El mensajero del diablo, ¿Jeon Wonwoo?

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De pronto, las piezas empezaban a encajar, y lo que creían el tiempo mantendría oculto, de a poco tomaba rumbo.

El testimonio de Jeonghan más la fotografía, era un claro mapa, cuyo destino podría ser el mismísimo motivo del ente, que ahora no hacía más que jugar con sus mentes.

Aquellos que abrieron la puerta, que dieron paso a las sombras, bien podría ser alguno en aquella imagen conmemorativa y sí tan enojado estaba Kim Mingyu ese día, debió dejar un precedente, un acta relatando lo sucedido e imponiendo un castigo. Hace poco le firmaron una y el libro era absurdamente inmenso.

Esa era la clave para mandar de regreso al infierno aquella criatura.

Salió de inmediato, con un destino mejor definido que su futuro, no le importó romper las reglas, con tal de llegar al convento antes de que fuese demasiado tarde.

Y ahí estaba tocando de manera desesperada la puerta esperando la persona indicada, pidiendo un milagro a cada santo conocido, cuando a sus espaldas, la hermana Yoon lo sorprendió con un: “la paz sea contigo" para disimular las inmensas ganas de insultarlo por no cumplir su parte del trato y acudir a ella sin previo aviso, pero poco se detuvo a pensar en el que dirán los demás, y la guió a la dirección al sujetarle el antebrazo en un intento fallido de explicarle sus motivos.

Una vez adentro, colocó el seguro y la soltó con suavidad, para correr a verificar que las persianas ocultaran por completo lo que estaba por ocurrir.

—Habla con calma, no entiendo nada —dijo tratando de recuperar el aire, desde hace un buen tiempo no afrontaba con prisa la vida—, ¿Para que necesitas el libro de actas?

—Una página, solo una —suplico con las manos temblando de emoción, listo para desenmascarar a Judas.

—Primero responde mi pregunta —se recargo en la silla al quitarse el velo, demostrando una inusual actitud despreocupada.

—Creo que encontré la manera de detener los eventos paranormales, no, no me mires así, sé muy bien que tú también has sido víctima —ansioso acortó la distancia al sentarse en el escritorio, sujetó el pesado objeto que le fue entregado, con sumo cuidado—. La cosa es, que aquello que empiezas debes terminarlo por tu cuenta —explicó aludiendo al juego de invocación, en lo que conseguía la hoja con la identidad de los responsables—. De tener un nombre puedo convencerlos de remediar el error, y así impedir cualquier escenario en el que Jeonghan salga herido —hablo con una gran determinación, al sentirse observado levantó la mirada y halló un destello de curiosidad en la religiosa—. No me hagas caso, estoy delirando, dormir con esto es una pesadilla —por alguna extraña razón sintió que debía justificar su evidente preocupación, nunca imaginó que tener el brazo roto le convendría.

Tenía muy buenas preguntas para no alargar el silencio, como por ejemplo: ¿Por qué estaba despierta a esa hora? o ¿qué pediría a cambio por ayudarlo?, pero no era el momento, y simplemente no le interesaba saberlo, la hermana Yoon era una persona reservada, que omite información al hablar de forma automática, y él no contaba con el tiempo para indagar en más misterios.

Inmerso en la lectura, descartó a la mayoría por no encajar con el patrón, y en el proceso encontró diversión, en las tonterías por las que castigaban a algunos estudiantes, era como leer un diario que pasó por varias generaciones. Se concentró en las primeras páginas, los inicios del internado, desde su tío el amargado que firmó decenas de actas, hasta Kim Mingyu que parecía más sensato y contaba con solo un par de hojas. Atento, trato de comprender los párrafos, el tiempo hizo de la precisa caligrafía un puñado de palabras en modo aleatorio en el papel, más de una vez tuvo que acercarse para ver con claridad y buscarle sentido a las manchas de tinta distorsionadas, no obstante, con la escasa información que tenía, sabía que debía ser un acta en la que dos personas estuvieran involucradas, así que seleccionó la que al finalizar cumplía con aquel requisito. Rasgo el papel y se lo llevó consigo, aunque obtuvo una mirada desaprobatoria de la monja.

Informática 1983 [JeongCheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora