Cuándo sus padres se juntaban para merendar y charlar, fácilmente podría ser los momentos más aburridos de sus cortas vidas. Solía suceder una vez cada mes, y para ellos, era insoportable. Tenían conversaciones de mayores, a las cuáles ellos no estaban invitados a formar parte por ser unos niños. Y eso les parecía de lo más injusto, por eso, solían salir al jardín a jugar fuera, porque tal vez fueran demasiado pequeños para formar parte de las conversaciones que tenían sus padres, pero sin duda no eran lo suficientemente pequeños para divertirse en los jardines.
—Oye Ei.
—Dime, Blasty.
—¿Y si vamos a otro lugar?
—¿Y a dónde podríamos ir?—Preguntó curioso el pequeño azabache al mismo tiempo que alzó una de sus cejas.
—A dónde sea, no importa.—Respondió simple Katsuki mientras se encogía de hombros.—Es que tu jardín ya se hace demasiado pequeño.
—¡Podemos ir al parque!
—¡Sí!
Ambos niños se acercaron a las puertas de la casa de Eijiro, para revisar que pudieran escaparse sin ser vistos por sus progenitores. Vieron a través de las ventanas de cristal y pudieron observar una entrañable escena entre sus progenitores. La mamá de Eijiro hablaba con el matrimonio Bakugou y reía a carcajadas, mientras que la "mami" de Eijiro tenía a una adorable KitKat tumbada en su regazo, a punto de quedar dormida, y Akemi simplemente estaba demasiado concentrado mirando su teléfono móvil cómo para levantar la mirada hacia ellos. Tenían el camino completamente libre, y aprovechando que todos se encontraban distraídos se dirigieron hacia la puerta de entrada, y sin más preámbulos salieron, y de la mano para que ninguno de los dos se perdiera, comenzaron a caminar en dirección al parque.
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Se encontraban ya en aquel parque que solían frecuentar casi a diario, les encantaba pasar allí sus tardes jugando, pues según ellos los toboganes eran más largos que en cualquier otro parque de la ciudad, y los columpios eran los que más alto podían llegar de todos, por eso y mucho más, ese era el parque favorito de los dos. Estuvieron jugando por aproximadamente una hora cuándo de repente Eijiro exclamó totalmente asombrado.
—¡Mira Katsuki, unas hormigas!
Este lo miró extrañado.—¿Nunca has visto unas hormigas antes o qué?
—Sí, he visto muchas, pero nunca tantas.
Se agachó para poder tener una vista más cercana a las hormigas que caminaban a todo gas, —para lo cortitas de sus patas.— llevando diminutos trozos de pan y otros alimentos sobre sus espaldas. Eijiro las miró embobado, cómo si jamás hubiera visto un mayor espectáculo que ese.
—¿A donde van, Blasty?
—Y yo qué sé.
—¡Vamos a seguirlas!
A continuación, tomó su mano, tomando totalmente desprevenido a Katsuki que no se esperaba esa iniciativa por parte del infante azabache, pero finalmente, decidió que ese día tenía el suficiente buen humor como para aguantar los caprichos de Eijiro. Si él quería perseguir a esas hormigas hasta encontrar el paradero de estas, él lo seguirá sin rechistar demasiado. Kirishima comenzó a caminar de forma cuidadosa, temeroso por pisar alguno de aquellos diminutos animalitos.
—¿A dónde irán con tanta comida?
—A un hormiguero, hay es dónde viven todas las hormigas.
—Tal vez ellas no van a un hormiguero.
—¿Y entonces a dónde podrían ir?
—A su casa.
—El hormiguero es su casa.—Razonó Katsuki de forma calmada, pero Kirishima parecía no escucharlo en lo absoluto.
—¿Crees que estas hormigas son familia, Blasty?
—¿Yo cómo voy a saber eso?
—Bueno, se parecen mucho, creo que sí que son familia.—Sonrió de forma amplia.—Son cinco hormiguitas, así que supongo que serán tres hijos y dos papás, ¿tú qué crees?
—Todas las hormigas se parecen a simple vista, Eijiro. Son todas iguales.
Pronto llegaron hasta el paradero de esa "familia" —según Eijiro, que parecía que no quería abandonar la idea de que esas hormigas eran parientes.— de hormigas, que efectivamente caminaron y caminaron hasta un hormiguero, tal y cómo Bakugou había previsto desde un principio. Eijiro soltó un pequeño sonido de decepción tras ver que esas hormigas no tenían una casita diminuta de madera tal y cómo él había imaginado. Algo decepcionado, se giró a ver a Katsuki.
—Tenías razón.
—Claro que la tenía.
Aún sin soltar sus manos, Eijiro observó a su alrededor, viendo a un chico darle un beso en los labios por sorpresa a la que él supuso que sería su novia, sonrió ante la escena, pues le recordó a su hermano mayor Akemi y a la novia de este. Entonces, recordó con quién estaba, y se puso a si mismo un propósito específico para hacer antes de que se marchen de aquel parque. En una forma de demostrarle su cariño, iba a darle un beso cómo ese a Katsuki, porque por algo era su futuro marido, tenían que ir ensayando para el día de su boda, no iba a permitir darle un beso feo a Katsuki una vez que se casaran. Por eso, una vez que el niño rubio lo llamó por su nombre desde la lejanía, Eijiro tan sólo sonrió y se dirigió alegremente hacia él, con su objetivo en mente y olvidando por completo su decepción anterior sobre las hormigas.
Corrió hacia Bakugou, y una vez se encontró junto a él, le volvió a tomar de la mano, aunque el agarre no duró demasiado, pues Katsuki pronto se deshizo de este para volver hacia los toboganes y continuar jugando. A Kirishima no le quedó más remedio que seguirlo y seguir jugando cómo si nada. Y tras un buen rato, no supo cómo, pero ambos terminaron bajo el tobogán, en un lugar realmente pequeño y bajo, demasiado reducido para los dos, pero al parecer a ninguno de los dos le importaba esto en lo más mínimo sino todo lo contrario. Kirishima se removió nervioso sobre el piso, a lo que Katsuki de forma tosca le dijo que se quedara quieto.
—¡Quédate quieto, Eijiro!
—Perdón Blasty.
Y el rubio no dijo nada más, tan sólo siguió jugando con las pequeñas piedras que se encontraban en el piso. Eijiro tragó saliva de forma nerviosa, y tomando tanto valor como le fue posible, agarró ambos cachetes de Katsuki, y lo acercó hasta sus labios, formando un toque torpe e inexperto que tan sólo duró dos cortos segundos antes de que el azabache se alejara abochornado.
Mientras tanto, Katsuki tan sólo pudo pensar que, definitivamente, quería casarse con ese niño en cuánto creciera.
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•°Crayon°• /Bakushima/
FanficKatsuki, de 7 años, se ha mudado con su familia a un nuevo pueblo al norte del país, y el haberse mudado implica una nueva escuela primaria y convivir con nuevos compañeros.