Iba a matar a Eijiro en cuánto lo viera. Así se arrepentirá por haberlo dejado sólo durante todo el día, ¡El muy descarado no se dignó a acudir a clases aquel día! Lo dejó más sólo que la una en aquel lugar, y estaba muy enojado por eso. ¡Tuvo que hablar con el llorón de Izuku! Y el recreo con Denki, Mina y Sero no fue tan entretenido sin su futuro esposo. No podía creer que Kirishima hubiera sido capaz de hacerlo algo cómo aquello. La más grande de las traiciones. Definitivamente, esta vez no pensaba perdonarlo fácilmente por mucho que este le rogara. Estaba furioso por ese repentino abandono, por lo tanto, cuándo acabó la escuela, decidió ir con total decisión y seguridad hacia casa de Kirishima. Si no estaba muerto, él lo mataba.
Aún cargando con su pesada mochila escolar, fue a casa de los Kirishima y tocó el timbre, mientras que un ceño fruncido se dejaba ver en su entrecejo mientras este esperaba impaciente a que abrieran la puerta de entrada. Finalmente y tras varios segundos, la mamá de Eijiro le abrió la puerta.
—¡Oh, Katsuki! ¿Que haces aquí?
—Quiero ver a Eijiro.
La mujer sonrió, ajena de los deseos asesinos del pequeño contra su hijo menor. La mamá de Eijiro tan sólo rió con ternura, pensando que Katsuki tan sólo pasaba por ahí para comprobar que su amigo estuviera bien y recuperándose poco a poco, por lo tanto, tan sólo dejo que pasara dentro alegremente. El rubio subió las escaleras como si fuera su propia casa o el dueño de esta, hasta finalmente llegar a la puerta del dormitorio de Eijiro. En una milésima de un cortísimo segundo abrió la puerta para ver a su amigo envuelto en mantas.
«Mira a esa sabandija, lleva todo el día fingiendo.» pensó para si mismo Katsuki al mismo tiempo que se acercaba hacia el "enfermo"
—¡Tú!
El pelinegro tan sólo se elevó desorientado. Quedó sentadito en la cama mientras Katsuki se acercaba lentamente hacia él, mientras lo miraba de arriba a abajo, cómo si estuvieran en un verdadero análisis y Katsuki fuera poseedor de rayos X.
—¿Que haces aquí, Blasty?
—Eso, tú sigue llamándome Blasty, sinvergüenza.
—¿Eh? ¿Por qué me llamas así?
—Encima preguntas...—Se llevó una mano a su frente.—Eres un traidor. Me dejaste sólo todo el día.
—¡No soy ningún traidor! Me duele mucho la barriguita, me sentó mal la cena.
Y sin más, volvió a dejarse caer sobre la cama, regresando a su posición inicial. Katsuki al mismo tiempo frunció más el entrecejo, aunque fuera difícil o casi imposible.
—Eso, tú pon carita de enfermo.
—¡No estoy poniendo cara de enfermo, de verdad lo estoy!—Después él también frunció el ceño, para después soltar mientras tapaba su rostro con su manta.—¡Y después yo soy el dramático!
Katsuki lo obligó a deshacerse de la manta que cubría su cara. Después lo vió bien y no pudo evitar torcer la boca en una mueca extraña.
—Es cierto que luces enfermo. Es horrible.
Eijiro si le preguntaban a él era el niño más lindo de todo el pueblo —y seguramente alrededores.— pero empezaba a creer que de verdad se encontraba muy enfermo, pues su rostro tan sólo simulaba enfermedad en su estado más puro. Su piel era más pálida de lo normal, contrastando con el fuerte rosado de su nariz, y por último, podía ver cómo sus ojos parecían estar llorosos por todas las veces que seguramente había estornudado en las últimas horas. Sí, definitivamente tenía que estar enfermo, o de lo contrario era un muy buen actor a quién le había sido otorgado un gran maquillaje para hacerlo lucir como un verdadero enfermo.
—Quiero dormir...—Volvió a quejarse el pelinegro mientras trataba de esconder su rostro en la almohada.
—Es hora de comer Eijiro.
—No tengo hambre.
—Tienes que comer algo, si no comes nada el dolor será peor.—Dijo, y eso era exactamente lo mismo que le decía su madre cada vez que le dolía la barriga. Quién sabe, tal vez con Kirishima tenía el mismo efecto que tenía con él.
Y funcionó, pues este se deshizo de las mantas que seguían envolviéndolo y volvió a quedar sentado. Estiró sus músculos para luego dedicarle una mirada cansada.
—¿Me abrazas?—Preguntó el pelinegro mientras abría sus brazos en dirección a Bakugou.
—No, me vas a contagiar lo que sea que tengas.
El otro tan sólo frunció el ceño y puso cara de perrito abandonado. Pensando que Katsuki así no podría resistirse a él y finalmente le daría su abrazo.
—¡Por favor!—Alargó de una manera muy infantil la o.
Katsuki rodó los ojos para indicar que estaba cansado y derrotado. Pensó que si Eijiro le contagiaba su resfriado o lo que sea que tuviera sería mejor, porque así ambos faltarían a clases y no tendría que pasar más días sólo o compartiendo sus crayones con Izuku. Por eso, una vez que Eijiro volvió a abrir los brazos, se acercó a él y dejó que estos lo envolvieran. No le importaba sentir un dolor de mil demonios mañana, abrazar a Eijiro y estar con él le gustaba, así como saltarse un día de clases demasiado aburrido y agotador. Pronto se separó del abrazo.
—Ahora vamos a comer, tu mamá debe estar esperándote.
—Sigo sin tener nada de hambre, que lo sepas. Pero por ti iré a comer algo.
Katsuki lo miró al mismo tiempo que lo hacía levantarse de la cama.—Come lo que quieras, pero come algo, cualquier cosa está bien.
—Vale, vamos.
En un ágil y rápido movimiento Eijiro agarró la mano del rubio, y Katsuki ya no pudo escaparse cuándo la manita de Kirishima se presionó contra la suya. Al parecer el pelinegro ahora que estaba enfermo se había puesto más cariñoso que de costumbre. Pero no le importaba realmente. Juntos mientras aún tomaban sus manos bajaron hasta la cocina, Katsuki cargaba con su mochila, dispuesto a dejar a Eijiro en la cocina comiendo para él marcharse.
—Katsuki, ¿No quieres quedarte a comer? Hemos hecho un plato extra para ti. Además, Eijiro te hace más caso a ti que a nosotras.
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•°Crayon°• /Bakushima/
FanficKatsuki, de 7 años, se ha mudado con su familia a un nuevo pueblo al norte del país, y el haberse mudado implica una nueva escuela primaria y convivir con nuevos compañeros.