12.

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LUNA

Suspiro pesadamente mientras muerdo mi labio tratando de contener las lágrimas que amenazan con salir. Las semanas siguientes a aquella noche con Pablo pasaron más lentas de lo que me gustaría y todas ellas habían consistido en estudiar, estudiar y más estudiar sin ningún tipo de descanso, cosa que estaba empezando a pasarme factura. La ansiedad y el miedo a decepcionar a mi gente cercana cada vez se apoderaban más de mí incapacitándome por completo. 

A consecuencia de esto, mis interacciones sociales se habían visto reducidas notablemente. A Pablo, a pesar de que sí que manteníamos contacto diario, tan solo lo había visto en tres ocasiones. De las cuales en dos de ellas habíamos acabado en la cama de nuevo. Tema que también empezaba a comerme la cabeza.

Por otro lado, con mis amigas apenas quedaba fuera del horario escolar. Aunque eso no suponía ningún problema ya que, todas menos Ruth, estábamos ocupadas por el mismo motivo. Así que supongo que todo merecía la pena si el fin era entrar en la carrera de nuestros sueños.

Salgo de mis pensamientos y termino de repasar los últimos ejercicios mientras consigo que mis ganas de llorar desaparezcan por unos instantes. Mañana tengo mi último examen, en una semana me gradúo y seguidamente de ello, comienzo los exámenes de selectividad. Dos semanas más de sufrimiento y tendría libertad absoluta y un verano lleno de planes por delante.

Mi móvil suena y desvío mi atención hacia él encontrándome con una videollamada entrante de Pablo. La cojo sin pensarlo mucho mientras me coloco mis airpods para no molestar a mis padres. Son cerca de las una de la madrugada y no hace mucho que se han ido a dormir por lo que no quiero llevarme una buena bronca.

- Hola guapa. -Pablo al otro lado de la pantalla se muestra sonriente. Lo poco que su cámara me permite ver, deduzco que está en el coche. Su tono de voz cambia al verme. No me he mirado al espejo pero estoy segurísima de que mis ojeras kilométricas y mi moño despeinado no hacen que tenga la mejor presentación posible.- ¿Estás bien?

Niego mientras paso mis manos por mi pelo tratando de peinar los mechones sueltos que sobresalen.

- Llevo un día complicado. -suspiro.- Me juego mucho mañana.

Y era verdad. De este examen dependía si tenía que realizar la selectividad en junio o en julio. Suspender supondría tener menos posibilidades de entrar en psicología o, de entrar en la carrera, supondría tener que irme a otra ciudad más alejada de Barcelona para poder estudiarla. Idea tentadora pero que de momento no entraba en mis planes.

- Vamos, Lunita. Te lo has currado como la que más, estoy seguro de que lo vas a bordar. -afirma mientras desabrocha el cinturón. En efecto, está en el coche.

- Ya sabes que yo y las matemáticas no nos llevamos demasiado bien. -suspiro apoyando mis manos sobre el escritorio. Las ganas de llorar vuelven a mí y ahora es inevitable que una lágrima no caiga por mi mejilla. En los últimos exámenes me costaba llegar al aprobado.

- Espero que eso que acabo de ver no sea una lágrima, señorita. -abre la puerta del coche y sale de él. Se apoya sobre el capó y seguidamente cambia la cámara para enseñarme lo que tiene a su alrededor.

Arrugo mis cejas cuando veo que se trata de mi calle. Está aparcado a escasos metros de mi casa. Antes de que me de tiempo a articular palabra, vuelve a hablar.

- Tienes un minuto para bajar y darme el abrazo que tanto necesitas.

- Pero Pablo...

- Un minuto.

No me da tiempo a responder. Ha colgado.

Reviso mis pintas en el espejo de mi habitación. Unos pantalones grises y cortos de chándal, una camiseta ancha de mi padre y unas chanclas rosa fosforito que para nada pegan con el outfit. Si después de verme así no huye...

ONLINE | Pablo Gavi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora