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—Feliz cumpleaños pequeños. —dice el piloto de red bull.

—Gracias por venir amigo. —agradezco al neerlandés.

—No gracias a ti, por no irte otra vez. —pone mala cara y se va.

La situación había quedado en la cuerda la relación entre nosotros tras lo lucedio el último tiempo.

Me importa muy poco lo que decía de mi lo último que quería era que lastimaran a mi famila.

—Cielo, te estoy llamando. —dice mi novia.

—Perdón mi amor. —contesto.

—¿Estas bien Charles? —pregunto.

—Si lo estoy, mi amor te parece bien que hagamos oficial el compromiso hoy. —ella me mira con cara de no entender mi idea.

—Si, ya sé que dijimos de aguantar un poco más. —respiro profundo. —Te amo, quiero hacerlo hoy.

—Si. —besó sus labios.

—Papá. —llama unos de mis hijos.

—¿Qué pasa hijo? —preguntó.

—Quiero que vengas a jugar conmigo. —hace puchero.

Me agacho a su altura para poder hablar mejor. —Ya voy. —se atrapa a mi y lo llevo a jugar con en inflable.

Si me preguntan como estoy ahora, diría que estoy en la mejor parte de mi vida. En Ferrari podría estar todo mal pero mi familia, es lo
más importante. Me voy a casar con el amor de mi vida y creo que nunca lo hubiera podido creer.

El almuerzo marchaba de ensueño, estaba tratando de volver a crear el vínculo que tenía con la familia de Liz. Ya no tenia la confianza de Abi, ella era como una hermana menor, se que ella todavía no perdona por lo que le hice a Liz.

El sonido de mi cuchillo contra la copa, hace retumbar en en el lugar donde nos encontramos, llamando la atención de todos.

—Ahora que tenemos la atención de todos, queremos primero agradecerles por haber venido, cada uno por haber amar a nuestros hijos se que ellos no podrían describir pero sabemos que aman acá uno de ustedes.
—habló. —Y les tenemos una noticia.

—¿Y el tercero para cuando? —un grito de la mesa se hace presente, era Arthur.

—Ya déjalo hablar, Arturo. —se queja a Abi.

—Gracias Abi. —agradezco.

—La noticia que les queríamos dar es que Liz y yo nos vamos a casar. —besó la mejilla de mi mujer. —Te amo. —susurró.

—Felicidades chicos, son una pareja muy bonita y les deseo lo mejor. —dice mi madre.

—Gracias ma.

[•••]

Los invitados canta el feliz cumpleaños, lo canta es muy gracioso como los niños se emocionan como la venga sale de los pasteles de cada uno.

—Cuidado, Gio. —lo salva Liz de manera de que no sé queme. —Ya lo podes soplar. —ríe mi rubia.

—Felicidades mis bebés. —besamos sus mejillas.

—Quiero pastel. —chilla Mateo.

—Ya te van a servir. —lo retó riendo.

Una llamada del teléfono del teléfono de Liz hace que ella deje la atención en nuestros hijos.

—Charles puedes cuidarlos, es importante. —deja un beso en mi labios y me deja con ellos y los invitados.

—Arthur. —llamó a mi hermano. —¿Nos sacas una foto? —le doy mi teléfono.

—Son tan lindos. —dice Arthur.

Mis hijos sonríen, cuando mi hermano les dice que sonrían, yo estado sonriendo desde que me levantaron saltando. Esta mañana estuvieron muy feliz, ya que sabían que eran su cumpleaños, podría tener muchas fechas triste por sucesos que pasaron en el pasado, pero sin hecho ellos no podría estar hoy, frente a mis hijos con la felicidad que son los dos niños más felices del mundo, qué hay personas que los aman todo los días.

Lo que más quisiera es que mi padre y el padre de Liz estuvieran acá, viendo lo felices que somos y la familia que somos, y que hemos creado.

En un cuatro meses íbamos, íbamos a convertirnos en marido y mujer, tanto como lo habíamos decaído desde que somos niños.

Pasamos de ser mejores amigos, a de acostarnos, a no vernos durante años, a pasar a tener una familia.

—¿Alguien vió podría decir dónde está, mi hija? —pregunta Mimi.

—Fue a atender una llamada. —la miro a lo lejos y sigue hablando por teléfono. —Ahora la voy a buscar.

Camino hasta la rubia, y la veo como su voz es débil, como si estuviera llorando, se partiría en corazón saber que alguien la lastima.

—Perdóneme, lo tengo que dejar. —cuelga la llamada y se da vuelta y se da cuanta de mi presciencia. —Ay, Charles no te vi. —limpia su lágrimas.

—¿Estas bien cielo? —acaricio su mejillas.

—Si, lo estoy, perdón por estar así. —trata de no llorar más.

—No mi amor, no lo estás, cada vez lloras más, enserio quiero sabe que te paso, para poderte ayudar. —pongo mi frente, frente a la suya.

—Charles, perdóname en serio, no lo quería hacer. —su llanto es muy fuerte me rompe el corazón.

—No, por qué tendría que perdonarte, no hiciste nada malo, nunca hiciste nada. Es yo soy el que la caga todo el tiempo por nuestra familia y por nuestra... —me interrumpe.

—Estoy embarazada, persóname enserio yo sé ya tenemos a los mellizos y si hubiera podido seguir con mis anticonceptivos... —ahora soy yo la que la interrumpe.

La besó. Se que es la manera que ahora de tranquílese, sus hormonas están muy dispersas y sus sentimientos están muy al borde de la línea.
—Gracias. —besó sus labios repetidamente. —No sabes el hombre más feliz del mundo, y tener otro hijo o hija con vos que lo que quisiera, tendría mil hijos contigo, haría toda mi propia escudería contigo.

—Te amo, Charles

—Te amo, Liz. —besó sus labios otra vez.


 —besó sus labios otra vez

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ZONA DE CONFORT ━━━charles leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora