El blanco es un bonito color, representa la paz y la tranquilidad; pero ella lo odia, sobre todo el día de hoy, porque fue el día que unos meses atrás marcó sería su boda. Le frustraba no haber podido llevar a cabo el sueño de quedar viuda tan joven, todavía peor, sabía que su exprometido había cometido la osadía de robar algo que era suyo, algo que la había convertido en la persona que es hoy.
Cómo no saber de su desfachatez cuando su madre la llamó urgente comunicándole que ese «libro maldito», había desaparecido de la nada el mismo día que se lo entregó. Ya había pasado un mes de lo sucedido; pero se tomó su tiempo en preparar su inicuo plan, sabía que la curiosidad de su ex por querer desentrañar los misterios que encerraba dentro sus páginas ese libro, que había encontrado en las ruinas de un castillo abandonado por siglos, lo llevarían al final de sus míseros días.
«Mataré dos pájaros de un tiro», pensaba con frecuencia mientras esperaba, y qué mejor día que este, cuando su antiguo amante decidió aventurarse en un lugar que los más ancianos del pueblo, tildaban de «macabro».
Cuando se acercó al sitio, tal como lo esperaba, el pasadizo secreto que conducía a la habitación oculta de un antiguo lord, se encontraba abierto. Miró la roja luna que reinaba en el oscuro cielo, sonrió, mientras una comezón atacaba ferozmente la piel que cubría la parte izquierda de su pleura; pero no le importó, sostuvo con fuerza un farol que había llevado precisamente para la ocasión y descendió por las escaleras que conducían a la cámara misteriosa.
No había ni caminado diez escalones cuando escuchó un grito desgarrador, no fue difícil saber de quién provino. Sí, había sido su ex. Con el grito escuchó como si las ramas de un árbol hueco se quebraban al estrellarse contra una pared; sin embargo, la idea de que eran los huesos de su fracasado amor los que se rompían y de que el ser que tiempo atrás descubrió yacía dentro de un granate ataúd, había sido el protagonista de tal escena que, aunque no tuvo la suerte de presenciarla, la pudo imaginar como la mejor película de terror que había visto en su vida; la llenaron de regocijo.
—Amo ese olor —susurró para sí misma y terminó de bajar los escalones—. Mira, pero si creí que era la única espectadora —alzó la pierna derecha y de dentro de su botín negro, sacó un puñal, «hay que estar preparado para todo ¿no?»—. En fin, el cine está reservado hoy, querido —expresó con voz sarcástica, dividiendo en sílabas la última palabra.
Un cuerpo cayó al suelo, inerte, con un filoso cris plateado incrustado en la parte trasera de su cabeza. Sí, ella lo hizo.
—Veamos, esta obra de arte —roció sobre el bulto tendido a sus pies el líquido que mantenía encendida la llama del farol y luego, estrelló el objeto contra el suelo, cerca del difunto, provocando que este se incendiase.
La pequeña habitación cuadrada se iluminó y los despojos de lo que una vez fue un humano, se comenzaron a grabar en sus retinas como un tatuaje en la piel. Curvó los labios, luego sonrió ampliamente, mostrando sus dientes y después, comenzó a carcajearse, mientras se tiraba al suelo, rodaba y al quedar boca arriba, aleteaba las manos, como si jugara en la nieve.
—¿Quién eres? —preguntó alguien, de una voz profunda.
La chica se levantó del suelo y, muy tranquilamente, caminó hacia la figura humana que trataba de ocultarse en la región más oscura de la habitación.
—Hola, soy Julieta Casanova. Y tú eres Edward Matthew, ¿cierto? —expresó, ególatra.
—¿Cómo lo sabes? —le preguntó, dejándose ver.
Julieta oteó una vez más la habitación, hasta que vio la mochila de su ex, fue hacia ella, la abrió y sacó el amarillento y anciano libro.
—Esto —pronunció regresando al ser de gruesa voz, mostrándole el libro—, me enseñó mucho sobre ti.
—Mi diario —intentó agarrarlo pero ella se lo impidió.
—¿Diario? —Abrió el libro con rapidez—. ¡Wow, sí que escribes lindo! —exclamó, con sinceridad, luego cerró el memorándum, lo colocó detrás de su espalda, sujetándolo con ambas manos y se acercó al que llamó Edward—. Mi lord, ¿te casas conmigo?
—¿Qué has dicho humana?
—¿Humana yo? Ja ja ja. Sí, desgraciadamente —se encogió de hombros—; pero tú puedes cambiar eso —se le acercó otro poco, lo suficiente para que ella oliera su aliento putrefacto y él olfateara su aroma a sangre.
Unos puntiagudos colmillos se incaron en la piel de su cuello, y unos rasposos labios comenzaron a succionarle la sangre; no obstante, él no pudo seguir haciéndolo después de diez segundos.
—¿Qué es esto? —se alejó rápida y torpemente, hasta chocar con la pared que le quedaba detrás, dejándose caer en el suelo—. ¿Qué me has hecho, qué...? —se dobló hacia delante y vomitó la sangre que había bebido.
—¿Qué te pasa? —preguntó confusa y caminó hacia él.
Edward se levantó, enojado, la agarró bruscamente por el cuello, la pegó a la pared y la alzó sobre sus pies.
—¿Qué me hiciste? —bramó—. ¿Por qué tu sangre sabe tan mal? ¿Y lo que vi, a través de ti, cómo fue que sucedió? —presionó más su cuello—. ¿Qué le hiciste a este mundo, qué me hiciste, "Bruja Escarlata"?
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Noche de bodas #PGP2024 [EN PAUSA]
General Fiction«Érase una vez...», no, es mejor no empezar así; esto no será un cuento de hadas, donde todos vivieron felices y comieron perdices, porque esos cuentos no se hacen realidad. Son las pesadillas, esas historias que se reproducen en la mente como las e...