Capítulo 2

188 24 4
                                    

El Cairo

Sin esperar mucho más tiempo, Aya veía su llegada hacia el Cairo cada vez más cerca, aunque sabía que la verdadera voluntad aún no se había cumplido. A bordo del avión, la gente no paraba de celebrar y entonar cánticos en honor a Ammit. Para Aya, sin embargo, escucharlos resultaba un tanto molesto y solo anhelaba que todo terminara para poder descansar de una vez por todas. Esperaba que sus pensamientos, que la atormentaban día y noche, pudieran detenerse. Ahora todo dependía de Harrow y la brújula que marcaba el camino hacia su destino.

Una vez que bajaron del avión, Aya echó un vistazo a su alrededor, un sentimiento de tristeza amarga se apoderó de su pecho. Había regresado al lugar donde nació, pero no tenía la fuerza para estar allí. La imagen de su madre, que siempre la rodeaba en su infancia, ahora solo le causaba dolor. La multitud animada, que disfrutaba de la presencia de los animales como parte integral de su religión, ahora le parecía falsa y agotadora. Aya se sentía atrapada, tratando de ocultar sus propias heridas y fingiendo que todo estaba bien.

—¿Estás soñando despierta, hija? —preguntó Arthur, mientras se encontraban juntos a un lado de los carros que habían conseguido para emprender la travesía hacia donde la brújula los guiaba a través del vasto desierto.

—Solo trato de distraerme de los problemas —respondió Aya con una nota de tristeza en su voz.

—No habrá problemas en el futuro, ¿lo recuerdas? —le recordó Arthur con confianza, mientras Aya asentía en silencio. Aunque era considerada una deidad menor en la mitología egipcia, Ammit era la juez del más allá y su papel en el juicio de los muertos era crucial. La justicia que ella podía proporcionar no solo era esperada en el mundo de los muertos, sino también en el mundo de los vivos. La creencia en su poder divino era profunda y arraigada, y su nombre era invocado como una fuerza justiciera en momentos de necesidad. Incluso ahora, en el viaje de Aya hacia el desierto, el nombre de Ammit se había convertido en un canto de victoria para aquellos que buscaban su intervención.

—Arthur... —dijo Aya tratando de ocultar la duda en su voz— ¿Y si las acciones de Ammit provocan el caos en lugar de la paz que todos esperan?

Aya se arrepintió inmediatamente de sus palabras cuando notó las miradas pesadas de los demás posarse sobre ella. Se sintió estúpida por haber hablado sin pensar, recordando la forma en que el avatar de Khonshu intentó convencerla. Pero al mismo tiempo, no podía negar la necesidad de una justicia equitativa para mantener el equilibrio en el mundo.

Arthur la miró con calma y le respondió—. Ammit es una deidad sabia, hija. No juzga solo por los pensamientos, sino por las acciones de cada ser humano. Si hacemos el bien, no hay nada que temer. Además, la llegada de Ammit no solo traerá justicia, sino también la paz que tanto anhelamos.

Aya asintió en silencio, sabiendo que Arthur tenía razón. Pero aún así, su mente no dejaba de preguntarse si el poder de Ammit podría traer consigo consecuencias inesperadas.

—Lo siento.

—Tranquila, sé que no dudas de la diosa Ammit, pero no lo vuelvas a decir. ¿Comprendes?

Aya se sintió acorralada por la mirada de los demás al hacer su pregunta sobre Ammit, sin encontrar una respuesta adecuada para defenderse. La voz del ex-avatar de Khonshu, que siempre había sido tranquilizadora, ahora se volvía amenazante en su memoria. Decidió asentir sin agregar nada más, consciente de que cualquier intento de explicación solo podría empeorar las cosas. Los vehículos se detuvieron y tuvieron que continuar caminando en dirección al punto indicado por el escarabajo. La tensión disminuyó y el ambiente volvió a ser de calma, pero Aya no dejo de sentir esa incómodidad.

 Protegida de los dioses [Moon Knight]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora