Alexander se encontraba en su estudio, contemplando el fuego crepitante de la chimenea. Aya finalmente se había quedado dormida en su habitación después de haber quedado en silencio, sumergida en sus pensamientos. Muchas veces sus cejas se arrugaban, otras veces mordía su labio inferior, y las tres tazas de chocolate parecían funcionarles.
Al igual que a Shani.
El crepitar del fuego era lo único que se escuchaba en la habitación. Alexander se sirvió un trago y le dio un sorbo, sintiendo el whisky calentar su garganta. ¿Qué estaría soñando Aya en ese momento? ¿Pensaría en ese hombre que le había roto el corazón pero que también despertaba una pasión voraz en ella?
Alexander nunca entendió que veía a Shani en Khonshu, y tampoco comprendía la atracción de Aya por ese extraño personaje de múltiples personalidades. Pero el amor funcionaba de maneras misteriosas. Y si Aya decidió perdonarlo y entregarle su corazón nuevamente, él respetaría su elección. Aunque le partiera el alma verla sufrir otra vez.
El reloj de pie en una esquina de la habitación dio las once campanadas. Era tarde. Alexander apuró su trago y se dirigió al piso superior. La puerta del dormitorio de Aya estaba entreabierta y echó un vistazo para asegurarse de que todo estaba bien.
Aya yacía plácidamente dormida, con los brazos rodeando una almohada. Su respiración acompañada y sus facciones relajadas indicaban que estaba sumida en un profundo sueño. Alexander irritante con ternura y cerró la puerta en silencio para no perturbar su descanso, y regresó a la suya.
Una suave luz inundó la habitación. Alexander ni siquiera se inmutó cuando la figura de una gran mujer apareció frente a él.
—Sabías que esto pasaría, ¿no es así? —dijo la diosa con un dejo de tristeza—. Sabías que Khonshu nunca sería capaz de cumplir su deber como padre.
Alexander avanza lentamente, sin apartar la mirada de las llamas.
—Lo supe desde el principio. Khonshu sólo vela por sí mismo, jamás podría brindarle a Aya la guía y el apoyo que necesita. Al final, terminó con el corazón roto.
Taweret suspir con pesar. Aunque habían pasado años, el rencor hacia Khonshu aún ardía dentro de ella. Jamás entendió las decisiones que tomaba, tampoco lo hizo cuando se unió a Shani.
—Sigo muy enojada con él —admitió—. Pero me consuela saber que tú estás aquí para ella.
Alexander le dedicó una suave sonrisa a la diosa.
—Siempre cuidaré de, Aya, Taweret, pero... tú no eres de aparecer de la nada. Es más... ¿Dónde está tu avatar de la última vez? No recuerdo que fuera esta... mujer.
La diosa hipopótamo dio una gran sonrisa nerviosa, bajo la atenta mirada del viejo hombre, sentía que el humano podía ver más allá de lo que quería ocultar.
—Digamos que aparte de ti, nadie a sido mejor. Y Layla era buena, pero decimos que ya no quiere conexión con nosotros.
—Y entonces...?
—¿Y entonces...?
Taweret suspiró—. Necesito un favor de ti, es más, esto ayudaría con la búsqueda de Aya si la reunión sale bien. Obvio siempre debemos ser positivos.
Taweret supo que dio en el clavo cuando la vio dejar atrás aquel vaso de vidrio sobre la mesita, y cruzaba sus piernas—. Después de lo de Ammit, ni siquiera estoy seguro de que escuchen sugerencias.
-Por favor, Osiris lo hará. Ama a Aya casi tanto como odia a Seth.
Alexander negó. Conocía como era Osiris con su hija, pero estaban tan lejos uno del otro que la protección que había colocado en ella, ahora no funcionaba. "Aunque nunca lo hizo" pensó para sí mismo-. Bien... Te escucho.
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Protegida de los dioses [Moon Knight]
Fiksi PenggemarEl odio es un sentimiento poderoso y destructivo que puede consumir a una persona si no se detiene a tiempo. Desafortunadamente, Aya Saleh ha experimentado esto de primera mano, y gran parte de su vida ha sido consumida por este sentimiento. En su b...