La verdad, y nada más que la verdad

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Escuchar y perdonar, antes era una especie de rutina para él. Había recopilado un montón de pecados ajenos cuya justificación apenas cumplía el mínimo de decencia humana, sin embargo solo podía recordar a duras penas la necesidad de confesar, nunca fue capaz de decir la verdad al entrar en alguna cabina, inventaba historias y cumplía las penitencias que Mingyu creía convenientes. Al principio se comía el cuento y lo dejaba ir en paz, pero con el tiempo comenzó a cuestionar sus palabras, todas y cada una de ellas, como si pudiera evidenciar la ausencia de miedo o culpa. Lo odiaba. Era una completa locura.

Solo una vez fue honesto e irónicamente ese día, Mingyu, perdió la vida.

—No quería asustarte —Wonwoo tomo distancia al notar el nerviosismo—, creí que habías interpretado las señales.

—¿Tu señal es acosar hasta incomodar? —le reclamó al agitar en el aire la biblia—, actúas como un maldito asesino en serie. Entraste a mi casa.

—Y si ese es el caso, ¿Por qué no llamaste a la policía? —dijo lleno de curiosidad al darle un leve toque en el hombro que lo hizo retroceder un paso—, en su lugar saliste a mitad de la noche a averiguar por ti solo lo que sucedía —le sonrió con complicidad—, yo creo que esos son los actos de alguien que sabe a que se enfrenta o que es aún peor de lo que hay afuera.

—O los de un tonto que actúa sin pensar — perdió el interés en discutir.

El auto seguía abierto, así que Seungkwan aprovechó de sentarse en el asiento del chófer y husmear en la guantera con fe de hallar un cigarrillo, para su mala suerte solo habían facturas sin pagar y envolturas de caramelo.

—Me enteré que lo habías dejado —Wonwoo se agachó a su altura con un notable interés—, y que por mi culpa volviste a caer en viejos hábitos —no hubo cambio notorio en su expresión, pero hubiese deseado poder transmitir preocupación— ¿Por qué tú...?

—Lo que yo haga o deje de hacer, no debería ser de tu interés —lo interrumpió con molestia, al dar un breve vistazo al contrario—. Además, dudo mucho que mi hijo hubiese hablado abiertamente del tema contigo ¿Ahora te dedicas a espiarlo?

—Lo escuché por accidente —inventó una excusa de inmediato, con suma naturalidad al igual que su mano al buscar soporte en una de las piernas de Seungkwan—, sabes muy bien que en el internado no hay secretos.

—Lo que sé, es que siempre haz querido deshacerte de él —paso por alto la proximidad, el enojo le impidió ver más alla de lo que tenía frente a sus ojos.

—Te equivocas.

—¿En qué, con exactitud?

—No desperté un día y dije “debo hacerle la vida imposible a este niño para torturar a mi amor no correspondido", me importa un carajo que juegues a la casita.

—¿Eso debería darme alivio? —respondió incrédulo—, el que no tengas una razón es aún peor.

—No pongas palabras en mi boca.

—Entonces deja de hacer pausas extrañas al hablar, ve al grano.

—Seungkwan —se dirigió a él con suavidad, como si temiera un arrebato de su parte—, todos estos años he intentado que dejes de aferrarte al pasado.

—¿Yo? —replicó, ofendido al extremo—, le he ocultado a mi hijo su vida entera quien soy. Nos mudamos cada año a un lugar diferente, para huir de tus amenazas de muerte, luego de que enloquecieras porque no quise besarte —su voz estaba marcada por altibajos, parecía dispuesto a discutir y luego perder de a poco la confianza— ¿Sabes cuántas veces he ido al internado? Las puedo contar con una sola mano y eso ya es mucho decir, considerando que Cheol estudia ahí. Tú eres el que está obsesionado con el pasado. Con una versión de mi que ya no existe —cada parte de si desbordaba frustración—. Deja de causar daño. Nada de lo que hagas va a cambiar mis sentimientos —Su voz era un hilo inestable de pena e incertidumbre, quería llorar pero la rabia le impedía procesar correctamente los sucesos ¿Debía suplicar?—. Wonu, detente, por favor. Mucha gente ha muerto por nosotros.

Informática 1983 [JeongCheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora