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-No lo sé, Alfred- dijo Delancey mientras ambos recorrían una pequeña boutique- no encuentro algo que sea mi estilo, quizás si...

-El amo Bruce, no va a permitir que lleguemos sin comprarle nada- recordó suavemente- seguramente encontraremos algo.

La chica suspiró, mientras que ambos recorrían los aparadores, pasando los diferentes atuendos, seleccionando alguna que otra opción, que Delancey terminaba descartando, frunció sus labios, mientras salían de la tienda. Llevaban al menos dos horas buscando algo, pero ninguno encontraba algo que realmente les gustara.

-No sé a dónde iremos, no sé que debería elegir, o si será demasiado o si será muy poco.

-No se preocupe, yo sé a dónde va y por eso vine con usted- sonrió Alfred, la chica confiaba en el, solo porque Bruce confiaba ciegamente en Alfred, y ¿por qué ella confiaba en Bruce? no tenía ni idea. La chica mordisqueó su labio- no tiene que estar nerviosa.

-No estoy nerviosa.

Se cruzó de brazos, alzando los hombros mientras caminaban, Alfred alzó las cejas divertido, la pelinegra miró hacia uno de los maniquíes, tenía un vestido rojo hermoso, cuello en V, con cintas que lo ataban detrás de su cuello, junto a un tajo en su pierna, la chica tocó suavemente la tela brillante y sonrió.

-Ese quedaría perfecto- aseguró Alfred, mientras Delancey miraba aún con ojos de ilusión el vestido, miró la etiqueta, notando que era un poco costoso- el amo Bruce no tendrá problemas con pagarlo, me dijo específicamente que el vestido que usted quisiera, podía comprarlo.

Delancey sentía que Alfred leía sus pensamientos, terminó por aceptar, diciendo que iría a probarlo, una de las dependientas la guió a los probadores, Alfred se sentó afuera, sosteniendo la tote bag de Delancey, la chica corrió la cortina, y se miró en el espejo, se quitó la ropa y las botas, aún tenía los puntos de la herida, pero iban muchísimo mejor.

Se puso el vestido, cuando se miró en el espejo, nunca se sintió tan hermosa, el vestido quedaba perfecto, se ajustaba en los sitios correctos, y caía natural hasta revelar la pierna de Delancey. La pelinegra supo que ese era el vestido correcto, salió del vestidor, Alfred al verla, sonrió suavemente.

-Si me permite opinar, le queda precioso, señorita Scott- dijo el educadamente- estará radiante para esta noche.

-¿Crees que le guste a Bruce?- soltó sin pensar, rápidamente se avergonzó de su comentario, con las mejillas sonrojadas, se giró para verse en el espejo alto del salón.

-Sería un tonto si no- respondió Alfred- vaya a cambiarse, necesitamos ir por otras cosas. Creo que escogió el vestido perfecto.

Delancey asintió un poco más segura de si misma, Alfred le avisó que la esperaría en la caja, la chica se vistió, colgando el vestido con cuidado, estaba atando los cordones de sus botas, cuando escuchó a una de las dependientas hablar.

-¿De quién será el dinero que está gastando? esa chica no tiene dinero ni queriendo- se burló, escuchó otras risitas femeninas.

-Silencio, no sabemos si sigue en los probadores- susurró la que estaba atendiendola. Delancey alzó sus pies, abrazándose a si misma, aún sentada en el pequeño taburete morado de la boutique.

-¡Sabes que tengo razón!- dijo la primera que habló- debe tener un sugar daddy, encima con esa chaqueta roñosa, acaba de conseguir un sugar y comenzó a gastar su dinero... si no, estaría comprando en el mercado.

-La escuché mencionar a Bruce- soltó confidencial- ella y el hombre que está en caja, hablaban de Bruce, estoy casi segura que es Bruce Wayne.

-Dios mío, ¿Bruce Wayne cogiéndose a una chica así? pensé que salía con Dominique.

godforsaken | bruce wayne. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora