Edward y Julieta salieron del inmueble, esta última cerró la puerta con llave y luego junto al vampiro cogió hacia la izquierda, por toda la acera que quedaba de ese mismo lado.
En el otro extremo de la calle habían grandes edificaciones con callejones un poco estrechos y oscuros. La carretera que dividía los edificios de las casas era la principal de Massiel, la segunda ciudad más importante del país, de Zenón. Pasadas cinco viviendas después de la de Julieta se ubicaba el Historian, el museo más grande de la ciudad; al lado de este estaba la biblioteca Livres, seguida de la cafetería Coffee Prince.
Frente aquellas construcciones de estilo colonial, visitadas por la gran mayoría de los citadinos, sobre todo por turistas, la vista de Edward se deslumbró con una enorme plaza de forma cuadrada; en medio de esta un parque de la misma figura geométrica, con árboles de pino en cada una de sus esquinas y una fuente que esparcía agua a chorros, justo en el centro, hicieron que en su rostro apareciera una tenue sonrisa. En su antiguo palacio había un parque parecido...
—Edward —habló Julieta, haciendo que Edward posara su vista en ella—, del otro lado del parque queda la comisaría, donde trabaja Gabriel.
—¿Y tú por qué me lo dices?
—No lo sé, pensé tal vez querrías saber dónde trabaja la "única estaca que puede matarte".
—¿Cómo dices? —Edward la miró con pasmo, cuestionándose al instante por qué Julieta mencionaba eso en plena calle repleta de personas y no lo hizo antes, en la casa, cuando estaban solos.
—Eso, lo que escuchaste —encaminó sus pasos en dirección a Livres.
Edward se quedó quieto, viéndola alejarse. Julieta era para él un gran signo de interrogación, cambiaba de humor en un parpadeo, ahora parecía estar molesta por algo.
—¿Vienes o no? —preguntó al darse cuenta que el vampiro no la seguía.
Edward caminó hacia ella, analizando la situación, estudiando con perspicacia a la Julieta de unos minutos atrás.
—Ooohhh —dijo al darse cuenta de lo que pasaba—, estás molesta porque invité a Gabriel a cenar.
Julieta resopló por la nariz, se cruzó de brazos y le dio la espalda a Edward, actuando como una niña chiquita cuando sus padres la obligan a hacer algo que no quiere.
—Deja de leerme la mente, ¿quieres?
—Nunca lo hice —el comentario hizo a Julieta girarse hacia él en un flash—. Yo... olvidé cómo hacerlo hace mucho tiempo; pero no quiero hablar sobre eso ahora, mucho menos aquí.
—Edward eres como un libro de ficción, terror, misterio y suspenso al mismo tiempo —descruzó los brazos—; pero —se acercó a él y lo miró con trizteza—, por qué tengo la impresión de que si continúo leyéndolo, me encontraré al final con una tragedia.
Edward soltó una risita melancólica; otra vez vino a su mente el pasado que tanto ha querido olvidar, el pasado que se ve obligado a repetir una y otra vez. Por eso, en aquel tiempo, cuando su mundo se vino abajo, decidió cambiar, decidió dejar de ser un monstruo; había perdido la cosa que más le importaba en su inmortalidad, la única cosa por la cual, incluso ahora, miles de años después, desea perecer en el tiempo. Y por eso la mató... a Jouline.
—¿Ya sabes... qué libros me darás a leer?
—Amo tu manera tan evidente e increíble de cambiar de tema —se echó a reír y suspiró—. ¿Qué tan rápido lees?
—Me tendría que sentar donde nadie me viera —contestó.
—Mensaje captado monsieur, tengo el sitio perfecto para ti. Vamos —lo tomó por una mano y juntos entraron finalmente a la biblioteca.
~•●•~
Gabriel se encontraba en su oficina, muy concentrado en una búsqueda efusiva en su ordenador.
«La persona que busca no se encuentra en los registros»: apareció en la pantalla del aparato.
Gabriel tenía acceso no solo a la base de datos de la comisaría, sino también a la del registro de identificación de la ciudad y, no había nadie registrado con el nombre de Edward Matthew.
—¿Coincidencia? No lo creo.
Volvió a hacer otra ronda de búsqueda y nada, otra vez fue en vano. La persona que buscaba no existía; pero era totalmente extraño, porque lo había visto en carne y huesos...
—A no ser... que fuese falso, ese nombre tan raro no puede ser real.
Decidió buscar en internet, pensando que tal vez encontraría en algún sitio web o alguna plataforma alguien con un nombre así; pero lo que halló lo sorprendió sobremanera.
Periódico Brothers Blackstone, del 27/7/1518.
Artículo escrito por la periodista Jeral Blackstone.
Aquella noche era fría y solitaria. Le había dicho a mi hermano Gabriel que buscaría una exclusiva para nuestro periódico, pues en nuestra época existen muchas supersticiones acerca de una luna de sangre, como la que se alzaba sobre el cielo ese día.
Los habitantes del pueblito me habían alertado de que no me acercara a ese lugar, porque allí una vez habitó un monstruo. No saben cuánto aquellas palabras me hirvieron la sangre; pero de la euforia, finalmente tendría una exclusiva, y más una que se remontaba a cientos y cientos de años atrás.
Mientras más me acercaba al lugar, más se me helaba la piel; un castillo abandonado, derruido, se hacía visible ante mis ojos a medida que avanzaba, mientras una comezón atacaba ferozmente la piel que cubría la parte izquierda de mi pleura, donde tengo una marca de nacimiento...
Yo no tenía idea de lo que encontraría ese día, y de que "eso", cambiaría mi vida y la de mi hermano en cuestiones de segundos.
Cuando ya estaba en medio de lo que parecía un pasillo, divisé a mi derecha una rudimentaria roca que...
Gabriel no pudo continuar con la lectura, la foto de aquel periódico que aparecía en el ordenador era vieja, y los últimos párrafos se veían ininteligibles. Solo al final, pudo lograr leer algo, aunque algunas letras no se distinguían.
«...iro Ed... Matth...».
—¿Esto, qué demonios es? —se levantó de la silla donde se hallaba sentado con brusquedad—. ¿Este artículo de hace 500 años acaso habla de Edward Matthew? —Se colocó las manos en la cabeza—. ¿De mí? ¿Existió alguien con mi nombre hace 500 años? —se alejó del ordenador y empezó a caminar de un extremo a otro dentro de la oficina—. Iro... iro..., ¿cuál será el resto de la palabra mn? ¿Qué significa todo esto?
«¿Leerte la mente?, ni que tuviera poderes sobrenaturales para hacerlo, ¿acaso crees que soy un vampiro o algo por el estilo?...». Esas palabras aparecieron de repente en la cabeza de Gabriel.
—Iro... ¡¿Vampiro?! —se quedó inmóvil por unos segundos—. Naa —río incrédulo—, los vampiros no exiten —corrió a sentarse en el ordenador nuevamente y tecleó la palabra «vampiro» en el buscador—. "Generalmente los vampiros se caracterizan por tener la piel muy blanca o pálida, así como también fría, los ojos de color rojo y..." —cesó la lectura—. Al carajo con esto, los vampiros solo aparecen en los libros de ficción y en las películas... ¿O no?
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Noche de bodas #PGP2024 [EN PAUSA]
General Fiction«Érase una vez...», no, es mejor no empezar así; esto no será un cuento de hadas, donde todos vivieron felices y comieron perdices, porque esos cuentos no se hacen realidad. Son las pesadillas, esas historias que se reproducen en la mente como las e...