Capítulo ocho: Fin de semana descontrolado.

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—¡Lawliet! —escuché un grito de mamá, y al abrir los ojos nos miraba a todos con ojos inyectados de rabia.

Observé a mis amigos y fueron despertando poco a poco, observando a mamá.

—Señora Judith... —comenzó Xavier, qué, quien sabe cómo, terminó durmiendo a mi lado.

Mi cuarto estaba hecho un desastre, bolsas de snack's por doquier, frascos de refrescos, bolas de papel, algunos chicos durmiendo en la cama, otros en el suelo, había uno en el escritorio...

Ya comenzaba a entender el cabreo de mi madre.

—¿Me explicas qué carajos pasó en mi cocina? —me preguntó— Tu cuarto parece container, pero me da igual. Muevan el culo y me limpian mi casa. ¡Ya!

Mierda.

Mi madre era tierna, pero cuando le ensuciaban su casa... Era de temer, ni siquiera conocía a los chicos y ya los había regañado.

Salió de mi habitación y me apresuré a levantarme del suelo.

Lenny, Antonny e Isaa'c dormían en mi cama mientras Alex, Xavier y yo estabamos durmiendo en el piso. Becca estaba debajo de la cama...

—¿Qué mierda hace Maison durmiendo en mi escritorio? —les reclamé frustrada— ¡Sal de abajo de mi cama, Rebecca!

La pelíverde salió somnolienta y me miró con miedo.

—No sé cómo termine ahí, lo juro...

—Yo sí —habló Lenny—. Te caiste de la cama anoche y no te diste cuenta, así que optaste por dormir en el piso, terminando debajo de la cam...

Se calló de golpe cuando miró mi cara.

—¿Qué te pasa? —le pregunté, confusa.

—Deberías ver tu cara...

Corrí al espejo de mi peinadora y entendí a que se refería Allenny.

Maldita sea, claro que lo entendí.

Alguno de estos jodidos idiotas me maquilló mientras dormía. Parecía una puta payasa.

Tenía labial en mis labios y parte de mis mejillas, las cejas extremadamente gruesas, un delineado completamente exagerado y una enorme M en mi frente.

—Fue Maison. —informó Isaa'c entre risas. Al cabo de unos minutos todos se unieron a él.

El maldito de Maison estaba durmiendo sobre mi escritorio, ajeno a todo.

Molesta, salí de mi habitación, me dirigí a la cocina y cogí un vaso de la encimera. Lo llené de agua fría. La más fría que encontré.

Cuando iba por el pasillo de vuelta Lau me observó con confusión y poco a poco su cara se transformó en burla.

—Cállate. —la corté cuando ví sus intenciones de burlarse.

Entré a mi habitación con ella tras de mí y el maldito Bulldog seguía durmiendo sobre mi escritorio.

Me paré frente a él, lo observé desde arriba y dejé caer el vaso de agua sobre su rostro.

—Ups.

Abrió los ojos, desconcertado y saltó de el escritorio mirando a su alrededor, confundido.

—¿Qué...?

—Perdón —me disculpé con fingido pesar—, se me resbaló el vaso de agua en tu carita de perro.

Iba a reclamarme, pero cuándo miró su obra de arte en mi rostro lo único que hizo fue reírse.

No si no eres tú © [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora