𝟑-𝟔

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—¿Cómo te sientes?

—¿Mejor? Supongo—, largó un suspiro enderezando su espalda para hacer tronar sus vértebras—. Evie me dio unas pastillas, pero no sirvieron de nada.

Uma chasqueó la lengua.

—Come, te ayudará—, murmuró Celia, deslizando un pedazo de pastel en un plato hacia la pecosa.

Sosteniendo una toalla anudada para guardar hielos dentro, contra su sien, se esforzó por sonreír a modo de agradecimiento. Tomó un cubierto y comió pequeños bocados de pastel.

Uma y Celia se hallaban sentadas en frente suyo, ambas comían pastel también. A su derecha, sobre la mesa, Angus y Hook compartían algunos frutos secos que Jade hizo aparecer con un movimiento de manos. 

Las tres chicas comían bocados de pastel en silencio. El tintineo de los cubiertos contra la vajilla siendo lo único que resonaba en toda la estancia. 

Mal llegó por el pasillo, dando lentos y precavidos pasos hacia las chicas. 

—Creo que fue una gran idea revisar el cuarto de Audrey, vamos por el camino correcto—, murmuró hacia Uma -la chica de rastas giró sobre su hombro, mirando a su enemiga declarada arqueando una ceja.

—¿Hay algún insulto ahí que me perdí?

A Mal se le escapó una risita y negó ligeramente con la cabeza: —Solo... te lo agradezco. 

Aww... qué dulce. Ya no se quieren matar—, comentó Jade con sus ojos cerrados debido a la migraña que todavía la torturaba. Uma y Mal soltaron una risita—. Iré por más hielo, ya no queda nada. 

—¡Aguarda! —, apuró Mal, notando a la pecosa ponerse en pie mientras dejaba caer su mano con la toalla a un costado de su cuerpo. Jade enarcó una ceja, atreviéndose por fin a abrir los ojos -a pesar del insoportable dolor—. ¿Nos dirás qué pasó allá arriba? Nos llevamos un susto de muerte. 

Oh, mira, más sustos de muerte y ahora parece que no me odia. Curioso.

—Sí, en cuanto Evie y Doug salgan de su burbuja de amor—, resolvió con sencillez, encaminándose a la cocina. Al rodear la mesa, los roedores no dudaron en saltar hacia ella, trepando por su ropa hacia sus hombros -Hook todavía mordisqueando una uva pasa. 

En la cocina lavó sus manos, y limpió la comisura de sus labios, en caso de tener restos de pastel. 

Dejó sus manos en el borde del mesón para apoyar el peso de su cuerpo sobre este. Suspiró, mordisqueando su labio inferior con ansiedad. 

No dejaba de repasar las palabras de Audrey en su cabeza. Y entre más le daba vueltas al asunto, peor se sentía -su preocupación aumentando, conforme se daba cuenta de lo que significaba.

Cualquiera podría pedir un deseo.

Pero el único capaz de pedir el tercer y último deseo, aquel que la regresaría a la Lámpara: sería su amo. 

Tenía suerte de que hasta el momento Harry no hubiese usado ninguno de sus deseos -y no comprendía del todo bien el por qué, sin embargo, lo apreciaba, en verdad -pero sabía que su suerte no era eterna. Y con aquel nuevo hechizo, ahora debía asegurarse que nadie dijera en vano la palabra prohibida. 

Deseo.

Bufó, sabía que sería complicado. En un descuido podría pasar, y nadie lo notaría hasta que el deseo fuese un hecho. 

Maldijo en voz baja, desordenando su cabello con desesperación. 

Tenía que decirle a los demás, era obvio. Al menos así les podría advertir, para que excluyeran dicha palabra de sus diccionarios personales; por lo menos hasta que resolvieran todo ese maldito asunto. 

Jade || Harry Hook [Descendientes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora