A un costado de la cantina, se encontraba el área de servicio, no había un gran misterio detrás de aquellas viejas persianas de madera, de hecho, cada tanto alguien entraba y salía como perro por su casa. Causar un desastre en el internado no era tan complicado, Jeonghan por ejemplo, era enviado con frecuencia por su manía de echarse agua encima luego de un partido.
No fue de sorprender que lo escogiera como punto estratégico, desde ahí, tenía una clara perspectiva del aula de maestros, Jeon Wonwoo no podría esconderse mucho tiempo, tarde o temprano le daría hambre e iría por un bocadillo, momento en que ejecutaría el plan, el cual consistía en empujarlo a ese pequeño cuarto y obligarlo a aclarar sus dudas, en el proceso se encargaría de las inconsistencias, todo dependía de que tan desprevenido lo sorprendiera, pues en cuanto a fuerza, un hombre en sus treinta aplasta las probabilidades de cualquier adolescente.
Jihoon aceptó cantar la zona a cambio de una tutoría especial con la santa de su hermana, ¿Qué cómo la convencería?, No lo sabía, pero mientras ese chico no hiciera preguntas, le convenía.
Se recostó a la madera y mantuvo gacha la cabeza, el libro en sus manos era la coartada perfecta y si a eso le sumaban que se recogió el cabello en una coleta, nada podía fallar.
Para ellos aquel sutil cambio era casi como una capa de invisibilidad y entraron en acción con cero temores.
Además no es como si fueran a la guerra sin un plan B, Jihoon platicó con su madre antes y aprovechando el papel encubierto, escondió los lentes del exorcista, quien se quedó dormido al intentar resolver un aburrido crucigrama en el periódico.
Todo estaba fríamente calculado, al sonar la campana del recreo, Jeon Wonwoo se despertaría y no tendría de otra que buscar sus anteojos en cualquier rincón del internado, treinta pasos, ni más ni menos, eso bastaba para hacerle una emboscada.
Por otro lado, tampoco debían preocuparse por SeungCheol, ya que los de contabilidad veían horas extra en los laboratorios y al llegar al patio, el trabajo sucio estaría hecho.
¡Alabado sea Jesús!, Era el código de emergencia. Un grito que pasa desapercibido y funciona como advertencia.
Sin duda, una jugada maestra.
Listo en su posición, Jihoon lo observó desde el último piso y le dio el ok para proceder.
Entonces, la cuenta regresiva comenzó, y ambos esperaron con impaciencia que esa chatarra, al igual que el efecto domino, moviera las piezas a su lugar.
El timbre preliminar, agitó el terreno, pronto un puñado de estudiantes se uniría a la causa.
A minutos de presenciar una avalancha humana, Jeon Wonwoo, avanzó a través de la puerta con el ceño fruncido, por el esfuerzo de enfocar la vista.
¡Cayó en la trampa! ¡Lo hizo! ¿Tan poca fe se tenía a sí mismo?, Festejo como un niño.
Sin embargo, al disminuir la distancia, un problema inesperado surgió, en una breve secuencia, las persianas fueron abiertas y Jeonghan cayó en consecuencia. En la oscuridad sin entender que sucedió, rodó en el suelo inmerso en la desesperación.
—Oye, niño bonito, deja de hacer ruido, nos van a descubrir.
La dulce voz, le erizó la piel, fue cuestión de un segundo para que se convirtiera en un provocador susurro al oído.
—¿Cómo te enteraste del plan? —preguntó Jeonghan al bajar el tono—. Sabes... mejor después me cuentas, no tengo tiempo —se levantó con prisa, pero un jalón de su corbata lo hizo regresar sobre sus pasos—. Escucha, necesito acorralar al exorcista. Es de vida o muerte, te lo juro —dijo de manera suplicante, cediendo a las caricias.
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Informática 1983 [JeongCheol]
Fiksi Penggemar1983, un año prometedor para el internado. Excelente formación. Sin margen de error. Bueno, Jeonghan tal vez sea la excepción. Mejor hablemos de SeungCheol, estudiante estrella, modelo a seguir de muchos, admirado por su devoción, con planes de entr...