Fortuito • Finnick Odair

Capítulo 4

Mientras camino por el bosque puedo ver a Katniss alejarse, pero se que podría ser buen cazador porque no le pierdo la pista. Puedo ver su cabello oscuro perderse entre los árboles.
Ella deja de avanzar y espera que llegue a su lado, estamos en una parte del bosque donde se puede ver el valle de arboles descender por una depresión enorme. Un empujón y podría desaparecer no solo entre los árboles sino para siempre. Mi compañera no parece darse cuenta de esto porque ella está inmersa viendo el cielo azul, el viento es fresco pero me da escalofríos al refrescarme.

—No eres ruidoso —menciona Katniss—. Si fueras Peeta ya hubieras espantado a todas las presas.

—Nunca dudes de mis habilidades —digo sonriendo.

El nombre de Peeta sigue haciendo eco en mi mente y hace que termine recordando la noche del anuncio. Todos estábamos reunidos al rededor de podio. Katniss estaba a mi lado, intentando pasar desapercibida, lo cual no es fácil, después de que Coin les soltara la bomba a su pueblo, ellos no hicieron más que mostrar su descontento, gritando y dándonos sus miradas más hostiles. No tuvimos más remedio que huir, no teníamos humor de enfrentar a esa gente, pero antes de lograr salir de la multitud pudimos escuchar fuerte y claro lo que Coin dijo atraves del altoparlante.

—Si la soldado Everdeen se desvía de su misión ya sea motivado o no, el acuerdo quedará inválido. El mismo será anulado y por lo tanto el destino de los vencedores será dejado en manos de un tribunal.

La voz de Katniss me devuelve a la realidad.
—Avancemos más, estamos cerca del rio —dice para moverse colina abajo con ligereza.

Después de esa noche no tuvimos tiempo de poder hablar, siempre tenía algo en su agenda aunque a mi parecer no querían dejarnos solos, esta es nuestra primera vez solos después de dos días. Las palabras de Coin tienen repercusiones graves, Katniss no estaba tan segura de cumplir su papel como sinsajo, ahora la presión incrementa más, cualquier error suyo le costará la inmunidad a Peeta. Me pregunto cómo estarán, ¿seguirán siendo tratados como huéspedes? Intento con todas mis fuerzas recorrer los miles de kilómetros que nos separan, viajar con mi mente y encontrarlos, transmitirles que no están solos, que no se dejen vencer.

Seguimos caminando por el bosque, los sonidos envuelven mis sentidos, el aroma a pino me llena el pecho de una sensación de paz. No se compara a cómo es mi hogar, aquí el sol no broncea, solo te deja una sensación cálida cuando toca tu piel, el aire es seco no bochornoso, pero aún así extraño ver un atardecer en casa.
Cuando llegamos al rio puedo ver montones de peces  moviéndose con tranquilidad, como todo animal que nos hemos topado, parece que no los han molestado en mucho tiempo.  Katniss se aleja un momento de mi para poder cazar presas, yo en cambio me dedico a hacer trampas, y un tipo de red. Pero no quiero hacer anzuelos, no creo poder hacer uno sin llorar, porque me recuerdan a Mags. Desde que fue el vasallaje no he vuelto a mencionar su nombre, y llorar una noche entera no es suficiente para calmar mi pérdida, pero han pasado tantas cosas que he mantenido mi duelo muy dentro de mi corazón y aún no quiero que salga.

—Eres bueno pescando —dice Katniss y me saca de mis cavilaciones, trae tres aves en las manos, las cuales nunca he visto.

—Supongo que hago honor a mi distrito —menciono, ya tengo un buen tamaño de peces en el suelo—. Aunque creo que los peces son muy inocentes aquí.

—Es verdad, me pasa lo mismo, casi siento pena —dice ella dejando caer su botín, abre el saco y veo que lleva consigo entre nueve conejos y ardillas.