6.

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LUNA

Me preparo mentalmente para recibir la nota del último examen de historia que hice. Según Concha, "el peor examen que ha corregido en todo lo que llevamos de curso." Y, aunque a veces lo suele decir para que nos esforcemos más, está vez parece ser que habla en serio porque las caras de decepción por parte de mis compañeros se hacen visibles conforme les va entregando aquel papel.

Cuando se acerca a mi mesa y deja sobre ella mi examen, miro el folio dado la vuelta y pienso en si, de verdad, merece la pena girarlo para comprobar mi nota o por el contrario, es mejor opción dejarlo así y disfrutar de mi felicidad un ratito más. Finalmente, con muchos nervios y sobre todo presión por parte de Sandra, lo volteó. Trago saliva y dejo que sea mi amiga, la que mediante su expresión, me de la respuesta que necesito.

- Un cinco y medio, cuqui. Enhorabuena. -mis ojos se abren a modo de sorpresa y, con la mano en mi pecho, un suspiro profundo sale de mi boca. A pesar de que mis calificaciones no solían bajar del ocho, esta nota esta vez me sabía a sobresaliente.

- No me lo creo. -susurro mientras repaso una y otra vez cada una de las preguntas. Me fijo en los fallos y, aunque en algunos no estoy del todo conforme con la corrección, no me arriesgo a reclamar por miedo a que Concha me baje la nota y acabe siendo otro suspenso más de la clase.

- Un puto cuatro con nueve. -resopla Patri a mis espaldas.- ¿En serio, Concha?

- Es para motivarte, Patricia. -explica esta.- Confío en que te superarás en el próximo trimestre. Tienes mucha capacidad. 

Giro mi cuerpo en dirección a mi amiga para mirarla con cara de póker ante las palabras que acabo de escuchar. Conociendo a Patri, estoy segurísima de que se estaba mordiendo la lengua por no decirle una larga lista de barbaridades a nuestra profesora. Y la entiendo. Las notas de Sandra y Carol tampoco estaban en un intervalo muy lejano, un cuatro y un cuatro con cinco respectivamente, así que los ánimos de hoy no eran los mejores.

Las quejas por parte de la mayoría de los alumnos se extendieron durante toda la hora. Y así, con un aprobado imprevisible, el enfado de mis amigas y el sonido de la campana de fondo, finalizaron las clases de hoy. La semana había avanzado demasiado rápido. Estábamos a jueves y lo único que me motivaba ahora mismo era pensar que mañana tenía el último examen que daba fin a estas últimas semanas de finales. ¿Y que significaba eso? Pues que a partir de mañana sería libre y recuperaría por fin todas mis horas de sueño perdidas.

Desde que pisé el lunes a primera hora el instituto, mis amigas, en su mejor faceta periodística, se habían encargado de hacerme un elaboradísimo cuestionario respecto a mi encuentro con Pablo. Al que tuve que responder con todo lujo de detalles, pelos y señales. Ni que decir tiene que, en cuanto les dije de quien se trataba mi querido chico misterioso, no dieron crédito y de hecho, llegaron a pensar que las estaba tomando el pelo. Mucho más allá de juzgarlas, las entendía. A mi aún me estaba costando asimilar todo aquello también.

Fue en uno de los recreos donde en una videollamada rápida, antes de que Pablo fuera a entrenar, las chicas pudieron verlo y ser más conscientes de que era real y no producto de mi imaginación. ¿Y en que desencadenó eso? En efecto, en un cuestionario el doble de meticuloso que el primero.

Tampoco pude pasar por alto el pequeño "enfado", por llamarlo de alguna manera, de Ruth. A pesar de que pasábamos tiempo todas juntas, ella aún se mostraba reticente conmigo por lo que, nuestro único tema de conversación se reducía a saludarnos y poco más. "Está dolida, ya sabes como es, se le pasará.", decía Carol.

ONLINE | Pablo Gavi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora