4.

2.9K 169 16
                                    

LUNA

Modelo una y otra vez delante de mi grupo de amigas. A pesar de que la elegida para acompañarme esta noche al partido como era de esperar ha sido Ruth, todas quieren aportar su granito de arena de una manera u otra. Yo, que no suelo tardar demasiado en decidir que me pongo, hoy me estaba costando más de lo normal. Y eso, sumado a las distintas opiniones de cada una de mis cuatro amigas, hacía el proceso de elección aún más complicado. Había perdido la cuenta de la multitud de outfits que me habían hecho probar por lo que, llegados a este punto, ir en ropa deportiva empezaba a ser una opción bastante factible. Pero no. Tenía que causar buena impresión.

- A ver, yo creo que la mejor opción es esta. -Carol se levantó y cogió de una de mis estanterías un jersey de color negro que me había comprado mi madre días atrás. En general era bastante simple, pero lo que hacía que aquella prenda destacara eran unas perlas que tenía en el puño de ambas mangas.

- A mi también me gusta, Lu. Es calentito. -Sandra dio la razón a nuestra amiga dirigiéndose a mi armario para buscar algún pantalón con el que combinarlo.- Aunque bueno, teniendo a tu Pablito al lado, tampoco creo que vayas a pasar mucho frío.

El tono con el que pronunció esas últimas palabras y su mirada pícara hizo que tanto yo como Ruth, Patri y Carol, estalláramos en una carcajada. Pero he de reconocer que un calor abrasivo subió hasta mis mejillas en cuanto imaginé que algo así pudiera pasar.

- Oye chicas, se os olvida el pequeño detalle de que voy a estar de sujeta velas. -protesta Ruth cruzando sus brazos y luego, deja escapar una risa de nuevo. En el fondo, ella misma sabía que era la más cotilla de todas y la idea de ser la primera en conocer a Pablo, no la disgustaba. Al contrario.

- No te quejes pelirroja, que además tienes que ser nuestro topo. -Patri la miró divertida y Ruth guiñó un ojo. Esta noche nuestro grupo de whatsapp pasaría a ser una olla a presión en cuanto esta última diera el aviso de que ya estábamos juntos.

Tan solo bastaron un par de golpes sutiles en la puerta de mi habitación para que todas las allí presentes callásemos. Al instante, la cabeza de mi madre se asomó por la puerta y, con una sonrisa, nos avisó de que había preparado algo para merendar en el salón. En ese momento solo podía rezar para que no hubiera escuchado nada de lo que habíamos estado hablando y así poder evitar el posterior interrogatorio respecto a ese supuesto chico.

Ni que decir tiene que no sabía nada respecto a cualquier tema relacionado con Pablo. Pero no era tonta, y como madre, sabía que algo pasaba desde hace unas semanas. Me tranquilizó saber en su momento que, sus máximas sospechas se basaban en creer que el causante de mis insomnios nocturnos era cierto chico con el que me había visto salir del instituto en alguna ocasión. Y aunque no fuera mentira, y aquel chico se tratara simplemente de un compañero de clase, me venía de lujo que pensara así para seguir evitando que descubriera el ligero detalle de que, el verdadero chico que hacía que pasara las noches en vela, aún era inexistente a mis ojos.

Una vez mi madre desapareció de allí, Carol, Patri y Ruth también lo hicieron, asegurando que iban a morir de hambre si no bajaban a merendar. Aunque bueno, más que hambre era "huir del desastre que se había formado en mi habitación". Por suerte era muchísimo menos desastre de lo que apuntaba a ser y, junto con Sandra, que se había quedado esperándome, nos dedicamos a terminar de recoger las últimas prendas que aún seguían sobre mi cama, antes de bajar y disfrutar de las maravillosas magdalenas de chocolate que acababa de hacer mi madre.

ONLINE | Pablo Gavi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora