Capítulo 25

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El sol ya está saliendo cuando los guardias entran en la habitación en busca de Katniss. Solo me da tiempo de llevar mi dedo índice a la boca, para que guardemos silencio. Nuestra vida corre peligro si es que no tenemos cuidado.

Ha llegado el día de la ejecución de Snow. Así que debo alistarme. Me pongo la ropa que dejaron, evitando verme en el espejo porque aún me confunde, no me acostumbro. El suéter oculta muy bien las cicatrices feas, no deben de ser muy agradables para la audiencia ni tampoco para Plutchard.

El camino hasta el círculo de la ciudad es corto, pero no me llevan a producción sino a una habitación donde están lo que quedan de los vencedores; Haymitch, con resaca, Johana con el cabello corto, Beete en su silla de ruedas y por su puesto Enobaria, que no luce distinta.

Me siento en una de las sillas al lado de Johana que solo me mira de lado, sin decirme una palabra. Nos quedamos un buen rato viéndonos las caras, hasta que Effie abre la puerta; se ve bien, no hay ningún daño físico pero vuelvo a ver su mirada, los ojos decaídos.

Katniss entra para sentarse frente a mi. Tiene puesto su traje de sinsajo y trae una rosa en sus manos.

—¿Qué es esto? —pregunta.

—Una reunión de lo que queda de vencedores —le responde Haymitch—. O eso creo...

—¿Somos todos? —pregunta ella.

—Es el precio de la fama —explica Beete—. Éramos el objetivo de ambos bandos...

—Peeta sigue en la unidad de quemados, después podemos ir a verlo...

Ella solo dice que si y toma su lugar justo cuando Coin entra por la puerta.

—Que bueno que ya están todos aquí —nos dice con una sonrisa, parece que el poder le sienta bien, incluso ha decidió cortar su cabello—. Les he pedido que vengan porque hay una situación que nos preocupa a todos. Como saben se ha llevado a juicio a todo cómplice de la opresión de Panem, pero no es suficiente para calmar el dolor de los distritos... Hemos estado debatiendo e incluso se ha puesto en la mesa la idea de terminar con todos los ciudadanos del Capitolio —las expresiones de sorpresas llegan—. Obviamente no es algo que se pueda hacer, si es que queremos mantener una población estable.

Nadie la interrumpe así que sigue.

—Hay una idea, pero no todos están de acuerdo conmigo, así que quién mejor para votar sobre este tema que ustedes —nos señala—. Nadie puede omitir su voto y con la mayoría la decisión será aprobada...

—Ya dinos que es —dice Johana con fastidio.

—Lo que se ha propuesto es que tengamos unos finales y simbólicos Juegos del Hambre —lo suelta sin más Coin, sin inmutarse—. Con los niños del Capitolio.

Un escalofrío recorre mi cuerpo. La impresión nos ha dejado sin palabras, es Johana que suelta una carcajada y nos hace reaccionar.

—¿Qué? —es lo único que logro decir.

—Piénsenlo bien, hay niños que son hijos de altos funcionarios, nos encargaríamos de que fueran seleccionados... —nos explica con total frialdad. Me dejo caer en la mesa, cubriendo mi cara con los brazos ocultando mi risa.

—¿Fue idea de Plutchard? —pregunta Haymitch.

—Es mía —dice Coin—. Me parece una decisión equilibrada. Pueden comenzar a votar.

Si ella está siendo capaz de matar a estos niños, ¿qué no le impidió hacer lo mismo com Prim? Las piezas del rompecabezas se ajustan; este fue su plan desde el principio, hacer que nuestro odio creciera tanto como para aprobar su nueva era de Juegos. ¿Qué es lo que haremos ahora? ¿En manos de quién hemos dejado al país?

Fortuito • Finnick Odair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora