—¿Piscis, has descubierto algo? —preguntó Gabriel a una chica de cabellos azules, ya encontrándose en la escena del crimen.
—Gabriel, déjala hacer su trabajo —le dijo Julián cogiéndolo por un brazo, para apartarlo de Piscis, que examinaba a un cuerpo tirado sobre el suelo—. Además, Piscis es la discípula del mejor médico forense de la ciudad Zenón, la capital del país. Mírala —apuntó a la chica con la cabeza—, si hasta se tiñó el pelo igual que Leo Odio, su maestro.
—Julián es que ya no soporto más no poder atrapar a ese bastardo —resopló con hastío por la nariz, colocándose las manos a ambos lados de la cadera. Gabriel se mostraba impaciente.
—Como tú estamos todos amigo —palmeó su hombro derecho—. Ese hijo de puta nos tiene hasta las bolas irritadas; pero lo vamos a coger, ten fe.
—¿Julián, acaso no ves estamos en una encrucijada?, ni siquiera sabemos si es hombre o mujer y aunque su patrón de asesinato es el mismo, no entiendo el vínculo entre sus víctimas...
—O tal vez no hay ninguno —dijo Julián, interrumpiéndolo—, tal vez solo mata por placer. No debería sorprendernos, en el mundo ha habido casos similares.
—Señor, su patrón de asesinato ha cambiado —mencionó Piscis de repente, arrodillada ante el cadáver.
—¿Cómo? —Gabriel junto a Julián se acercaron a la chica y al cuerpo en el suelo—. ¿Cambió su patrón?
—La víctima se nombraba Justin Stone —comenzó a explicar, con el carné del hombre en la mano, que había sacado de su billetera—, sexo masculino, 35 años, vivía en esta misma calle. —Se apartó un poco para que los detectives pudieran ver mejor el cuerpo—. Presenta cinco heridas perforocortantes en la región del abdomen, producidas por arma blanca, de más o menos 4 centímetros cada una, a consecuencia de las cuales sufrió un shock hipovolémico, me atrevo a decir —se levantó—; eso le provocó la muerte.
—Dijiste que el patrón de asesinato de ese bastardo había cambiado —mencionó Gabriel, frustrado—, ¿en qué cambió?
—Por las heridas tanto la víctima como el asesino se encontraban de pie, uno frente al otro —se agachó nuevamente, esta vez frente a la cabeza del hombre muerto, y la giró con una mano, cubierta por un blanco guante, hacia la izquierda—. ¿Lo ven? —en el cuello del hombre se veían dos pequeños hollos—, son marcas de colmillos, fueron provocadas después de recibir las puñaladas, y antes de morir. Por eso digo que su patrón cambió, antes el asesino no dejaba esas huellas.
—¿Colmillos? —se cuestionó Gabriel, casi en susurros, pensativo.
—Cualquier otra información que quieran, lo sabremos en la necropsia.
—Está bien, gracias Piscis —le dijo Julián—, hiciste un gran trabajo.
—Gracias señor.
—¿Gabriel, estás bien? —preguntó al verlo un poco ido.
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Noche de bodas #PGP2024 [EN PAUSA]
Ficción General«Érase una vez...», no, es mejor no empezar así; esto no será un cuento de hadas, donde todos vivieron felices y comieron perdices, porque esos cuentos no se hacen realidad. Son las pesadillas, esas historias que se reproducen en la mente como las e...