llegué a construir un puente para poder llegar a la cima de mi sueño y poder así ayudar a construir mas puentes con mi incombustible esfuerzo-los aplausos inundaron la sala haciendo que mis mejillas volviesen a cambiar a un tono mas cálido-gracias-dije con timidez-y sobretodo gracias a toda la gente que me ha acompañando en este camino dándome su granito de arena o simplemente un apoyo para descansar y poder ganar fuerza a todos ellos gracias-unos estrepitosos aplausos me demostraron que no estaba sola y que todo iría bien.

La noche continuó relajada, de fiesta para un lado y para el otro, fue entonces cuando Mateo me agarró del brazo suavemente y me acercó a él dándome un beso que me daba tranquilidad después de aquella noche tan ajetreada.

-Tengo una sorpresa para ti-me dijo susurrándome al oído mientras bailábamos una de esas canciones lentas que a ninguno de los dos nos gustaban pero que al estar juntos se volvían las mejores canciones del mundo...nos fuimos y el mundo perteneció solamente a nosotros dos, nosotros eramos los dueños del mundo sin nadie a nuestro alrededor y dándonos aquel calor que nadie sabía su significado, pero que demostraba el fuerte calor que dentro de nosotros había desde el primer momento, sacando a relucir todos los sentimientos que había en el fondo de mi corazón que tanto había sufrido pero que ahora cada palpito era un chute de alegría para todo mi cuerpo, dándole con ello ganas de seguir viviendo y seguir luchando por hacer suyo cada grado que desprendía aquel cuerpo que estaba enfrente mio, haciéndome sentir la única mujer del mundo.

Una vida tatuadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora