Fuera de lo normal

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Jeonghan no se opuso, pero tampoco podría decirse que fue por voluntad a la biblioteca.

Si bien trato de disimular el nerviosismo, su cuerpo no dejo de temblar todo el recorrido, Cheol lo arrojó contra las estanterías, varios libros cayeron, aprovechó de evitar el contacto visual al agacharse a recogerlos, aunque fracasó en eso, pues sus manos no consiguieron coordinarse lo suficiente.

Maldijo en voz baja, cuando dejó en evidencia el desastre que era, pues ahora SeungCheol tenía un motivo más para acercarse, éste se inclinó con una clara expresión de preocupación, y enredo los dedos en su cabello, queriendo transmitir consuelo mediante caricias.

Lo hipnotizó, y ahí se quedó como un tonto, admirando aquella sonrisa inocente, que lo habría convencido de que en efecto no estaba en peligro, pero ya era muy tarde para caer en el banal encanto de un primer amor, la información dando vueltas en su cabeza desencadenó alarmas de emergencias.

Debía escapar.

Ese no era Cheol.

—Hana renunció —anunció al ayudarlo a ponerse de pie, acomodó los libros en su debido lugar, siendo cuidadoso de seguir un orden cromático—. La vi salir del área de servicio. Agitada. Quise averiguar por qué, por eso entré.

—Que terrible noticia —comento con la mirada fija en la nada, como al exponer en clase—. Es una pena.

—Y luego estás tú, con marcas de lápiz labial —dijo lleno de decepción, al usar la manga de su suéter para borrar el rastro, fue sutil al tocarlo, cosa que captó su atención, pues de soslayo él lo miro y le fue difícil cambiar de enfoque—. Sabía que iba a suceder, pero de igual forma me sorprendió.

—Lo estás malinterpretando —Jeonghan respondió de inmediato, y segundos después se arrepintió de dar una explicación, no era necesario, ellos ni se podían considerar amigos.

—¿Te gustó?

Jeonghan, tomó distancia y cruzó los brazos tras la espalda. Se tuvo que pellizcar para saber que era real.

Cheol de verdad le preguntó semejante barbaridad con un tono de indignación.

¿Lo hizo a propósito? ¿Quería hacerlo sentir mal? ¿Estuvo mal?

—Yo no pude besarla. Me congelé, ¿Satisfecho de oír eso? —quedó acorralado entre las estanterías y SeungCheol, se encogió sin hallar acomodo, por la repentina necesidad del otro de apoyarse en la madera—. Te dejé el camino libre, soy más considerado de lo que crees, ahora ve a conquistarla. De nada.

—¿Jeonghan, siempre has sido tan ingenuo?

—¿Y tú, tan raro? —le devolvió la pregunta como último recurso, la cercanía le puso los nervios de punta, estaba cansado de fingir indiferencia, pero en ese momento, dónde incluso las sombras se escondieron, una pequeña parte de él quiso ceder al impulso natural, de complacer un deseo mediante un acto carnal, contuvo la respiración al ya no tener excusa para justificar el roce accidental de sus labios.

—No puedo, lo siento.

La disculpa, lejos de causar duda, en Jeonghan sembró culpa, sus ojillos sin rumbo fijo, fueron a dar en el inquietante vacío.

Quería morirse, puede que literalmente, cualquier cosa era mejor que quedarse ahí, sintiéndose lo más repulsivo del mundo. A lo mejor, aquel viejo libro tenía razón y Dios estaba enojado por los pensamientos impuros, que de un tiempo para acá, involucran a Cheol. Pesadillas.

Sí, debió confesar, admitir ante un padre, que con frecuencia, en sueños, se atreve a tocar otro hombre. Besar a alguien de su mismo sexo.

Rezar y esperar un milagro.

Informática 1983 [JeongCheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora