8: Te ves hermosa bajo la luz de la luna.

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Merlina entró al dormitorio a paso ligero, sus pisadas resonaban con fuerte firmeza. La joven se detuvo a medio camino y con la puerta abierta al ver a Enid, sentada en su cama con aire preocupado, abrazada a un peluche y con dedos sobre su hombro. Al ver a su novia tan tranquila y callada, Merlina se quedó inmóvil en la puerta durante un momento, sintiendo una extraña sensación de intriga— ¿Qué está pasando? —pensó.

Enid levantó la vista al oír el ruido sordo de las botas de Merlina y le sonrió abiertamente antes de hablar— Ya has regresado cariño, ¿qué tal estuvo tu entrenamiento? —empezó, con voz suave.

Por un momento se había preocupado, pensó que algo malo le había sucedido, pero pronto comprendió que sucedía. Había días como aquel, donde la noche de luna llena venía con más fuerza que otras noches.

No lo habría siquiera imaginado hasta que la joven Sinclair se lo mencionó. Había ocasiones que la luna afectaba la transformación mucho más que otras veces.

Y eso lo pudo comprobar de primera mano. Y parecia que aquella noche le sucedía algo similar.

Cerro la puerta, dejo su mochila a un lado de la puerta y avanzo hacia su novia con calma, para luego sentarse a su lado, sacando a dedos en el proceso— ¿Qué pasa? —preguntó Merlina, con su voz envuelta en un susurro.

Enid suspiró pesadamente y empezó a hablar con voz un tanto temblorosa— No quisiera transformarme hoy... temo perder el control.

Con qué es eso —pensó Merlina sin un rastro de sorpresa. Hubo una ocasión que Enid se encerró en las jaulas lupinas por la misma razón, por más que Merlina se opuso. Y cuando la noche pasó, al otro día le dijo a Merlina que se había aburrido demasiado— Amore mío, jamás te ha sucedido antes, ¿por qué lo haría ahora?

Enid sonrió un tanto más animada por las palabras de la joven Addams, sin embargo, un suspiro pesado salió de su cuerpo sin aviso— No sé a qué se deberá, pero la noche de luna llena se siente que viene un tanto intensa, y temo no controlarme —dijo mirando fijamente a los ojos de Merlina. Ambas eran conscientes del peligro que significaría para ambas si pierde el control, pero Merlina sentía un inusual atractivo por tener que contener el lobo de Enid si eso sucediera.

En vez de preocupar más a Enid, Merlina solo asintió comprendiendo sus preocupadas palabras y sentimientos— Está bien —dijo abrazándola atrayéndola hacia ella— No te preocupes, ya verás que nada malo sucederá.

Enid volvió a sonreír con alivio y le dio un corto beso en los labios, sabía que Merlina no la dejaría sola.

A medida que se acercaba la noche, un suave olor a humedad se alzaba junto a ella. Desde su posición en el balcón, lograban ver a la luna sobre el horizonte, su intensa luz plateada iluminaba la oscuridad. Solo un largo suspiro rompió el silencio que se había formado poco antes, cuando comenzaron a ver como las nubes se iban despejando completamente el cielo nocturno.

Cuando Enid alzo la vista se quedó inmóvil por unos instantes, con la mirada perdida y fija en la luna llena. Merlina se dedicó a observar la belleza de su novia. Se veía tan hermosa.

— Estás preciosa —le dijo besando su mejilla.

Enid volteo su mirada y le sonrió. Pero justo entonces de su cabeza comenzó a brotar un par de orejas, su transformación estaba por iniciar.

Enid se quitó la bata que traía, después de todo terminaría por romper toda su ropa. Merlina tomo la bata y dio unos pasos atrás dándole espacio. No dejaba de mirarla, estaba maravillada con lo que estaba sucediendo.

Durante el proceso no habló, no quería interrumpir, simplemente disfruto del momento en silencio, viendo como los cambios ocurrían por completo sobre el cuerpo de Enid. Fue entonces cuando lo supo, o más bien, ambas lo supieron; solo era una preocupación de Enid, ella controlaba a su lobo.

Para cuando el lobo hizo acto de presencia se acercó a Merlina y le lamió el rostro. Se sentó a su lado y comenzó a aullar.

La joven Addmas sonrió con ternura mientras acariciaba con suavidad la cabeza del lobo. Después de un momento, entre abrazos y caricias para sentir el suave pelaje de la joven lobo, finalmente decidió que era mejor volver al interior para pasar un rato a solas.

En su habitación, ambas se recostaron en el suelo, Enid envolvió con su cola a Merlina, mientras esta le acariciaba— Tu lobo es magnífico, amore mio. ¿Sabes?, podría verte siempre bajo la luz de la luna y no aburrirme, eres hermosa.

Un solo y suave aullido de Enid, fue suficiente para que ambas pudieran pasar la noche de luna llena juntas y sin problemas.

Dulce & AmargoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora