X. Alerta roja

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Julieta se interponía entre Edward y Gabriel, en tanto este último seguía apuntándole con una de sus FN Five-seveN

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Julieta se interponía entre Edward y Gabriel, en tanto este último seguía apuntándole con una de sus FN Five-seveN.

—¿Pero se puede saber qué haces? ¿Te volviste loco acaso? ¡Baja esa pistola! —demandó Julieta, exaltada.

—Gabriel —habló Edward apartando a Julieta de enfrente suyo—, era sangre de ovejo. Ayer cuando veníamos lo atropellamos sin querer, era muy oscuro y no habían casas cerca, así que decidimos traerlo y cocinarlo. En el refrigerador todavía queda bastante carne por si quieres ir a comprobar...

—Tú...

—No soy ningún delincuente, así que no tienes nada de qué preocuparte, no le haré daño a Julieta; ella —la tomó por una mano—, es muy especial para mí, en cierto modo, me devolvió a la vida.

—¿Acaso tú... me leíste la mente o algo así? —preguntó Gabriel con el entrecejo fruncido y Julieta sintió como si el corazón le paraba de latir dentro del pecho.

—¿Leerte la mente? —rió sin importancia—, ni que tuviera poderes sobrenaturales para hacerlo, ¿acaso crees que soy un vampiro o algo por el estilo? Lo que leí fueron tus expresiones, e interpreté tus acciones; desde ayer que viniste pude notar que te preocupas mucho por Julieta —abrazó a la chica por los hombros—, así que ya deja de espiar por las ventanas, ella ahora está en buenas manos.

—Lo siento —bajó el arma—, fue una promesa que le hice a su padre antes de que muriera: que la cuidaría.

—Lo sé —dijo Julieta, suspiró aliviada—, los escuché ese día, por eso sé que has estado protegiéndome desde entonces —oteó todo el garaje—. En la madrugada limpiamos todo, por eso no hay rastros de sangre, no tenías por qué alarmarte.

—Lo siento, otra vez —bajó la cabeza un instante en señal de disculpa y la alzó nuevamente, guardando la pistola en el mismo sitio de donde la sacó—. Bueno debo... debo volver al trabajo, tengo muchas cosas qué hacer.

Los tres se dirigieron a la sala, Gabriel abrió la puerta de entrada y se despidió sacudiendo una mano, se sentía algo apenado por la escena vergonzosa que armó.

—Gabriel —habló Edward y el nombrado se giró sobre sus pies, cuando ya había bajado los escalones—, si te apetece puedes venir hoy a cenar con nosotros, nos agradaría mucho tener tu compañía, ¿no es verdad mi amor? —miró a la chica a su lado y sonrió.

Julieta le sostuvo la mirada un instante, curvó los labios fingiendo una enorme alegría y dirigió su vista a Gabriel.

—Ah jajaja, claro que sí, puedes venir.

—Gracias, estaré aquí a las 7:00.

Gabriel se marchó, con algunas cosas dándole vueltas en la cabeza. La mirada de Edward, su presencia, de alguna forma le estremecían, actuaba como un tipo tranquilo y normal; pero parecía esconder algo, en sus palabras y sus gestos era muy cuidadoso, pensaba antes de hablar y analizaba la situación para no dar ningún paso en falso.

Gabriel se sentía motivado.

—Edward Matthew, has llamado... completamente mi atención.

«Alerta roja», podría decirse que era como un bombillo rojo alumbrando brillantemente en la cabeza de Gabriel, como la sirena de un carro de policía. Cuando algo le llamaba completamente la atención, él no descansaba hasta saciar toda su curiosidad.

—Voy a averiguar qué es lo que escondes, Edward Matthew.

~•●•~

—¿Edward, estás molesto conmigo? —indagó mirando con recelo la cara de este.

—No.

—¿Desde cuándo lo sabías, que te había mentido?

—No lo sabía Julieta, lo sospechaba, por la forma en que te comportaste con él y por cómo se comunicaron. Hoy por supuesto, terminé de confirmar mis sospechas, Gabriel parecía conocer la casa muy bien, como si la hubiese visitado muchas veces, ¿no es así?

—Así es —se recostó a la pared, al lado de la puerta de entrada—, dado que la casa era suya, se la vendió a mi padre para terminar de pagar los estudios. —Colocó las manos detrás de su cintura, apoyando las palmas en la pared—. Sus padres murieron en un accidente automovilístico cuando tenía 17, desde entonces ha tenido que defenderse solo en esta vida —se miró los pies—. Mi padre se encariñó con él cuando se conocieron y ambos se ayudaron mucho después de eso; pero, al día siguiente de su graduación en la mejor academia de detectives del país, mi padre falleció, estaba enfermo.

—¿Qué tenía?

—Una miocardiopatía isquémica dilatada con disfunción en el ventrículo izquierdo. —Se alejó de la pared y fue hasta una mesita de cristal en la sala, donde se hallaba el televisor—. Es una enfermedad del corazón, que se caracteriza por una dilatación progresiva de este —cogió un llavero que había detrás del televisor—, aunque mi padre llevaba tratamiento, al final fue empeorando, hasta que sufrió un infarto.

—¿Y no se podía hacer nada para salvarlo a tiempo?

—Un trasplante; pero en primera no había donantes, cuando apareció uno no era compatible y además —se encogió de hombros—, para qué si no teníamos dinero. Gabriel quiso ayudarnos pero, fue en vano.

—Lo siento mucho Julieta.

—Es pasado. ¡Y ya basta de hablar sobre este tema!, que parece que estamos en un velorio. Venga vamos —fue hasta la puerta y la abrió.

—¿A dónde? —se levantó del pequeño sillón donde había estado sentado escuchando a Julieta, ese que su frente da para la calle.

—¿Lo olvidaste? Wow, estás perdiendo facultades vampíricas. Te dije ayer que te llevaría a la biblioteca, ¿ya recuerdas?

—Cierto, vamos. Los libros esperan por mí.

~•●•~

●FN Five-seveN

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Noche de bodas #PGP2024 [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora