Capítulo 15

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Era un día triste, uno de los participantes en la acción de darme la vida había desaparecido. Mis fuerzas minoraban por momento, me sentía desfallecer por momentos. ¿Todas las pérdidas serían así de duras? Seguramente si, lo peor es cuando reclamas el apollo del que cres la persona que pasará contigo el resto de tus días y no responde. Mateo había desaparecido, lo había llamado como unas doscientas veces pero no respondía, pero justo a la entrada de la iglesia para celebrar el funeral de mi padre me llamo. Le colgué sin pensarlo dos veces. Me había demostrado todo lo que me tenía que demostrar, era un patán y me arrepentía de encubrirlo en aquella noche en la que tenía que haber llamado a las autoridades para que lo llevasen preso. La única palabra que podría definirlo era innombrable para mi boca. En ese momento el cura dió la entrada a la iglesia. Cogí a mi madre de la mano para ayudarla a avanzar sobre el pasillo de la iglesia, era una señora mayor y los disgustos la desgastaban mucho más. En una noche su cara parecía haber avanzado diez años. Pero no me extrañaba, yo también tenía un aspecto pésimo que sinceramente en esos momentos me importaba una mierda. El ver el ataúd me destrozó, comencé a llorar tal llora un niño cuando tiene hambre. La misa se hizo interminable, estaba cansada ya que la anterior noche no había dormido nada. La gente se congregaba a las afueras del cementerio después del entierro, agradezco a toda esa gente el tiempo que nos ha dedicado dandonos apoyo y cariño. Tambien he visto a mucha gente que hacía tiempo no veía, y eso me hizo recordar viejos tiempos. De camino a casa en el taxy mi madre no dejaba de llorar, la consolaba la enfermera de mi padre ya que yo estaba como muerta en vida. Encendí el teléfono una vez dentro de mi cama, los sms, whatsapp y llamadas de Mateo eran numerosas. Pero me daba igual, apagué el teléfono ya que mi estado de ánimo y psicológico no era el mejor para discusiones o reproches. Apagué la luz y dejé que mis lágrimas siguiesen su camino por cada ángulo de mi cara, haciéndo que me durmiese en un mar de lágrimas repleto de pesadillas y viejos recuerdos convertidos en sueños.

Una vida tatuadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora