Un fantasma en el internado

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Desde que tenía uso de razón, existió una conexión.

A su mente llegaban cientos de eventos que la gente a su alrededor, catalogó de exageración, cosas que por alocadas que parecieran, a sus ocho años jamás pudo haber imaginado, considerando lo mucho que le aburría sentarse a pensar, en lugar de salir a jugar con los chicos del vecindario.

Recordaba con lujo de detalles, aquella vez que estuvo esperando frente a la puerta, convencido de que su hermana se seguía bañando, pidió permiso para entrar, tenía demasiadas ganas de orinar, y ella se apresuró a dejarlo pasar, sostenía la toalla muerta del frío, y no desaprovechó la oportunidad para bromear, sobre su mala costumbre de antojarse de algo, justo cuando el otro decide hacerlo. El reflejo azul que provenía de su cuerpo, le resultó extraño, giró la cabeza de inmediato a la habitación de al lado y se encontró con la misma imagen, pero sin el cabello mojado. Asustado quiso rectificarlo, sin embargo, la figura ya se había esfumado, y marcó lo que sería su primera «pesadilla»

Porque sí, a partir de entonces, cada vez que le decía a sus padres lo que veía, daban la vaga explicación de que soñaba despierto, y que de volver a coincidir con un monstruo, un pellizco lo traería de regreso.

Spoiler: no funcionó.

El complejo de apartamentos en el que vivía, tampoco ayudó; por las noches, oía a una mujer caminar en tacones, de forma religiosa a una hora específica, su familia llegó a la conclusión de que la vecina era modelo, y con el tiempo se normalizó “los ensayos de pasarela", pero ni bien se adaptaron, comenzaron a arrastrar los muebles y caer objetos pesados. Arriba se hospedaba una pareja de la tercera edad, no tenía sentido, por lo que, harto de dormir con audífonos, se armó de valor para confrontar a la anciana, a lo que ella respondió, que también escuchaba dicho sonido. Para ser exactos, todos en el edificio lo hacían.

—¡Jeonghan!

Logró reaccionar a tiempo gracias al grito de su compañero, dio un pase limpio al líder del equipo, y tras anotar, volvieron a ganar el partido. Aún desconcertado, se limpió el sudor al seguir con la mirada la sombra en el pasillo. Avanzó de forma inconsciente al tratar de distinguir quién era, no obstante Choi SeungCheol se le atravesó en el camino.

—¿Qué es lo que tanto andas buscando?

El repentino interés lo confundió.

—Eso no te importa —molesto lo hizo a un lado, suspiró al no encontrar ni un rastro de lo que sea que apareció en el internado—, mejor encárgate de tus problemas.

Separar al alumnado en menciones, someterlos a pruebas y en base a ellas determinar si sirven para la carrera, sin duda fue una pésima idea. Sobre todo al tratarse de Informática y Contabilidad, todos querían entrar a la primera, y al llegar el día solo unos cuantos fueron seleccionados, y el resto fue enviado a las aburridas clases de análisis matemático.

Tras acercarse con cautela, Cheol se inclinó para susurrarle algo.

—Yo no soy el que compra pastillas en los sanitarios.

Tentado de provocar un caos, Jeonghan estuvo a nada de iniciar una pelea, sus amigos se asustaron al notar que las cosas iban en serio, pues éste no era precisamente una persona agresiva. Tomaron la mejor decisión al avisar en dirección, enviaron a una joven novicia a calmar las aguas, retornar la paz mediante la palabra, los chicos, hipnotizados con la dulzura que transmitía, dejaron de animar la riña, y Jeonghan no tuvo de otra que agachar la mirada avergonzado, al ser reprendido por su hermana.

—¿Puedes acompañarme un momento?

Ella tuvo peor suerte, se refugió en la religión al ser acosada por otros entes, allí dentro, en el internado, al menos podía dormir. En la madrugada solía escabullirse en su cama, y llorando le contaba que en su recamara, había un animal, que al salir bajo el colchón, se sacudía para luego pedir atención. Le sujetaba la mano, solo así descansaba, decía que estando juntos esa cosa no les haría daño, y Jeonghan genuinamente creía que alrededor de ellos, crecía un campo de fuerza contra las malas energías. Al despertar, aparecían rasguños en la madera, y eso reforzó la teoría de que un perro los seguía. Aceptó intercambiar lugares, para detener la agonía. Los primeros días el silencio lo sorprendió, ni un lápiz se movió y en la oscuridad no distinguió ninguna forma, tardo en adaptarse, curiosamente ahí no funcionaba la electricidad y el color negro ejercía presión en su pecho, una noche en la que fingió estar dormido, sintió una irregularidad, su hermana tenía razón, se trataba de un animal, tras una breve lucha por hallar acomodo se acostó a sus pies, no le resultó un peligro pero aun así se encogió temeroso, tenía diez años, por supuesto que le gritó a sus padres cuando fue atacado con gruñidos, uno de ellos vino y ya algo sugestionado usó el agua bendita que guardaban en la cocina. Ellos no lo veían, por lo que en medio de la confusión lo empaparon para ahuyentar al diablo.

Informática 1983 [JeongCheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora