𝟐-𝟒

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—Aquí estoy. Lamento la tardanza, olvidé algo en el horno—, frente a los cuatro pares de ojos, de una nube de humo celeste apareció Jade. 

Evie reconoció el atuendo de la pecosa, era uno de los que le había confeccionado meses atrás. Y fue entonces que comprendió todo. Jade Genie no había estado de vacaciones en una isla en algún rincón del mundo, había estado específicamente en la Isla de los Perdidos. 

Ahora tenía sentido. 

—¿Jade vendrá? —, cuestionó Carlos, sacado de lugar. 

—Por supuesto que iré, qué crees. Soy un miembro vital en esta misión—, alegó la pecosa soltando una risa y adelantándose hacia el asiento del copiloto del auto—. Yo adelante. 

—Aguarden—, frenó Evie. Todos se detuvieron en seco, Jade se congeló con su mano a milímetros de la puerta del copiloto—. Algo anda mal. 

Acto seguido, acomodó el beanie azul en la cabeza de Ben, para luego suspirar y explicar con una sonrisa que ya estaba perfecto.

—¡Yo adelante! —, gritó Chico. 

¿Ese perro acaba de hablar?

Las miradas cayeron sobre el animal. Todos preguntándose exactamente lo mismo.

—No, Chico, quédate. La Isla es demasiado peligrosa—, reprendió Carlos. 

—Sí, y además, yo voy adelante—, puntuó Jade, apoyando un brazo sobre la puerta del copiloto ya abierta. 

Chico refunfuñó, inconforme con el regaño y con el hecho de que la pecosa ocupara su puesto. 

—¿Acaso Chico...? —, empezó Jay, pero las palabras no terminaban de salir de su boca. 

—¿Habló? —, terminó Carlos por él—. Sí, luego les contaré. Andando. 

Amm... Andando—, asintió Ben, también acercándose al auto. Y en menos de nada ya todos se hallaban dentro del vehículo, con Jay al volante acelerando. 

Jade abrochó su cinturón, acomodando su bolso sobre su regazo -cuidando de no arruinar el contenido de éste. 

( . . . )

Una vez todos bajaron, los tres muchachos cubrieron el vehículo bajo algunas lonas, para evitar que fuera tan vistoso. Y prevenir algún robo. 

Jade se mantuvo en pie a un lado del vehículo, observando a su alrededor. 

Sentía su corazón latir como si quisiera escapar de su pecho, hasta casi resultar doloroso. Y sus pulmones llenándose de aire tanto que su garganta se sentía seca, y solo respirar dolía.

Y sus manos. Sus manos hormigueaban como si su magia estuviera saliendo de la punta de sus dedos. Pero sabía que ahí no tenía su magia, y que allí era una simple mortal, como todos los demás. Y que seguramente era la más indefensa entre ellos.

—¿Qué hay aquí dentro?—, escuchó a Ben preguntar. Y una alarma inmediata se encendió en el sistema de los tres VK's, tan contagiosa que incluso Jade se halló corriendo hacia su amigo, para alejarlo de ese lugar -sin saber tampoco qué había al otro lado.

—Ben, no—, el aludido miró a su mejor amiga, entendiendo que debía ser más cuidadoso. 

—Chicos, despacio. No queremos que nuestros padres se enteren que estamos aquí—, puntuó Carlos con tono precavido. 

—Sí, vamos—, concordó Jay. 

La escasa luz de luna los resguardaba, ocultando sus siluetas al andar por las húmedas y recónditas calles de la Isla. Andaban en fila, uno tras otro. Carlos a la cabeza, seguido por Jade, Jay, luego Ben y al final Evie. 

Jade || Harry Hook [Descendientes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora