14; Bicicleta

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El verano pasó con normalidad, y cómo no, con diversión, pues los dos niños no se separaban ni a sol ni a sombra, aprovechando que ninguno de los dos iba a marcharse de viaje a otro lugar. Actualmente, tan sólo quedaban dos semanas para comenzar el nuevo curso escolar, y Eijiro viéndose a las puertas de la escuela, se propuso a si mismo cumplir un punto de su lista de cosas que quería aprender antes de fin de año. La vez que se coló en la piscina pudo aprender una cosa: a bucear por si mismo. Y ahora, quería aprender otra cosa: aprender a ir en bicicleta sin ruedines, cómo todo un chico grande. Por lo que, cuándo su hermano mayor hizo que se callera varias veces —sí, Akemi lo hizo a propósito.— decidió recurrir a otra persona que podría ayudarlo: Katsuki, cómo no. Por eso, durante una calurosa mañana de sábado, decidió marchar hacia la casa de los Bakugou para que Katsuki pudiera enseñarle cómo es debido. Acompañado de su bicicleta roja, cruzó la calle y caminó hasta estar en la casa del rubio. Se quedó a las puertas de la casa tras tocar al timbre, y pronto la puerta fue abierta por el infante rubio.

—¿Que haces aquí?—Preguntó el rubio.—Se supone que nos íbamos a ver mañana, no hoy.

—Lo sé. Pero escúchame, necesito tu ayuda.

—¿Ayuda en qué?

—Verás tengo una lista sobre cosas que quiero aprender.

De su bolsillo sacó la lista, y se la entregó a Katsuki para que este la leyera.

1-Aprender a bucear ✓
2-Aprender la tabla del 2
3-Aprender a montar en bici sin ruedines
4-Aprender a hacer barqitos de papel

—Quiero conseguir la 3.—Dijo Kirishima, tocando el punto al que se refería.—He intentado que mi hermano me enseñe, pero todo lo que hace es burlarse de mí y hacerme caer a propósito.

—¿Que te esperabas? Es Akemi.

—¡Ya lo sé! Por eso, quiero que tú me enseñes. ¡La última vez no llevabas ruedines, y no nos caímos ninguna vez!

—Vale, yo te enseño.

Eijiro todo lo que hizo fue sonreír en grande. Asintió emocionado y se subió en la bicicleta.

—¿Y cómo me vas a enseñar?

—Así.

Y sin más agarró la parte trasera del sillón, y comenzó a empujar la bicicleta, exigiéndole a Eijiro mientras tanto que pedaleara, una vez Eijiro ya iba bien, con Bakugou aún sujetando la parte de detrás, el rubio todo lo que hizo fue quitar su mano del sillón, Kirishima soltó un grito ante esto, y la bicicleta se movió hacia todos lados.

—¡Voy a soltarlo!—Dijo.—¡Sigue pedaleando!—Le gritó desde la lejanía, pero al parecer eso tan sólo distrajo a Eijiro, pues todo lo que este hizo fue caerse de la bicicleta.

Katsuki todo lo que hizo fue sentir vergüenza ajena por esa caída tan torpe, pero al poco tiempo fue en dirección a él, para comprobar que no se hubiera hecho mucho daño. Por eso corrió hacia él hasta llegar a su encuentro. Eijiro, tan dramático cómo siempre, seguía en el piso fingiendo sentir un dolor que Katsuki sabía muy bien que no era del todo verdadero.

—¿Te has hecho daño?—Preguntó, Eijiro, aún en el piso, alzó su mano, esperando que Bakugou lo ayudara a levantarse. Katsuki trató de fingir que no notaba eso, pero no pudo ignorarlo por mucho tiempo, por lo que finalmente tuvo que ayudar al pelinegro.

—¡Tú también enseñas mal!

—¡Yo no enseño mal!—Su voz sonó como si le hubieran dicho el mayor de los insultos.—¡Así es cómo yo aprendí!

Kirishima frunció el ceño, y alzó la barbilla como si eso lo fuera a hacer ver más intimidante, pensando que de esa manera Bakugou le tendría miedo y finalmente le daría la razón. Nada más alejado de la realidad, por supuesto, pues en vez de verse terrorífico o intimidante, tan sólo se vió adorable.

—Vamos a hacerlo otra vez.—Volvió a hablar Katsuki, y Eijiro no pudo negarse cuándo este levantó su bicicleta.

Katsuki esperó a que Eijiro dejara su berrinche y se subiera de nuevo a la bici, y Kirishima, tras rodar los ojos con fastidio, se volvió a subir a la bici. Y repitieron lo mismo que la vez anterior, pero esta vez, en cambio, Katsuki no avisó en ningún momento que iba a soltar la parte trasera del sillón. Y esta vez Eijiro mantuvo el equilibrio todo el tiempo, y siguió pedaleando, convencido de que Katsuki estaba detrás de él. Tan sólo cayó al final, cuándo se dió cuenta de que hacía rato que Katsuki lo había dejado sólo. El cachete de Eijiro impactó contra el piso, y este soltó un quejido, pero pronto vió cómo su prometido se agachaba frente a él, por alguna razón lo sintió cómo si fuera alguien superior y sobre todo, enorme.

—¿Ves? Puedes hacerlo tú sólo sin ayuda de nadie.

—Eso dolió.—Dijo, refiriéndose a la caída.

El rubio todo lo que hizo fue ofrecerle de nuevo su mano para ayudarlo a levantarse.—Es cierto, se te quedó todo el cachete rojo.

Bakugou lo acarició con delicadeza y de forma gentil. Cómo si la yama de sus dedos tuviera en ellos poderes curativos que pudieran curar su dolor con unas simples caricias. Aunque suene ilógico e irreal, de cierta forma funcionó.

—¿Quieres que lo intentemos otra vez?—Preguntó Bakugou.

—Sí, a la tercera va la vencida.

—Bien, pero esta vez irás tú solo todo el tiempo.

Eijiro pensó en reclamar por esto, pero al final, simplemente se le fueron las ganas de discutir, por lo que tras un último puchero, accedió. Y esta vez, aunque se sentía inseguro y tenía algo de miedo, logró hacerlo sin caerse. Tan sólo, todo lo que hizo fue imaginar que Katsuki estaba detrás de él, sujetando el sillón de la bici  para evitar que él cayera.

—¿Lo ves? ¡Lo conseguiste!

Y en ese momento Eijiro se sintió tan feliz por haber logrado una nueva cosa en su lista, y sobre todo por tener un futuro esposo tan genial cómo Katsuki, que no pudo evitar tirarse a los brazos del rubio, la bicicleta cayó al suelo, pero poco —más bien, nada.— le importó, fundió a Katsuki en un afectivo abrazo.
Porque él siempre abrazaba a las personas que quería.






•°Crayon°• /Bakushima/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora