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delancey scott está sumida en sus pensamientos, mientras tiene la mirada fija en el libro de sylvia plath que está leyendo, el andén del metro se mueve constantemente, en parte por el viaje y otra por lo descuidado que está. El asiento dónde está sentada se encuentra al lado de la salida y está garabateado con dibujos obscenos y paganos. La pelinegra no mira a su alrededor, porque sabe que en Gotham entre menos mires mejor.

La señal le avisa que están llegando a su parada, guarda su libro en el bolso de tela y se pone de pie, manteniendo el equilibrio, táctica que ha perfeccionado durante los años de andar en metro. Las puertas dobles se abren y junto a ella salen cinco personas más, la estación está aún más descuidada que el vagón, pero intenta no encontrar ningún detalle en ellos.

Bajó las escaleras, cruzó la calle rápidamente y tocó la pesada puerta de metal, uno de los gemelos abrió la puerta y al verla la dejó pasar.

-Hola Delancey, llegaste temprano- habló el hombre, ella se encogió de hombros.

-No quiero que Oz se enoje otra vez- respondió recordando, que la última vez que llegó tarde, la hicieron limpiar todo el lugar sola. El chico asintió y ella siguió su camino hacia los "camerinos", de paredes transparentes.

Desde que Selina Kyle se había ido, Falcone había muerto y Batman había salvado Gótica de la terrible inundación, el trabajo secreto de Delancey era cada vez más demandante.

La pelinegra huérfana desde los doce, había estado en custodia de su tío, pero ahora el se encontraba incapaz de hacerse cargo de ella, así que al ser mayor de edad, dejó la universidad y comenzó a trabajar, eso hasta que Oz la encontró y le contó que su tío había sido amigo suyo y que le daría trabajo a la chica, dónde le pagaría mejor.

Si le pagaba mejor y eso le ayudaba a vivir en un apartamento medianamente decente, lejos del callejón de la muerte. Sin exagerar. Pero el precio que debía pagar, era más alto de lo que pensó, puesto que Oz ahora la usaba para cobrarse las deudas de su tío.

Oz la tenía encerrada bajo llave, prácticamente.

-Llegas tarde- habló Cora, al verla llegar. Ella rodó los ojos.

-Llegué diez minutos antes- replicó, pero la mujer negó con la cabeza, sacando el maquillaje y la peluca para arreglar a la chica.

-Y sabes que me toma más de diez minutos arreglarte, tienes que subir al escenario rápido.

La chica asintió, desvistiendose, se puso rápido el traje de lo que parecía era un "payaso", este era bonito, sin tener en cuenta que debía desnudarse, la falda era corta y el escote pronunciado.

Cora la maquilló y ella se puso sola la peluca rubia, se miró en el espejo, soltando un largo suspiro. Se fue de ahí sin despedirse de Cora, siguiendo el camino hacia el escenario, dónde una de sus compañeras recogía el dinero que le habían lanzado.

La chica traga grueso, cuando sube al escenario fingiendo una sonrisa, no está contenta de ahí, para nada, pero debe hacerlo, debe trabajar y aunque hoy le toca en el tubo, le consuela saber que mañana solo tendrá que servir tragos.

El Iceberg Lounge es la causa de todas sus pesadillas y males.

Escucha los silbidos de los hombres, los comentarios babosos y ella siente que aún es una niña, que debería estar estudiando como su amiga Kayla, que debería estar haciendo cualquier otra cosa, pero sabe que le tocó esto por ahora y que en el futuro todo será mejor.

Baila en el tubo de forma sensual, moviendo sus caderas, la peluca está bien puesta, por lo que sube una pierna al tubo, girando alrededor de el. Los billetes caen en el escenario y ella tiene que hacer muecas como si fuese un mimo, no se acerca a los hombres pero ellos aún así lanzan billetes.

godforsaken | bruce wayne. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora