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Eran las diez y media de la noche, Katsuki se encontraba en el salón de su casa, viendo sus dibujos animados favoritos, mientras su padre limpiaba los platos tras una larga cena. De repente, el teléfono fijo comenzó a sonar de forma estridente, y Katsuki, cuándo el sonido le impidió poder seguir disfrutando de sus caricaturas, y su padre seguía tan inmerso en limpiar, tanto que no se había molestado en detenerse un momento, ni siquiera parecía haberse dado cuenta del sonido del teléfono, por lo tanto, no le quedó más remedio a Katsuki que atender a esa llamada, pues fuese quién fuese, era realmente insistente.

—¿Diga?—Preguntó una vez agarró el teléfono y lo posó en su oreja.

—¡Hola! ¿está Katsuki?—La voz infantil y aguda que se escuchó del otro lado lo desorientó un poco.—Quiero hablar con él.

—Soy yo.

—¡Oh! ¡hola Katsuki, soy Eijiro!

—¡Eijiro! ¿Pasó algo?

—¿Recuerdas al perrito que quería quedarme?—Katsuki asintió con la cabeza, aunque claramente Kirishima no lo podía ver.—¡Conseguí convencer a mis mamás!

—¡Bien!

—Pero mientras le estábamos checando para ver qué no tuviera heridas, nos dimos cuenta de que no es un perrito... es una perrita.

—¿Sí? Bueno, ¿y qué?

—Es que le puse cómo nombre KitKat, pero...—Respiró hondo antes de continuar hablando.—¿crees que KitKat es un buen nombre para una perrita?

—¿KitKat tiene género?

—No sé. Imagino que sí, porque el KitKat está hecho de chocolate, y el chocolate es masculino.

—Veo que prestaste atención a la clase de Cementoz.—Comentó asombrado, era la primera vez que escuchaba a Eijiro decir algo sobre el temario de la escuela, y que este estuviera correcto.—Pero en realidad, sería femenino, porque el KitKat es una chocolatina.

—¿Por qué nunca me das la razón y siempre tienes que decir algo en mi contra? Luego te quejas de que peleamos mucho.—Pudo notar el reproche en su voz cuándo pronunció estas palabras, pero no pudo importarle menos.—Yo creo que esta vez el que está equivocado eres tú, Katsuki.

—Eijiro, a ti nunca te ha importado el género de los nombres. ¡Tenemos un hijo llamado Izumi!—Mencionó, tratando de demostrarle lo incoherente que era eso.

—Tienes razón, pero Akemi me dijo que le cambie el nombre.

—Nunca te tomes en serio nada de lo que te diga Akemi...

—¡Pero dime! ¿Le cambio el nombre?

—No me importa, ponle el nombre que quieras.

—¡Pero tú eres el padre! Deberías ayudarme en estas cosas cómo padre que eres.

—Yo nunca dije que quisiera ser padre de tu perro.

—¿Ahora estás negando a nuestra hija?—Sonó realmente ofendido.—No me lo puedo creer.

¿Por qué siempre tenía que actuar como si estuviera metido en la más dramática de las películas? Eijiro definitivamente debía convertirse en actor en cuánto creciera lo suficiente. ¿A que estaban esperando sus madres para apuntarlo a clases de teatro? Tenía la actitud y el instinto, era todo un éxito asegurado si tan sólo trabajaban un poco en ello. Katsuki aún así, tuvo que reprimir una carcajada que amenazaba con salir de sus labios tras escuchar lo que acababa de decir Eijiro de forma tan teatrera. A veces se preguntaba si no lo hacía de forma totalmente irónica y sarcástica o si de verdad actuaba así de dramático por todo de forma natural. Decidió seguirle el juego, y así, con una tos para evitar que una risa mal disimulada saliera, dijo:

—Lo siento, pero sí.

—Eres un muy mal padre, Katsuki.

—Lo sé.—Concordó.

—¿Crees que debería cambiarle el nombre?—Ignoró la discusión anterior para volver al tema inicial.—KitKat me gusta mucho, pero Akemi dice...

Lo interrumpió antes de que pudiera seguir hablando.—No, KitKat es perfecto.

—Está bien, pues KitKat se quedará.
Pero sabes que aún así tú eres el padre, ¿no?

—Bueno, teniendo en cuenta que ella ahora es tu hija, y tú serás mi esposo, sí, soy su padre.—Finalmente cedió y le dió toda la razón.

Imaginó la sonrisa que seguro había florecido en los labios de Eijiro desde el otro lado de la línea tras escuchar eso. Y no pudo evitar sonreír también por la ternura que le provocó aquella imagen mental. Le hubiera gustado haber visto su reacción en vivo y en directo, para lamentablemente Eijiro había decidido llamar en vez de ir hasta su casa cómo solía hacer siempre. A veces extrañaba sus visitas improvisadas a su casa, a cualquier hora e independientemente del clima, aunque siempre tuviera alguna queja que presentar acerca de estas, mentía siempre, pues le encantaba que Eijiro llegara de imprevisto.

—Sabía que no podías decir que no. KitKat es la cosita más linda que he visto en mi vida.

Katsuki tan sólo rodó los ojos, porque, ¿cómo era eso de que KitKat era lo más lindo que Eijiro había visto? ¿Por encima de él?

—Ya, seguro.—Trató de que no se notara el sarcasmo en su voz. Pero se ve que no pudo disimularlo, y escuchó una suave risa con una pizca de sueño añadido desde el otro lado, y de nuevo, tuvo que sonreír al imaginarlo.

Hacer reír a Eijiro era algo que le gustaba mucho hacer, era como su pasatiempo favorito, por encima de ir en bicicleta o ver caricaturas. Por primera vez en toda la conversación, levantó la mirada y observó a su alrededor, viendo cómo ya eran las 10:50 pm, y su padre ya había terminado de fregar los platos hacía rato, y ahora se encontraban perfectamente ordenados en el escurreplatos, para ser dejados dentro del mueble a la mañana siguiente, una vez estuvieran secos. Masaru ya se encontraba arriba en la habitación con su madre, pero aún así, ninguno de los dos le había dicho absolutamente nada sobre cómo al estar hablando con Eijiro ya se había pasado su hora de dormir, sólo se fueron y lo dejaron ahí, y ahora que estaba solo, creía que podía decir cosas de las que se avergonzaba en público.

—¿Eijiro?—Volvió a hablar, tras unos segundos en silencio, simplemente escuchando la suave risa de Eijiro, y pensando en las ganas que tenía de casarse con este cuándo creciera.

—Dime, Katsuki.

—Te quiero.















•°Crayon°• /Bakushima/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora