—Shh... No tengas miedo—, susurró, cruzándose de brazos, pero sin detener su andar; era más como un abrazo a sí misma, un intento por mantener un poco el calor corporal y llenarse de valentía—. No hay nada que temer.
¿A quién se lo decía? ¿A Angus o a sí misma?
Dios, estaba aterrada.
—¿Nunca escuchaste eso de que "todos los caminos llevan a Roma"? Bueno, seguro funciona igual—, habló ella en voz baja, como si externalizar el monólogo interno que la atormentaba, fuese a calmar sus nervios. Dio vuelta en una esquina y avanzó varios metros antes de toparse de lleno con una pared de ladrillos—. Tch, este camino es la excepción.
Si las ratas pudieran hacerlo, Angus habría soltado un suspiro de decepción.
Regresó sobre sus pasos, intentando recordar el camino de regreso a la base, con ayuda del mapa de la Isla mal hecho que guardaba en su memoria.
Por supuesto que no recordaba cómo volver. De ser así habría regresado antes del atardecer. ¡Ya debían ser las diez de la noche!
Uno y Dos seguramente estarían vueltos locos intentando decidir qué hacer, si salir a buscarla o informarle a Ben primero. Y en cuanto Ben se enterara... En veinte minutos cruzarían la barrera dos docenas de guardias en busca de la pecosa. No lo dudaba.
Y por eso quería regresar con tantas ansias.
Caminó por la calle, decidiendo ahora guardar sus manos en los bolsillos de su chaqueta, Angus se escondió en uno de los bolsillos internos de la misma prenda.
Se maldijo a sí misma por haber sido tan despistada, por haber confiado en ese chico que apenas horas atrás había conocido, por no revisar su reloj, por no fijarse en las viviendas a su alrededor y no notar que quizás se había desviado mucho.
Aun así, agradeció mentalmente que las calles se encontraran vacías. Le daba un poco de tranquilidad no sentir miradas pesadas en su espalda, siguiéndola con cada paso que daba.
Le pareció curioso, y casi alarmante, sin embargo, decidió no darle tanta importancia. Después de todo, era mejor caminar a mitad de la noche en completa soledad por aquellas calles maltrechas, que tener que apresurar el paso al caminar justo frente a cualquier persona de aura amenazante.
Cantó una ridícula canción entre dientes, como si estuviera dando un simple paseo por el parque.
Moría de miedo, por Dios.
¿Qué había sido eso?
No, no. Ya estaba imaginando cosas.
Reanudó su andar sin mirar atrás, ahora dando zancadas largas aprovechando su metro setenta de estatura.
Ahí estaba otra vez.
Pasos.
La estaban siguiendo.
Ah, maldición. Eso sería un problema.
Apresuró su andar aún más, hasta el punto en el que casi se hallaba trotando.
Sentía su corazón latir con tanta intensidad que casi podía jurar que se saldría de su pecho. Sentía sus extremidades adormecidas.
Sus piernas se seguían moviendo por puro y mero instinto de supervivencia, porque la verdad, ya ni siquiera tenía control de su propio cuerpo.
Y, sobre el sonido de sus propios pasos y su respiración pesada, volvió a escucharlo. Seguían detrás suyo.
Quiso echarse a llorar de pura desesperación. Pero sabía que eso solo le quitaría más el aliento, y en verdad necesitaba escapar tan pronto como fuera posible.
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Jade || Harry Hook [Descendientes]
Fiksi Penggemar[TERMINADA] Mundos completamente distintos, ajenos el uno del otro. Resultaría difícil siquiera imaginar que ellos podrían congeniar tan bien, siendo tan distintos, con pensamientos tan diferentes. Y personalidades completamente opuestas. O eso creí...