𝟐

12.5K 1K 29
                                    

Su padre se fue. Y cuando por fin pudo librarse de él, se dio cuenta de que habían pasado dos semanas y tres días -ya había pasado una semana desde la partida de su padre. Y que en un poco más de quince días empezarían las clases otra vez. 

Y ella no se podía sentir peor. Sus razones eran varias y algunas parecían insignificantes, pero todas sumadas estaban casi provocándole a la pecosa un ataque de pánico -y pánico, más magia no era nada bueno. 

Se encerró en el baño de su habitación. Sus manos temblaban y sentía una fuerte presión en su pecho que le impedía respirar adecuadamente. Casi arrancó los guantes de sus manos, lanzándolos al suelo, lejos de sí.

Tuvo que sostenerse del lavabo para no caer, pues sentía que ahora todo su cuerpo estaba temblando, y que simplemente cedería ante su propio peso. 

Adoraba a su padre, de eso no había duda. Pero su visita inoportuna había producido una barrera en la mente de su hija; un impedimento que no le dio libertad de procesar lo que había vivido en las últimas semanas. Y eso la estaba agobiando. 

Quería sacarlo todo de su sistema. Contárselo a alguien. A quien fuera.

Todo. Simplemente derramar cada cosa que rondaba en su cabeza en alguien de confianza, y sin temor a ser juzgada. Pero sabía que ahí se complicaba la cosa.

También quería hablar con Ben. Contarle con detalle sobre su experiencia en la Isla, sobre los niños, los jóvenes, sobre la huelga de basureros, sobre las condiciones en las que vivían allí... Sobre el anochecer y el amanecer. Todo. 

Pero sabía que estaba ocupado con la Gira Real. Y aunque la última semana -y media- Mal y Ben estuvieron en Auradon, a veces incluso rondando por la preparatoria, Jade no tuvo oportunidad de hablar con él. 

Con ninguno de los dos en realidad.

Alzó su mirada al espejo, detallando su reflejo. 

Enormes y oscuras ojeras enmarcaban sus ojos. No había estado durmiendo bien. 

Pff... A quién engañaba. Apenas si podía dormir unas cuantas horas antes de despertar entre lágrimas y quejidos, pero sin recordar en absoluto su sueño -su pesadilla, mejor dicho.

No entendía el porqué de sus terrores nocturnos. Tenía la teoría de que era porque estaba conteniendo tanta preocupación en su interior, que, a la hora de descansar, ni siquiera en el sueño más profundo hallaba paz. 

En los últimos días apenas si había logrado dormir un total de cinco horas. Estaba exhausta. 

Sus ojos ardían. Una mezcla entre la falta de sueño y las lágrimas que amenazaban por derramarse. Maldijo entre dientes, agachándose para lavar su rostro. 

Recordó también que las vacaciones estaban llegando a su fin. Y que, en definitiva no quería volver a clases. 

No estaba lista para volver a la rutina, para volver a ver a todos esos príncipes y princesas que le hicieron la vida imposible todos esos años. No estaba lista para tener que volcar su absoluta atención en una clase de matemáticas, cuando su mente no paraba de desviarse lejos de todo -lejos de Auradon y de regreso a la Isla. 

No estaba lista para volver a soportar burlas ridículas por aspectos insignificantes. 

Por supuesto que nadie sabía lo mucho que un simple comentario podía afectar a una persona. Mucho menos en Auradon. 

No estaba lista para volver a soportar miradas pesadas en su espalda, y murmullos sobre su físico cuando era más que obvio que podía escucharlos burlarse de ella. 

Jade || Harry Hook [Descendientes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora