¡Al diablo con ellos!

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Se sentía asfixiado, y no precisamente por el estrecho cubículo que eligió como escondite, perdió el control de la situación (si es que alguna vez lo tuvo), era cuestión de tiempo para que saliera a la luz los recientes acontecimientos, y el mundo entero descubriera que ya ni siquiera existe una rivalidad entre ellos. Una simple discusión, arrojar un balón, quizás un empujón, ¿Era tan difícil seguir actuando?

Lo intentó, dió todo de si por mantener distancia luego de lo que sea que sucedió en aquella habitación, tenía el pretexto perfecto para alejarse y el miedo suficiente para exigir espacio, pero fue incapaz de dar marcha atrás, permitió uno que otro desliz en los rincones del internado. Era mucho más rápido, el resto estaba al tanto, incluso Cheol, que al alcanzarlo pretendía haberlo superado.

Lo hizo a propósito, reducir el paso, tropezar en los escalones, escabullirse a conveniencia en lugares poco frecuentados...quería eso, pero a la vez daba pretextos para resistirse a los besos.

Estaba mal. Era egoísta. Cero empático. Un estúpido tira y afloja. Debía parar. No huir en cada oportunidad.

Ojalá todo fuera tan sencillo como reconocer el problema.

—¿Ahora sí podemos hablar?

Cheol se oía agitado, igual que al acabar un partido, lo más probable es que hubiese corrido tan pronto leyó la nota que deslizó bajo su puerta, lo que claramente no fue una buena idea considerando el tiempo perdido dentro del confesionario.

—Ya lo estamos haciendo —respondió a la defensiva, listo para contradecir cualquier argumento, incluso los buenos.

—Como personas normales —insistió a modo de queja por la ventanilla de madera.

Solía asistir con frecuencia al confesionario, en su mayoría por obligación y deber moral, pero aún así le era abrumador sentarse ahí a la expectativa del que dirán. Tomar en serio a Jeonghan en dicha situación le era imposible.

—Lo que hicimos...—Jeonghan tragó saliva antes de continuar—, o hacemos —dejo escapar una risa llena de nerviosismo, igual que un adicto—, está mal ¿Lo sabes, no?

—¿A qué te refieres?, no recuerdo nada de lo que deba arrepentirme.

—Tu sabes a que me refiero, idiota —usar insultos ya no era el pan de cada día, pero aún así el viejo hábito seguía ahí listo para cambiar el impacto de sus palabras.

—No vamos a ir al infierno por besarnos, Jeonghan —se burló de su paranoia al tratar de deslizar la ventanilla, esta se trabó a mitad de camino y regresó a su sitio de golpe. No alcanzó a ver nada en absoluto —. Los perjuicios de la biblia no pueden ser tu excusa, ni siquiera eres católico—los papeles parecían haberse invertido.

—¡No son simples besos! —lo que tenía que ser un susurro acabó siendo un grito impregnado de vergüenza.

—Lo sé.

—¿Entonces, por qué actúas como si no hubiera pasado nada? ¡Tuvimos sexo, maldita sea!

Cheol era un experto en resolver variantes y simplificar resultados, por algo escogió la rama de la contabilidad, estaba acostumbrado a trabajar bajo presión con tal de ser el mejor, pero en esta ocasión su mente quedó en blanco tan pronto quiso justificarse.

—Supongo que una parte de mi teme que nada vuelva a ser como antes.

“Jamas lo será" , pensó Jeonghan, así pudiera regresar el tiempo atrás, no sabría que día en específico cambiar para evitar fijarse en SeungCheol, el problema no empezó con los besos ni con la investigación conjunta para descubrir un misterio de ultratumba, iba más allá de los ataques y rivalidad, del club de voleibol como tal, ¿En el aula de clase, quizás? No recordaba el momento exacto en que sus miradas se cruzaron por primera vez.

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⏰ Última actualización: Sep 02 ⏰

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Informática 1983 [JeongCheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora