Capítulo 23

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—¿Piensas ir sola? —le pregunto.

—Yo iré con ella —dice Gale—. No es necesario que vengan.

—Podemos ser buenos guías —dice Cressida—. Pollux y yo conocemos bien estas calles.

—Yo también iré —digo y ella voltea a verme—. Así habrá más personas que podrán continuar la misión, si es que alguno de nosotros...

No es necesario que termine la frase, sabemos que podría pasar. Todos asienten y sopesamos el plan pero nos damos cuenta que olvidamos algo: Peeta. Su comportamiento impredecible es suficiente razón para que se quede aquí, a salvo y oculto con Tigris.

—Deberías quedarte aquí —le dice Gale—. Esperar a que los rebeldes lleguen.

—Sé que soy un peligro, pero aún así me iré, por mi cuenta —responde él quitándole importancia a lo que implica que él salga de aquí solo.

—¿Para hacer qué? —pregunta Cressida—. No tiene sentido Peeta.

—Seré una distracción si las cosas se ponen feas, pero no me quedare aquí, es mi decisión.

—¿Y si pierdes el control? —pregunta Katniss.

—Pues intentaré regresar.

—¿Y si Snow te atrapa? —le dice Gale, todos lo están bombardeando con preguntas para que desista—. No tienes con que defenderte.

—Tomare mis propios riesgos, como ustedes —Él voltea a verme serio—. Estoy listo para morir...

—Pero eso no significa que... —no puedo a completar la frase—. Te daré mi jaula de noche —le digo y la comienzo a buscar en mi bolsillo.

—¡No! —me frena Gale, el le extiende la mano a Peeta con su píldora y como él no la toma, la pone en su mano y la cierra sobre ella— Quédate con la mía.

—¿Qué hay de ti? —le pregunta Peeta.

—Se como activar mis flechas con la mano, tengo el cuchillo, además —dice sonriendo y voltea a verla— Tendré a Katniss, ella no permitirá que me atrapen.

Aunque se que solo se refiere a que irá con ella, puedo notar la sugerencia en lo que dice, que Katniss será para él, así como siempre lo ha querido y ningun otro tiene oportunidad. Una pizca de celos llega a mi.

—De todos modos no puedes ir solo —le dice Katniss.

—Yo iré con él —le digo—. Detrás de ustedes.

—No tienes porque hacerlo —dice—. Solo te atrasaré.

—Sí es necesario nos separamos, pero mientras no lo sea no dejare que vayas solo —le digo. Él asiente y terminamos de comer.

Nos volvemos a meter dentro de las pieles, es una noche larga y pesada, aún así logro conciliar el sueño. Pero en algún punto de la madrugada vuelvo a la conciencia por las voces de Peeta y Gale.

—Gracias por el agua —dice.

—No hay porque —le responde él—. Me levanto muchas veces en la noche.

—¿Para ver si Katniss no se ha ido? —pregunta divertido.

—Algo así —reconoce Gale.

Fortuito • Finnick Odair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora