Capítulo seis: Los ojos de Xavier.

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—¡Lili! —gritó Lenny animadamente entrando en el lugar.

Me encontraba en la panadería de la familia de Alex. La semana pasada él cumplió su palabra y me acompañó, su padre me hizo una corta entrevista y al día siguiente ya me encontraba trabando aquí.

—Lenny... —comencé— Verás, estoy en el trabajo y ahorita no puedo hablar. —ella hizo una mueca extraña mientras asentía.

—Discúlpame, Lili —dió un vistazo a las sillas que se encontraban fuera del local y luego me miró de nuevo—. Me sentaré ahí afuera y esperaré a que salgas, ¿sí?

Asentí. —Salgo a las ocho, en media hora.

La ví correr a la salida y me dispuse a seguir con mi trabajo.

Habíamos quedado juntas en un proyecto de VICTORIA's, y le había dicho que mañana sábado sería el día ideal, pero se negó y me convenció de iniciar hoy.

La observé desde mi lugar y se estaba tomando selfies. Sonreí.

Ya comenzaba a llevarme bien con mis compañeros, los iba conociendo y hasta ahora ninguno me desagradaba. Bueno, casi ninguno. Xavier y yo seguimos con nuestras rutinarias peleas, desde el día del auto ninguno le devolvió la mirada al otro más que para darle un insulto o una burla.

Con Alexie las cosas iban distintas; ya éramos cercanos nuevamente y me dí cuenta de qué cómo él dijo; no todas las personas cambian, o no del todo. Tuvimos una charla y me platicó que también me extrañó mucho, que debíamos recuperar tiempo perdido. Ese día volvimos a ser unos críos e hicimos una pijamada, nos contamos nuestros tres años separados y no sé en qué momento terminé llorando en su hombro mientras le conté lo vivido con papá. Él me abrazó en todo momento para después contarme chistes malos que mejorarán mi ánimo. Eso no cambió en él.

Volví a la realidad cuando tenía a alguien tras el mostrador. Atendí al señor que venía comprando un pastel y de nuevo quedó vacía la caja. A estas horas de la noche la panadería es poco concurrida. Cuando hay mayor trabajo es en las tardes, de tres a cinco específicamente. Las demás horas supongo que el señor Andrés la mantiene habierta por si acaso.

Veinte minutos pasan y solo tuve cuatro clientes. Miré a mis compañeros y platicaba entre si, sonrientes. Eran dos chicos y una chica de los cuales no sabía el nombre, tampoco me esmeraría en averiguarlos.

Veo la hora en el reloj de mi muñeca. 08:06 p.m.

¿A qué hora llegará Alex? Él era el encargado de cerrar el negocio y siempre era puntual, pero hoy no estaba por ningún lado.

Miré distraídamente afuera y lo miré, sentado y tranquilito hablando con Allenny. Con razón.

Al parecer sintió mi mirada porqué volteó, y al notar mis ojos asesinos sonrió como un angelito. Se despidió de Lenny y fue hasta mi lugar.

—¿Que tal el día? —me preguntó colocando los brazos sobre el mostrador.

—Aburrido —suspiré—. Recuérdame porqué quise buscar un trabajo.

Rió. —Porqué no quieres incomodar a tu madre y quieres ser independiente.

—Ah, sí —también coloqué mis brazos sobre el mostrador, para estar más cerca de él y poder hablarle bajo—. Creo que le caigo mal a esa chica —le dije señalándola con la mirada, era mi compañera de trabajo—, y es porqué le gustas.

Él puso la mayor mueca de asco.

—¿A Brenda? —la miró disimuladamente y luego negó con la cabeza— Estás loca, ni siquiera hemos cruzado más de dos palabras. Además ha de saber que no tiene oportunidad, no me gustan las mujeres.

No si no eres tú © [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora