Libro tras libro. Repasando cada una de las paginas sin falta, tratando de no saltarse lo que podría ser información relevante para lo que necesitaba. Desde el primer momento en el que ella implantó la duda sobre sí misma, no logró sacarlo de su cabeza. No había a quien preguntarle y que las palabras estuvieran llenas de sinceridad.
Pesadillas de personas sin rostro se volvieron tan recurrente para ella que podría contarlos cada que despertaba como un mal hábito que empezó a tomar. Ese y la espera a su no deseado invitado que llegaba siempre con una suave sonrisa y flores en sus manos.
Jake empezó a tomar partido por su cuenta al visitarla, queriendo su aprobación. ¿Qué necesitaba tenía de hacerlo? Siempre se lo preguntó, no ganaba nada viniendo a verla. No tenía información que fuera a serle útil, y tampoco estaba en el mejor estado para estar siempre recibiéndolo. Deseaba paz, y Jake creaba un caos.
Aya levantó la mirada hacia el reloj que se cernía en su pared, marcaban pasadas de las seis de la mañana. Frotó sus ojos, y bostezó. Estuvo toda la madrugada leyendo cualquiera cosa que estuviera relacionado a ellos, los dioses. Una búsqueda que en internet simplemente podía encontrar, empezó a fastidiarla. Falsos artículos, y grandes ventanas de anuncios que aparecían en su pantalla fueron su punto quiebre. Si quería algo, lo haría a la antigua.
De los libros, siempre se puede encontrar la verdad.
Aya sonrió suavemente, cuando la voz de su madre regresó a ella. Uno de los fieles recuerdos que resguardaba en su memoria celosamente. Era lo único que sí pudo agradecer de su padre. Tener una buena memoria le permitía escapar más de una vez de su realidad, y hacerla feliz, al menos por unos minutos.
-Debería llegar ya -recordó ella, al volver la mirada hacia el reloj, cerrando el quinto libro de los cuatros pilares que había hecho. Pronto se harían las siete, faltaba un cuarto para ello. Era la hora en la que siempre se apareció, tocando la puerta. Tres toques eran suficiente para saber que era él.
Tres toques, y un nuevo tema surgiría por las ganas de hablar por los dos. Tomaría ventaja de su cocina, y terminaría antes de las nueve, partiendo a su trabajo, según él, con la energía renovadas. Gracias a él, Khonshu dejó de aparecer.
-Tengo mi manera de lidiar con él, cumplo con lo que quiere, y Khonshu cumple en no molestarte. Ganamos los tres. Además, obtengo puntos extras.
Ese día le resto importancia a lo que dijo, pero fue solo por su extraño favor que logró apaciguar un poco más sus recuerdos. Ahora solo quedaba la extraña manera de ser que mantenía consigo, aquel avatar.
Tres toques. Allí estaba. Como de costumbre, Aya trató de borrar la sonrisa que surgió por inercia sobre su rostro, y se arrastró fuera de su habitación aun con su cómoda pijama. Recogió su cabelló en una coleta alta, y abrió la puerta. Como todas esas veces que viene a visitarla, las flores estaban en sus manos, y el desayuno en otra.
-Aya... ¿No has vuelto a dormir?
-Soy hija del dios de la luna. Soy un ser de oscuridad, Jake. No puedes cambiar eso -respondió en ironía, dejándolo entrar.
-Debes descansar, cariño. Haz estado sobreexponiéndote, en algún momento vas a colapsar.
-Por ahora no, Y deja de añadir otro idioma cuando me hablas, es molesto no saber que dices. ¿Cariño? -repitió sin entender Aya, casi mordiendo su lengua.
-¿Sí? -contestó Jake sonriendo, pero ella no entendió. ¿El idiota se burlaba de ella abiertamente? Aya se sentó en su lugar común, cada que Jake venía, mirando sus movimientos.
-Tienes cincuenta puntos menos, ahora.
-¿No es demasiado?
-No, a alguien se le olvido de quien es el departamento, y ya entró en confianza.
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Protegida de los dioses [Moon Knight]
FanficEl odio es un sentimiento poderoso y destructivo que puede consumir a una persona si no se detiene a tiempo. Desafortunadamente, Aya Saleh ha experimentado esto de primera mano, y gran parte de su vida ha sido consumida por este sentimiento. En su b...