13; Princesa

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Eijiro y Katsuki tenían una misión en mente, con un objeto clarísimo; ir a la piscina. Los días de verano ya habían pasado, ya tan sólo quedaba un mes para tener que iniciar el nuevo curso escolar, —en el que esperaban seguir yendo en el mismo aula.— y ellos dos habían pasado todos y cada uno de sus días de vacaciones juntos, separándose para sólo lo preciso y necesario. Y eso tan sólo había servido para una cosa, fortalecer todavía más su lazo, si es que eso era posible. 
Ya era por la tarde, el sol ya estaba más hacia abajo, y tan sólo era cuestión de pocos horas para que el sol se fuera y viniera a sustituirlo la luna durante toda la noche. Tan sólo era un corto baño, no era nada más que eso, no iban a pasar mucho tiempo allí de todos modos, seguramente, antes del anochecer ya estaban de vuelta en casa.

Caminaron juntos por las calurosas calles del pueblo, mientras cargaban con ellos todo lo que necesitaban para una tarde en la piscina del pueblo. Tras caminar por bastante tiempo, por fin llegaron al lugar que querían. Y cuál fue su desagradable sorpresa cuándo descubrieron que el lugar estaba completamente cerrado. Desilusionados dejaron caer sus cosas en el piso, sin preocupaciones por dañarlos con el impacto. ¡Eso, definitivamente, no entraba en sus planes, ni mucho menos!

—¡Hemos venido hasta aquí para nada!—Se quejó Eijiro con voz lastimera.—¡Ahora tenemos que volver a casa!

Katsuki inspeccionó el lugar con la mirada y detenimiento, y pronto comenzó a caminar, en busca de algún lugar lo suficientemente ancho y bajo para poder colarse dentro sin muchas dificultades.

—No voy a volver ahora, quiero ir a la piscina y pienso ir cómo sea.—Dijo con total determinación Katsuki.

—¿Cómo vas a ir? Si está cerrada.

Katsuki siguió caminando, rodeando el lugar, con la esperanza de que Eijiro lo siguiera. Pero no lo hizo, por lo que tuvo que apañarse él sólo. Pero no hizo falta un gran esfuerzo, pues rápidamente vió algo que podría servirles de sobra para colarse en aquella piscina sin ser vistos. Porque, ¿En qué afectaba si estaban allí y se tomaban un corto baño? En absolutamente nada. Apenas habían vecinos, y conocía muy bien a los que había, sabía muy bien que a ninguno de ellos les molestaría algo de ruido.
Vió un pequeño muro, en el que con agilidad y si se subía encima de algo podría saltar, justo al otro lado estaba la piscina, si sus cálculos eran correctos. Por lo que caminó de nuevo hacia la entrada, en busca de su acompañante quién seguía aún lamentándose por no poder entrar. Dramático.

—¡Eijiro, ven aquí!

El mencionado lo miró por unos segundos, sin entender porqué Katsuki quería que fuera a algún lugar, pero finalmente, lo siguió sin rechistar. Llegaron a aquel muro, y Katsuki pareció pensar por unos cuántos segundos en un plan que pudiera resultar en éxito rotundo. Recordó que Eijiro era bastante más ágil que él para ciertas cosas, por lo que su plan finalmente se elaboró por sí solo. Y no tuvo ni que explicárselo a Eijiro, pues este con sólo una mirada pareció entender todo a la perfección, casi cómo si tuvieran telepatía.

—¡No podemos pasar! si hay un muro es porque está prohibido el paso, no podemos simplemente saltarlo cómo si nada, está mal romper las reglas.

—Vamos Ei, no seas aburrido.

Eijiro tan sólo rodó los ojos fingiendo molestia, aunque después no pudo evitar que una suave risa saliera de sus labios. Finalmente, no le quedó más remedio que aceptar el plan que se le había ocurrido a su amigo.

—Eijiro, súbete a mis hombros, de pie. Y cuándo estés en el otro lado, busca las llaves y me abres la puerta de la entrada.

Kirishima lo miró bastante extrañado, aún sin estar muy convencido de lo que iban a hacer,  mientras tanto, Katsuki tan sólo se agachó para que le fuera más fácil al pelinegro subirse. Kirishima se quitó sus zapatillas, para no dejar ninguna marca de la suela en la camisa de Katsuki, y para no hacerle tanto daño. Tras unos cuantos minutos batallando, Eijiro por fin logró subir y mantener el equilibrio. Bakugou se puso de pie lentamente, sujetando por los talones al infante encima de él. Se aproximaron a aquel muro.

–Oye, Eijiro.—Dijo, captando la atención del chico, quién seguía tratando de saltar aquel muro.— ¿Tus madres no te alimentan? No pesas casi nada.

–Claro que me alimentan, Blasty. Y no peso tan poco.

–Me siento cómo si estuviera cargando a una princesa.

–Supongo que eso me convierte en una bella princesa en apuros, ¿no?

–Eso significa que yo podría ser tu príncipe azul.

Eijiro miró hacia abajo al mismo tiempo que Katsuki miró hacia arriba, sus miradas se encontraron, y Eijiro todo lo que hizo fue sonreír ante lo último dicho, y con un último esfuerzo y un movimiento ágil, logró llegar al otro lado del muro. Bakugou escuchó un ligero golpe, que supuso que sería Kirishima aterrizando sobre las hierbas, justo en el otro lado, por lo que ni se inmutó. Caminó de nuevo hacia la entrada, y cargó todas las cosas, para que Eijiro tuviera menos cosas que cargar. Espero por varios minutos, hasta que por fin, Eijiro pareció encontrar la llave que abría la entrada, por lo que se acercó hasta él, y en cuestión de segundos abrió la puerta, haciendo que se volvieran a ver frente a frente.
Entre los dos, llevaron todas las cosas que habían traído para aquel día, —aunque realmente, Katsuki llevó mucho más que Eijiro, alabando que él era "más fuerte" que el pelinegro, aunque depende de a quién le preguntases, eso era bastante cuestionable.—

Por fin llegaron a la piscina, tras haberse colado dentro de forma exitosa y sin haber sido atrapados en ningún momento por ninguna autoridad. Ellos dos habían acordado ir aquella tarde a la piscina, a aquella hora en concreto —porque ni había tanta gente cómo en las mañanas.— y un simple "cerrado" no les iba a impedir disfrutar de su día cómo tenían previsto hacerlo. Así que ahora, gracias al ingenio de Katsuki y la agilidad de Eijiro, habían conseguido cumplir sus planes tal y como querían. Formaban un muy buen equipo, ahora que lo pensaba bien.













•°Crayon°• /Bakushima/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora