𝟐-𝟐

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—¿No extrañas, aunque sea un poco, hacer lo que sea y no cumplir reglas? —, cuestionó Mal, mirando a su mejor amiga. Evie frunció el ceño. 

—¿Robar, engañar y pelear?

Mal sonrió, con una chispa de esperanza brillando en sus ojos: —¡Sí!

—¡No!

—¿Por qué? —, su voz salió algo desilusionada ahora. 

—¿Por qué extrañarlo? —, repuso Evie, tomando a su amiga de las manos para ayudarla a levantarse de la cama -quizás sí le había ajustado mucho el vestido- y tirar de ella hacia el televisor, donde veían imágenes de la Gira Real—. M, ven aquí. Mira en donde estamos, en Auradon. Somo chicas de Auradon ahora.

La de cabellos platinados torció los labios. Aunque su mejor amiga siempre la apoyaba, escuchaba y aconsejaba en todo, esta vez no la podría entender. Evie estaba cómoda ahí, pero Mal... Ella solo estaba bajo el foco de atención del reino y a la expectativa de ser una princesa perfecta.

Desde que Mal reveló su amor por las fresas ha recibido cientos de cajas de sus admiradores—, dijo la voz en el televisor. Evie chilló con emoción, viendo la grabación de su mejor amiga llevando una fresa con chocolate a la boca de Ben -tan romántico. 

Mal frunció el ceño y realizó un puchero, siendo que no podía torcer más los labios. Estaba molesta.

Realmente odiaba todo ese acto que había montado por la presión de los reporteros... y de todo Auradon en general. Debía ser una Dama de la Corte, y actuar como tal, porque la mirada pública estaba encima suyo; y ella simplemente no lo era. Quería enviar todo al demonio, y volver a ser ella, incluso si eso implicaba su regreso a la Isla de los Perdidos.

Y, por alguna razón, pensó en Jade. 

—Esta es la tierra de las oportunidades, seremos lo que queramos ser—, un suspiro soñador escapó de los labios de Evie, y Mal suavizó su expresión—. Te lo suplico, dejemos atrás el pasado. 

Pero supo que no podía enviar todo al demonio. Porque no podía arruinarlo todo, para Evie, para Jay, o para Carlos. No podía arruinarlo por ellos.

—Ahora dime. ¿No te gustan? Son hermosas—, y se forzó a sonreír al ver las zapatillas que le había diseñado su mejor amiga. 

—Hermosas, sí. 

—Lo sé. Ven, ya te puedes quitar el vestido, te ayudo—, y mientras Evie soltaba el corsé que le cortaba la respiración, la escuchó jadear y hablar entre dientes—. ¿Has visto a Jade hoy?

, justo ella también estaba pensando en la pecosa. 

Negó con la cabeza y explicó con voz monótona lo que sabía: —El Hada Madrina la suspendió una semana por el golpe que le dio a Chad.

—Pobre JJ... Pero, aunque no creo que sea la forma adecuada, fue un buen golpe. ¿Viste ese gancho derecho? 

Rio por lo bajo, asintiendo. 

—Sí, fue fabuloso. Ni yo habría dado un golpe como ese. 

—Y eso ya es mucho decir—, concordó Evie. Mal se quitó el vestido por fin y se cubrió rápidamente con una bata de baño -no tenía intenciones, ni ganas, de salir más de esa habitación, por lo que se dejó caer de espaldas en su cama.

—Escuché que como castigo adicional tendrá que ver Bondad correctiva: Inicial—, comentó abriendo sus brazos sobre la cama, giró su mirada hacia su mejor amiga viéndola hacer una mueca y gesticular un auch mudo.

Jade || Harry Hook [Descendientes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora