Capítulo 1

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Había un poco de conmoción después de que el escarabajo hubiera sido robado, impidiendo la búsqueda. Harrow no parecía estar molesto frente a los demás, solo utilizaba en su discurso palabras suaves que traían una calma inmediata.

Una que Aya no podía encontrar. Tan cerca de aquel Dios, a tan solo poco para que la verdadera justicia se hiciera presente, después de tantos años de espera. Escuchó aplausos y gritos de alegría, mientras los demás se desplazaban dentro del edificio, y Arthur solo se despedía de ellos con una sonrisa, hasta quedar frente a ella.

—Estamos tan cerca de que el nuevo mundo esté presente —dijo él, con su ronco tono de voz, sin dejar de sonreír. Aya apenas y pudo asentir—. No te dejes consumir por el odio, Aya, pronto estará aquí el avatar de Khonshu, me encargaré de hablar con él.

Por las buenas. Terminó esa pequeña voz en su mente. Después de todo, ese hombre había estaba siendo el mayor problema para cumplir la misión.

—Yo... lo entiendo.

—Lo sé, acompáñame, Aya, eres la indicada para estar a mi lado.

Aya solo asintió, y caminó detrás de él hasta la salida, donde quienes se encargaban de transportar al avatar, le daban la bienvenida, y señalaron el interior del auto, donde se podía ver la mirada confundida pidiendo, lo que parecía ser ayuda. Arthur abrió la puerta, y dijo su nombre.

—Steven Grant, te escucho...

Pero eso no era de su interés. Aya apenas y podía prestar atención a la conversación que mantenían ambos hombres. No, cuando la figura imponente del antiguo dios, de cabeza huesuda de un cuervo, se erguía frente a ellos. Aquel mismo dios, a quien se quería enfrentar. Apretó los puños, y respiró hondo.

No ahora, aun debes esperar, se dijo, como un mantra. No debía decepcionar la promesa que había guardado por tanto tiempo.

Cuando entraron al recinto, no interrumpió la plática y se alejó de ellos, ignorando por completo a todos. Necesitaba alejarse, para deshacerse del hormigueo en sus manos, y el amargo en su paladar por querer enfrentarlo. Se recostó a la pared más cercana, y cerró sus ojos, queriendo tener un poco de tranquilidad.

Aunque no duró mucho para ella. Pudo sentir como el piso bajo sus pies tembló, y una luz violeta se hizo presente. Lo había visto antes, era el poder del Ammit. Corrió al encuentro de Arthur, quien había dejado escapar a ese animal entre los gritos de los demás.

—¿Escapó? —preguntó ella, a lo que el hombre solo asintió—. Arthur... ¿puedo ir por él?

Arthur la miró en silencio, dejando caer su mano sobre el hombre de la joven—. Puedes hacerlo, hija mía.

Aya no dudó y corrió detrás de la conmoción, entrando a la habitación, donde los vidrios rotos llamaron su atención. Se asomó por esta, donde podía ver como el avatar no dejaba de actuar extraño. Se preparó y saltó, escuchando como solo gritaba debajo de ella. No duda en atacarlo, notando como apenas podía mantenerse concentrado en su alrededor.

Detrás de ti, Steven.

Steven levantó su puño contra el chacal, preparando la oportunidad perfecta para atacar, quería demostrarle a Marc que sí podía. Lanzó el golpe, y en segundos terminó arrepintiéndose, cuando una chica frente a él, se tocaba el rostro.

—¡No, no, no! Lo siento, ¡Ay no-! No quería golpearte, pero, luego él-

Aya solo lo observó, tratando de dar más de una excusa sobre el golpe sobre su rostro, que ahora podía sentir, el pequeño corte en su labio inferior, dándole la oportunidad de probar el sabor metálico de su sangre. Sus ademanes empezaban a ser demasiado infantiles. Aya respiró hondo para no terminar de reír frente a él.

—Tranquilo, Steven, no es la gran cosa.

—¿Segura?

—No —respondió Aya, devolviendo el golpe sobre su rostro, viéndolo caer, mientras se arrastraba por el piso, queriendo alejarse de ella.

—¡Espera! No, no tenemos que pelear. ¡Podemos hablar! Hablar siempre ayuda a solucionar los problemas ¡Ahhh!

Gritó Steven, en lo que Aya lo tomaba del tobillo, arrastrándolo hasta donde ella estaba-—. No quiero hablar contigo, ni con ese inútil dios.

—¡No tienes que hablar con él! ¡Es- escucha! La justicia de Ammith no es la correcta, no hay manera de juzgar a niños por pensamientos. ¡No todos son los malos! —terminó de decir, empujándola, mientras corría detrás de un auto. No quería golpearla, era una chica contra él. Una que golpeaba demasiado fuerte.

Dame el control, Steven, puedo ayudarnos.

—¡No! ¡La golpearas!

¿Prefieres que ella lo haga?

,Bien, hablemos ¿Steven? ¿verdad? —Steven asintió—. Puedo ayudarte, ¿Quieres volver a la normalidad? Es algo de lo que me puedo encargar —ofreció ella, volviendolo a hacer caer. Steve levantó la mirada, e incluso con la máscara ocultando sus expresiones, aun podía escuchar la duda en su voz.

—¿Lo harías...?

¡Steven, no le hagas caso! ¡Ella no puedes hacer eso!

—Lo hago. Te doy un minuto, avatar de Khonshu. Menos de eso, no esperes mucho de mí.

Aya levantó la mirada notando como Khonshu aún estaba sentado sobre el soporte del edificio. Observándolos, sin interferir en su batalla. ¿Es tan egoísta era que prefiere solo mirar y no ayudarlo? Quiso maldecirlo un poco más, pero fue entonces, que una explosión la hizo retroceder un poco. Había logrado esquivar lo que se acercaba a ellos, pero no fue lo mismo para ese avatar, que ahora rodaba por el suelo, jadeando por el golpe. El gruñido la hace levantar la mirada, donde el chacal se preparaba para atacarlos.

Esto no estaba en los planes, pensó, al momento en el que venía hacia ella.

Golpeó sus patas, y lo lanzó sobre Steven quien apenas podía parecía manejar la situación.

—¡¿Pensaste en mi oferta?! —gritó Aya, tomando la tubería sobre la calle para volver a golpear al chacal, mientras que Steven volvía a ser estampado sobre auto.

—¡Apenas y me puedo mantener vivo! ¡Aléjate, no te acerque-! —lo escuchó decir. Aya volteó hacia donde había caído una joven mujer.

—¡Vete! ¡Esto no te incumbe, saldrás herida!

—¡Vete al diablo! —gritó la otra. Aya solo negó para sí misma en lo que veía como ambos estaban siendo golpeados por el chacal, sin ningún problema. Se cruzó de brazos, y solo siguió observando como pronto sería su bocadillo. Suspiró, acercándose a ellos, tomando a Layla y la apartó de la pelea, pero eso no pareció detener a la chica, quien empezó a lanzar golpes hacia ella.

—Detente ahora —advirtió Aya, pero eso no funcionó con Layla, quien continuó tratando de hacerla caer.

Aya aprovechó la conmoción, además de los gritos que daba el avatar para separase de ella. Volteó hasta donde estaba Steven contra el autobús, levantando la mirada, el elegante traje blanco que utilizaba empezó a ser remplazado por un traje de batalla, mientras los temblores de su cuerpo se detenían y cierta presión parecía venir de él, mientras se acercaba en su dirección.

—Llevatelo de aquí —escuchó decir a Layla. Algo que no dudo en hacer el avatar, en lo que también aprovecho en escapar su cómplice.

Aya, asintió para sí misma mientras se alejaba de la multitud, apretó los puños debido a su enojo. Lo había escuchado de Arthur antes, pero verlo ella misma era distinto. Steven estaba fragmentado, y alguien tan débil de mente estaba en manos de ese dios.

—Lo siento, Arthur... no logré seguirlos —dijo, bajando la mirada, sintiendo como la mano de aquel hombre acariciaba su cabello, no enojado con ella.

—Tranquila, hija, tenemos lo más importante ahora —respondió. Levantando la palma de su mano, donde ahora estaba el escarabajo. 

 Protegida de los dioses [Moon Knight]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora